Sevilla

La realidad sanitaria que incubó las mareas

Cuatro miembros de una plataforma sevillana cuentan sus experiencias a LA RAZÓN y avisan de que «hay vidas en juego»

Juan Morales, María del Carmen Romero, María José Serrano y Encarnación Ruiz
Juan Morales, María del Carmen Romero, María José Serrano y Encarnación Ruizlarazon

Cuatro miembros de una plataforma sevillana cuentan sus experiencias a LA RAZÓN y avisan de que «hay vidas en juego»

El Gobierno andaluz insiste en que las protestas sanitarias que toman las calles a cada poco en los últimos meses en varias provincias de la comunidad, las conocidas como «mareas blancas», están «politizadas». Pero ciudadanos cuya confianza en el sistema se fracturó tomaron en ocasiones la iniciativa. Un ejemplo de esto lo constituye la plataforma «Por un Médico 24 Horas ¡Ya!». Germinó en Badolatosa (Sevilla), donde el 13 de agosto de 2010 Juan Antonio Romero Sánchez, ex alcalde y ex parlamentario andaluz por el Partido Comunista, se encontró mal y, consciente de que el ambulatorio municipal estaba cerrado, le pidió a su hija, María del Carmen Romero, que lo acercara a Estepa, otra localidad sevillana ubicada a 25 kilómetros que cuenta con el punto de urgencias abierto las 24 horas más próximo. Pero nunca llegó. Le había dado un infarto que le repitió por el camino y falleció en el coche ante la angustia de su hija.

A partir de entonces, su familia comenzó una historia de lucha que arrancó con una recogida de firmas para pedir «un punto de urgencias 24 horas», porque no era la primera vez que «alguien moría por falta de atención sanitaria», narra a LA RAZÓN María del Carmen, que se convirtió con el tiempo en la portavoz de una plataforma que se extendió por la Sierra Sur sevillana. Atesoran ya algunos logros gracias a su movilización como que las ambulancias del centro de salud de Jauja, pedanía de Lucena (Córdoba) que atiende a cuatro poblaciones de la comarca –Casariche, Badolatosa, Corcoya y la propia Jauja–, responda ante las «urgencias vitales». «Pero –matizan desde la plataforma– el médico de allí se ocupa de varios pueblos y, si tiene que desplazarse a un domicilio, cierra, con lo que sigue habiendo vidas en juego», advierten.

Intentan que en el futuro no se repita un pasado lleno de planos secos y relatos «tremendos», como el de Encarnación Ruiz. Ella sintió un dolor muy fuerte al sentarse en una mesa de su vivienda de Badolatosa donde estudiaba. Era un ictus. Su círculo la trasladó al centro de salud de Jauja en el que reclamaron una ambulancia a Estepa que tardó «más de una hora y cuarenta minutos», según confirma ella misma a este periódico, pese a que lo habitual, dada la distancia que separa a ambos municipios, son unos 26 minutos. Por fin la condujeron al hospital de Osuna (Sevilla), que se encuentra a 46 kilómetros, donde le comunicaron a sus acompañantes que, dada su gravedad, «allí no podían hacer nada por ella» y había que desplazarla a Sevilla. ¿Qué pasó? «No había UVI móvil». De nuevo, la demora. Alcanzaron la capital hispalense pasadas las 15:00 horas y «no había neurocirujano» para operarla por cuestiones de turno. No pudo entrar al quirófano hasta el día siguiente y tuvieron que volver a intervenirla el posterior. Encarna, como la llaman los suyos, aún sufre las secuelas que incluyen «dolores muy fuertes». Es más, le han reconocido una dependencia del cien por cien y ahora pelea por «la falta de ayudas» que padece. Aquel enero de 2016 de hospital la cambió. «Era una persona muy activa y el verme así me impide avanzar», admite. Espera todavía. Esta vez para una operación de espalda que también necesita.

La experiencia de Juan Morales es otra. Su hermana, D. M., intentó suicidarse a finales de noviembre de 2015. Su familia pudo reaccionar a tiempo e incluso la llevó a las urgencias de Jauja pero, «viendo que no tenían los medios para atenderla», explica Juan, solicitaron «ir al hospital de Osuna». El reloj también fue un enemigo inaprensible para ellos. Aunque la ambulancia de Estepa acabó apareciendo, «unos diez minutos antes de llegar a Osuna, murió». En total aguardaron ansiosos «más de dos horas». Su hermano cree que «el final podía haber sido otro» si no fuera por «la joya sanitaria de la corona», ironiza.

María José Serrano es la madre de una menor, G. G., que el verano pasado atravesó una puerta de cristal, lo que le provocó múltiples cortes en su pequeño cuerpo de seis años, el mayor en un brazo, a la altura del codo. Asustados al ver brotar la sangre, los padres la desplazaron al centro de Jauja que se encontraron «cerrado», rememora María José. Una vez lograron entrar, «le hicieron a la niña un vendaje de presión» y recomendaron a sus progenitores que volvieran a coger su vehículo hasta el hospital de Osuna, que sería lo más rápido, pese a que «había una ambulancia en la puerta». Durante el trayecto, G. G., empezó a dormirse y a no poder ni hablar, pero resistió. Tuvieron que darle 60 puntos sólo en el brazo.

Con la mochila cargada de secuencias como éstas, recurrieron a los parlamentarios andaluces. De hecho, la Comisión de Salud aprobó el pasado septiembre una proposición no de ley (PNL) que presentaron Podemos e IU en la que se demandaba la creación de un segundo punto de urgencias en la sierra Sur de Sevilla. Salió adelante «con los votos a favor de PP, Podemos e IU y la abstención de Ciudadanos», recuerdan fuentes de la plataforma, las mismas que sostienen que «la Junta ha hecho oídos sordos». Más recientemente le pidieron por escrito una reunión a la presidenta andaluza, Susana Díaz. La respuesta ha sido un escueto párrafo en el que se les comunica que su texto se ha remitido a la Consejería de Salud para «su conocimiento y valoración».

Todos los testimonios coinciden en lo que se puede condensar en dos frases: «Existe un grave descontrol en la sanidad por la falta de personal y de recursos materiales» en medio del cual «los médicos y sanitarios hacen lo que pueden». Coinciden también en que desde el Servicio Andaluz de Salud (SAS) les transmitieron que se habían cumplido los protocolos. Si es así, «algo no funciona», avisan.

Ahora esta plataforma se ha integrado en la marea blanca de Sevilla que rumia otra gran movilización el 28 de febrero antes de la que intentarán «coordinarse» con todas las que ya existen en la región. La unión las hace más fuertes.