Conciertos

Bob Dylan interpreta a la perfección el papel que se ha otorgado a sí mismo en el Liceo

Con una puntualidad británica, este genio uraño salía a un Liceo que lo recibió como palabra revelada

Bob Dylan no deja tomar imágenes de sus conciertos, así que lo único que queda es explicara viva voz la puesta en escena ofrecida por el músico, con grandes focos de a pie detrás de los músicos, como si fuera el set de una película, y los cinco músicos que acompañan al mito uniformados como las antiguas bandas
Bob Dylan no deja tomar imágenes de sus conciertos, así que lo único que queda es explicara viva voz la puesta en escena ofrecida por el músico, con grandes focos de a pie detrás de los músicos, como si fuera el set de una película, y los cinco músicos que acompañan al mito uniformados como las antiguas bandaslarazon

Hay algo de litúrgico a la hora de ir a ver a Bob Dylan. Tanta es la reverencia que provoca este mito de la música popular y hasta Premio Nobel de literatura. En este sentido, Dylan no permite verlo, sólo adorarlo, y esta distancia deshumaniza a veces la actuación.

Hay algo de litúrgico a la hora de ir a ver a Bob Dylan. Tanta es la reverencia que provoca este mito de la música popular y hasta Premio Nobel de literatura. En este sentido, Dylan no permite verlo, sólo adorarlo, y esta distancia deshumaniza a veces la actuación. La hace sublime, sí, cuando alcanza cotas extraordinarias, pero algo fría cuando la pasión baja. Con una puntualidad británica, este genio uraño salía a un Liceo que lo recibió como palabra revelada. Como es tradicional, no hubo ni un saludo al respetable en la hora y tres cuartos que duró el concierto, y como es tradicional, las versiones de su cancionero fueron a prueba de los shazam humanos. Ni siquiera Sherlock Holmes reconocería el asesino, pero este también es el encanto. Los primeros acordes de «Things have changed» postulaban de buenas a primeras la puesta en escena, un Dylan acomodado tras su piano, con su excelente banda arropándolo con un maravilloso sonido. Estaba claro que Dylan no quiere sorpresas, como jugar a hacer de equilibrista con la cuerda a dos centímetros sobre el suelo. Así él se siente cómodo y puede disfrutar de la noche. No hay riesgos, los demás también disfrutan, claro, los genios tienen esto, sólo necesitan dar muy poco para agradar, pero como no hay riesgo, el público disfruta un poco menos. Cuando arriesgó más fue cuando abandonaba su piano, como si fuera una araña huyendo de la luz, y se ponía frente al micrófono central a hacer sus versiones de Frank Sinatra. Aquí bajaba enteros y sus propuestas de ««Autumn Leaves» o «Melancholy mood» parecían sueños perdiéndose en el aire. Pero cuando volvía al piano y el blues hacía acto depresencia, el calor auyentaba a todos los demonios y dejaba al público extasiado. Con «Desolation road» la gente hasta se lastimó las manos de tanto aplaudir.