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Jorge Zepeda Patterson: «Los personajes deben tener cosas del autor para que sean creíbles»

Jorge Zepeda Patterson: «Los personajes deben tener cosas del autor para que sean creíbles»
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BARCELONA- Con «Los corruptores» (Destino) relata una investigación, la de la muerte de la actriz Pamela Dosantes, y que descubre aspectos de la corrupción que vive México. Es un periodista, Tomás, quien indaga en el crimen. ¿Hay algo de usted, que también es periodista, en el protagonista?

– Hay una parte que es la que tiene que ver con el oficio. Soy columnista, como él, durante más de veinte años. Esas partes de la lógica interna, las ganas de escribir, la relación de Tomás con el periódico, en eso hay mucho de biografía. Pero en el fondo hay algo de uno en todos los personajes. Si los quieres hacer relativamente verosímiles, hay que meterse en la piel de ellos, sacar de ti mismo, de situaciones y experiencias que has vivido . En eso está la semilla.

– ¿Para abordar la delicada y controvertida situación que se vive en México actualmente lo mejor es la ficción?

– Creo que es un vehículo válido. No diría si mejor o peor, pero sí que el periodismo no basta, lo que no quiere decir que sea prescindible. En países como México, donde las instituciones son tan débiles, lo importante sucede detrás de bambalinas. Los límites del periodismo para llevar luz a estas zonas ópacas son evidentes. He ido recopilando una gran cantidad de expedientes que no puedo publicar porque no son documentales. No los puedo demostrar, pero sé que son así en ámbitos políticos, en corrupciones y demás. La novela me permitió exhumar esos cadáveres que vas acumulando de personajes que son hombres y mujeres del poder. Eso por una parte. Por otro lado, sobre todo con el trato con el director de periódico, tenía una lectura interna de los códigos, de la manera de operar el poder, de disfrutarlo, de vivirlo para el cual la literatura puede ser mejor reflejo que incluso la crónica periodística.

– ¿No se siente solo en ese camino?

– No es casual esta literatura muy latinoamericana de García Márquez con «El otoño del patriarca», Roa Bastos, Tomás Eloy Martínez sobre Perón o Evita. Incluso periodistas. Son intentos de tratar de entender la cosa política desde la sangre, las glándulas y las entrañas, más allá del ensayo de antropología política. Me parece que la labor de esos autores también responde a que esos croquis en blanco y negro del periodismo, que son necesarios, no son suficientes para ver cómo se ejerce el poder.

– No le gusta calificar «Los corruptores como una novela negra. Sin embargo, ¿se atreve a ponerle alguna etiqueta a su obra más allá del evidente compromiso social que en él se ve?

– Diría que es un «thriller» político porque al final es un asesinato, el de Pamela Dosantes, lleno de intención política que provoca una crisis en los actores de la vida de México. La novela negra me parece que implicaría un detective. Yo no lo tengo, entre otras razones porque un policía honesto como personaje central es imposible en México.

– ¿Se puede hacer un buen periodismo independiente en México?

– Sí. Hay una enorme maquinaria estatal de control mediático, pero soy de la opinión que se mantienen excepciones para asegurar que existe el periodismo crítico aún en México. Creo que los blogs y los nuevos espacios digitales han ampliado estos márgenes de posibilidad.

– Usted ha afirmado, respecto a la situación que vive actualmente México, que el regreso del PRI es el del autoritarismo disfrazado. ¿Por qué?

– El PRI es un mal necesario para México. Su ausencia provocó un gran vacío de poder, haciendo que la caja de Pandora quedara abierta, liberando muchos demonios.

– Hay quien ha comparado «Los corruptores» con la trilogía creada por Stieg Larsson. ¿Está de acuerdo?

– Es un halago esa comparación con Larsson, algo excesiva. Sin embargo, él lleva demasiado lejos ciertos recursos en sus relatos, como cuando revive a su personaje, a Lisbeth Salander después de que recibiera dos balazos y fuera enterrada. En ese aspecto es un poco hollywoodense.