Constitución

Del rigodón al mambo

La Razón
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Los padres de la Constitución disfrutaron el miércoles de una agradable jornada en el Congreso de los Diputados, aunque, más que padres, Miguel Herrero de Miñón, Miguel Roca y el gaditano José Pedro Pérez-Llorca, los redactores supervivientes de la Carta Magna, ejercieron de venerables abuelos ante una muchachada de diputados a quienes sólo les faltó mudarse de pañales allí mismo. Eran Gulliver en el país de Lilliput. El debate correspondía a la sesión inaugural de la Comisión de Evaluación del Estado Autonómico, órgano que pretende ser la antesala parlamentaria de una reforma constitucional para muchos en ciernes. Y, de entrada, los tres constituyentes no lo ven nada fácil. El más claro al respecto fue el andaluz. «Como en la meteorología, para que llueva tienen que reunirse unas condiciones de presión y temperatura en la atmósfera. Ahora no se dan las condiciones», sentenció Pérez-Llorca. Quien fue ministro de UCD en la Transición procedió a lo que se le exigía, es decir, a evaluar el Estado actual después de 40 años. Al abogado gaditano no le dolieron prendas a la hora de admitir la existencia de errores. La ingenuidad, insistió. Y hasta tuvo tiempo, en un alarde de excelsa oratoria, para evocar una copla al referirse al «procés» catalán: «Para qué me quieres pedir lo que no te puedo dar», resumió. Aportó Pérez-Llorca un deslumbrante concepto para definir el Estado de las Autonomías: el rigodón, esos bailes de la alta sociedad en los que se empieza emparejado y se termina en el caos de la rebujina. Con dos grandes partidos, avisó el prócer, la orgía del rigodón fue hacedera, pero con varios medianos, el peligro del baile se antoja acechante. La danza catalana, por ahora, sigue con el hilo de un veleidoso mambo, esa nostalgia del Caribe.