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Cascajares: Cinco años en Canadá y salto a los Estados Unidos, mientras se afianza en España y toda Europa

Alfonso Jiménez muestra un capón de Cascajares, el emblema de una marca que se ha hecho hueco en el mundo
Alfonso Jiménez muestra un capón de Cascajares, el emblema de una marca que se ha hecho hueco en el mundolarazon

«Siempre hemos tenido suerte, pero la suerte nos ha pillado trabajando». La frase es de Alfonso Jiménez, presidente de Cascajares, una empresa conocida por sus capones, que no son otra cosa que pollos de corral castrados con apenas mes y medio de vida. Una compañía que ha sido elegida este mismo año como «Mejor Pyme de España», y que se ha marcado por reto convertir su división en América del Norte en mayor que la que actualmente opera desde nuestro país.

No va mal encaminado ese objetivo cuando está a punto de cumplirse el quinto aniversario de la apertura de Cascajares Canadá, una planta de producción situada en el pueblo de Saint Hyacinthe, al lado de Montreal, que da trabajo a 20 personas, con un objetivo de facturación para este año de 1,75 millones de dólares.

«En un futuro cercano daremos el salto a los Estados Unidos, dado que estamos muy cerca de la Costa Este, en el entorno de Nueva York», expone. Jiménez recuerda que, allá por 2007, su compañía lanzaba un Plan Estratégico. «Fue en el peor año para hacerlo -reconoce sin ambages-, pero dimos en el clavo con los retos de internacionalización». Entre ellos se encontraba el objetivo de vender al exterior el 50 por ciento de la producción. Y lo han logrado, a partir de la venta desde Dueñas, donde cuentan con una factoría que da empleo a 45 personas y esa planta de la zona de Quebec. «La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos no deja vender desde aquí», lamenta, para apuntar después que el continente americano supone una clara oportunidad de expansión de la empresa. En concreto, indica que «allí hay muchas personas que tienen dinero y se lo gastan». En concreto, barajan un comercio potencial con más de cuatrocientos millones de personas, dentro de un mercado único. «En el capítulo empresarial, éste es el mayor reto que nos hemos puesto y que llevamos a cabo».

En ese contexto, el norteamericano, Cascajares volverá a la carga en los próximos días ante el «Pavo de Acción de Gracias», una tradición de Estados Unidos y Canadá que tiene lugar todos los años el cuarto jueves de noviembre y que es conocida mundialmente. Sólo en el país del Tío Sam se consumieron 48 millones de pavos en esa jornada en 2012.

El objetivo, expone Alfonso Jiménez, es «tener el éxito que alcanzamos tras la boda de los Príncipes de Asturias» y ganar un mercado que no es fácil. Y es que, de aquel enlace guardan muy buenos recuerdos en Cascajares. «Fue un golpe de suerte, cuando, en 2004, logramos que nuestro capón fuera el plato principal de su enlace», indica. Ese hecho revolucionó la empresa. Pasó de doce a 36 empleados en 2007 y de facturar apenas un millón de euros a seis.

«El boca a boca de los asistentes al enlace, mandatarios europeos o de otros lugares remotos, nos permitió empezar a vender en Japón o Centroeuropa». Este último, precisamente, es otro mercado prioritario para la firma que preside Alfonso Jiménez, lo que también les llevó a abrir una oficina comercial en París hace tres años y ya han logrado importantes acuerdos con distribuidores para llevar platos preparados concretos.

Fuerte implantación europea

Cascajares opera con dos unidades de negocio. La primera, de venta a restaurantes, que cumple ahora dos décadas, con puentes tendidos por España y Europa -opera con 70 distribuidores de países como Francia, Bélgica, Italia o Portugal-, así como el de la alimentación, a través de canales tradicionales e internet. Ese universo on-line, a su entender, supone «una oportunidad para alcanzar sitios a los que no puede acceder el tradicional». Su marca, explica, logra así ofrecer rapidez y mejor precio.

Otro reconocimiento a su labor se ha materializado, hace sólo unos días, al ser designado vicepresidente de la Empresa Familiar de Castilla y León. Entre sus retos en la asociación se encuentra frenar la «exagerada desaparición de empresas familiares en la transición de padres a hijos». A esa implicación con los demás emprendedores de la Comunidad suma la labor de la Fundación Cascajares, que nació con el objetivo de aportar a la sociedad parte de cuanto había recibido, con un reto: apoyar a las personas con discapacidad física o intelectual. Sus conocidísimas subastas benéficas -que tienen lugar cada 2 de diciembre en el Salón Real del Hotel Ritz de Madrid- han recaudado, en catorce ediciones, nada menos que 550.000 euros. Los recursos obtenidos permiten dar formación a jóvenes con discapacidad intelectual en la Universidad de Comillas.

El protagonismo de las pymes

Como hizo él hace ya casi dos décadas, Alfonso Jiménez anima a emprender. «Hay muchos jóvenes aletargados que sacarán a España de esta tremenda crisis», considera. Y es que, a su juicio, «hay que crear nuevo tejido empresarial, porque es muy difícil colocar a seis millones de desempleados en una estructura como la actual». Por ello, apuesta por «motivar, formar y ayudar», lo que, agrega, «no es trabajo de un día». «Hemos de hacerlo entre todos y durante mucho tiempo», concluye, a la par que argumenta que «ni las grandes empresas van a ser capaces de sacar a España de este problema».

Si bien, esa invitación conlleva una advertencia que fortalece, dice, al que camina por el mundo de la empresa: «un emprendedor ha de sufrir alguna vez. Si no, será como el jarro de barro que no se ha cocido. De manera que cuando llegue una crisis, no podrá superarla». En este sentido, recuerda que, tras constituir su empresa con 160.000 pesetas de las de 1994, pudo tirar la toalla apenas echó a andar, pero su empeño y el cumplimiento de obligaciones con bancos, proveedores y clientes le ha permitido seguir creciendo.