Valladolid

Red Incola pide educar y formar a los migrantes irregulares para que no acaben pidiendo limosna

Y advierten también del aumento de personas que aún trabajando se encuentran en riesgo de pobreza

Iván Ladino y Christina Tsompanidou, beneficiarios de Red Incola, junto a Félix Revilla y Eduardo Menchaca
Iván Ladino y Christina Tsompanidou, beneficiarios de Red Incola, junto a Félix Revilla y Eduardo Menchacalarazon

«Es incomprensible que en pleno 2019 no haya soluciones por parte de los gobiernos a los miles de migrantes irregulares que llegan a esta Comunidad cada año».

Son palabras de Félix Revilla, presidente del patronato de la Fundación Red Incola, quien pide a los políticos un mayor compromiso en este asunto. Una implicación que, según él, tiene que pasar por darles en cuanto vienen una educación, en el caso de los más pequeños, y una formación a jóvenes y adultos «para evitar que acaben pidiendo limosna en la calle».

Y es que según denuncia Revilla durante los tres primeros años desde que llegan, que es el tiempo que transcurre de media hasta que consiguen los papeles, estos migrantes no existen para nadie, y cuando ya están legales no pueden ganarse la vida porque no están preparados ni tienen cualificación para acceder a un empleo y acaban viviendo de la caridad. También tienen problemas y dificultades para poder acceder a una vivienda digna y a un precio asequible.

Lo deja claro Iván Ladino, un joven colombiano beneficiario del trabajo de Red Incola, quien asegura haber vivido en primera persona la desconfianza de muchos propietarios de vivienda con él y su familia por ser latino, lo que le ha impedido acceder a un hogar, que sí ha podido conseguir gracias a esta organización que forman ocho congregaciones religiosas con vocación asistencial algunas de ellas y otras más activas en solidaridad y justicia social.

Red Incola presentaba ayer en Valladolid su Memoria de 2018 de hospitalidad sin fronteras, con más de 4.155 personas atendidas en toda España, 1.517 en el centro integral de Valladolid, de los cuales 484 están integrados, 382 tienen una integración precaria y casi 90 viven en exclusión social severa. Eduardo Menchaca, coordinador, explica que estas cifras se mantienen estable, aunque advierte del incremento de personas que, aún trabajando, están en riesgo de pobreza.