Cuando la pantera negra coge el micro
Seguramente muchos no le conozcan, pero el mundo habría sido otro sin Gil Scott-Heron. Sería fácil quedarnos en aquello del «Dylan negro», que él detestaba, pero nos sirve para describir su importancia en la cultura afroamericana de los 70 y 80 y ahorrar espacio en esta breve reseña. Escritor, activista, poeta, y sobre todo músico, la vida del autor de «The Revolution Will Not Be Televised» fue intensa y talentosa en cada proyecto en que se embarcó.
En esta especie de memorias (llenas de reflexiones, aforismos y poemas pero que quedaron sin terminar en vida), Scott-Heron escribe la crónica de unos tiempos decisivos para los derechos civiles, la pervivencia y el desarrollo de la cultura negra y que, además, responden a algunas de las preguntas que se hacen quienes quieren entender qué pasa hoy en Estados Unidos. De aquellos polvos, estos lodos.
La infancia del artista no fue fácil, ya que su padre, de origen jamaicano y aficionado a lo que llamamos fútbol fuera de Estados Unidos, fue fichado por el Celtic de Glasgow. Gil se crió primero en Jackson (Tenessee), pero pronto se marcha con su madre al Bronx de Nueva York, algo así como el Macondo de la cultura afroamericana. Allí, lejos de abandonarse a las dificultades, sorprende a sus profesores con constancia e inteligencia hasta que consiguió el ingreso en una escuela prestigiosa donde era uno de los únicos cinco estudiantes negros. Ahí desarrolló una conciencia de clase y cultura que nunca le abandonó, ni en su faceta de escritor ni como agitador cultural. Su vida, contada en este libro de forma indisciplinada, le lleva a tomar partido en todos los escenarios. Conoce a Miles Davis, Stevie Wonder, Clive Davis, y presencia las revueltas estudiantiles y la represión de los movimientos civiles incluso pacíficos. A todo eso le puso música, pero sobre todo voz. Y palabras, miles de palabras en torrente poético, ya que las canciones de Scott-Heron hablan del control mental ejercido por los medios de comunicación, de la hipocresía y de la realidad social haciendo uso de un recitado («spoken word») que para muchos antecede al hip-hop.
El libro se abre con un poema, «Dr. King», en el que reflexiona sobre la violencia, la religión y la opresión racial. Sus discos con el sello Flying Dutchman quedan para la historia (el prólogo de Jesús Bombín ofrece una lista de reproducción) y poseen una sensibilidad entre el jazz y el soul propia de un genio. Sin embargo, también conoció el crack y la cocaína, la cárcel y el sida, antes de que la muerte le alcanzase en 2011.
Ulises Fuente