Huelga de taxis

Acampada en la Castellana: «Si tengo que dormir en el césped, adelante»

Más de 2.000 taxistas pensaban anoche quedarse a dormir en el gran eje financiero de la capital, colapsado ayer por miles de vehículos. Estaciones abarrotadas, cortes al tráfico y desvíos fueron la tónica

Un ciclista intenta hacerse paso entre la marea de taxis que ayer colapsó el Paseo de la Castellana/ Efe
Un ciclista intenta hacerse paso entre la marea de taxis que ayer colapsó el Paseo de la Castellana/ Efelarazon

Más de 2.000 taxistas pensaban anoche quedarse a dormir en el gran eje financiero de la capital, colapsado ayer por miles de vehículos. Estaciones abarrotadas, cortes al tráfico y desvíos fueron la tónica

«¡Si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra!». El grito era unánime ayer en un Paseo de la Castellana que mostraba una imagen inédita: 1,3 kilómetros del gran eje financiero de la capital de color blanco, el de los taxis que lo bloquearon a lo largo de la jornada de ayer. Una decisión tomada con anterioridad a la reunión que mantuvieron ayer las principales asociaciones del sector con el ministerio de Fomento, José Luis Ábalos, y supeditada a los compromisos del Gobierno. Sus reivindicaciones son de sobra conocidas: acabar con la «barra libre» de la que gozan las compañías de vehículos VTC –de alquiler con conductor– que, en su opinión, están «canibalizando» al sector. Según fuentes de las asociaciones, el número de vehículos que mantenían ayer ocupada la Castellana podrían haber superado los 3.000. Y, consecuentemente, la capital vivió problemas circulatorios. Sin embargo, la situación no llegó a ser caótica: los madrileños ya estaban prevenidos y muchos optaron por trasladarse en transporte público; además, el hecho de que gran parte de los ciudadanos se encuentren de vacaciones evitó males mayores. La situación va para largo: al cierre de esta edición, estaba previsto que los taxistas acamparan en la zona durante la noche. Una estampa que podría repetirse periódicamente este verano, al menos hasta que el Gobierno encuentre una solución al conflicto.

La caravana partió a primera hora de la mañana. Una gran mayoría lo ha hecho desde uno de los puntos neurálgicos de las protestas: el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas. Estaban divididos en dos columnas: una en dirección A2, que ha llegado hasta Avenida de América, María de Molina y el Paseo de la Castellana, ocupando los carriles en dirección norte; y otra en dirección A1 para entrar a la Castellana desde La Paz, ocupando los carriles en dirección sur. En los dos casos, el destino era el mismo: el Ministerio de Fomento.

Una vez allí, los taxistas han ocupado totalmente el tramo que va desde Azca hasta la Plaza del Doctor Marañón en los dos sentidos. Después, también tomaron desde Azca hasta Plaza de Castilla pero sólo en el sentido de bajada. En principio, eran unos cientos; posteriormente, se fueron sumando hasta llegar a los miles. A un ritmo lento, pero haciendo «ruido» a través de los cláxons. Un sonido que fue absoluto cuando los conductores se plantaron ante las puertas de Fomento. En total, ocuparon ocho de los diez carriles, cuatro por sentido. Los dos que dejaron libres, uno por cada sentido, quedaron reservados para los vehículos de emergencias y otros usuarios que residen en esta céntrica zona madrileña.

«Por movilización de taxistas se están realizando cortes de tráfico en el eje de la Castellana», informaba ayer el Centro de Gestión de la Movilidad de Madrid. Y así fue. Precisamente, en la Plaza del Doctor Marañón, los vehículos que bajaban desde la calle José Abascal no pudieron acceder directamente al túnel de María Molina, que conecta con la A-2. Así, los agentes de movilidad tuvieron que desviar a los vehículos en Castellana dirección a la Glorieta de Emilio Castelar. Todo ello procurando evitar colapsos que, en algunos momentos, resultaron inevitables.

Estaciones abarrotadas

Mientras, la Empresa Municipal de Transportes (EMT) informaba ayer de que varias de sus líneas, sobre todo las que discurren entre Nuevos Ministerios y la plaza de San Juan de la Cruz, estaban sufriendo retrasos. La situación provocó que las estaciones de Metro de la zona, como Chamartín, se vieran inusualmente abarrotadas de viajeros.

Los servicios mínimos de taxi para colectivos especialmente vulnerables –personas mayores, con discapacidad, familias con niños pequeños, etc.– continuaban ayer. Sobre todo a las puertas de los hospitales. Sin embargo, algunos ciudadanos protestaron en redes sociales por no encontrar taxi. «Mi madre, con una cadera recién operada, se niegan a mandarle un taxi. A una señora que no puede caminar. Muy bien taxistas, acabáis de perder a un cliente para siempre», afirmaba ayer un usuario.

«Está siendo una concentración pacífica. Sin más problemas. De hecho, sólo hay tres furgones policiales. En total, no habrá más de 20 agentes. Además, ni siquiera se encuentran en posición ''defensiva''. No llevan cascos ni nada», aseguraban ayer a este diario los manifestantes. Los conductores, que permanecieron ayer más de 10 horas en pleno eje madrileño bajo máximas de 34º, se permitieron alguna escapada a los restaurantes de la zona para refrescarse o a establecimientos de comida rápida para un almuerzo frugal. Reconocen que no se han topado con grandes muestras ni de apoyo ni de desafecto por parte de los ciudadanos. «Más bien indiferencia. Hay que tener en cuenta que estamos en plenas vacaciones y no hay tanta gente», comentan. Los miles de taxistas que se concentraron ayer en la Castellana estaban exhaustos, pero expectantes. Exhaustos porque, desde que empezaron las protestas, algunos llevan cinco días sin poder irse a casa. Pero expectantes ante el inicio de unas protestas que esperan que fructifiquen en compromisos concretos. Algo que, de momento, no han logrado. «No vamos a desconvocar nada. Hay muy buena voluntad, pero no es suficiente para irnos satisfechos», decían al mediodía. Ya entrada la tarde, se confirmaron las peores noticias. Las asociaciones Fedetaxi, Antaxi y Élite Taxi anunciaron que mantendrán la huelga, secundada ya en las principales ciudades españolas, tras considerar insuficientes las soluciones propuestas por el Ministerio de Fomento.

A última hora de la tarde, los taxistas de la Castellana estaban pendientes de las noticias que les llegaban de Fomento, así como de otras reuniones con otros cargos del Ministerio que preside José Luis Ábalos. Del mismo modo, tenían un ojo puesto en Barcelona, el centro neurálgico de las protestas del sector, y donde los taxistas iban a celebrar una asamblea en torno a las 21:00 horas para acordar una postura tras el comunicado de Fomento. «Estamos a la espera de la decisión que tomen allí, pero todo parece indicar que vamos a dormir aquí», afirmaban ayer a LA RAZÓN desde la asociación Plataforma Caracol. Y así fue, en torno a las 21:30 horas, los taxistas decidieron que se quedarían a dormir en la Castellana. Una decisión tomada de «forma espontánea». «Estaremos ahora mismo aquí en torno a 2.000 personas. Si me tengo que echar a dormir en el césped, pues adelante. En peores sitios he dormido», afirmaba ayer uno de los conductores.

Podemos quiere legislar para que «el taxi no se venda»

El grupo parlamentario de Podemos en la Asamblea de Madrid se ha posicionado: «El taxi no se vende». Ayer aprovecharon la huelga de los taxistas madrileños para registrar ayer una Proposición No de Ley (PNL) en la que pidieron una modificación legal para que las comunidades autónomas tengan competencia directa para conceder las licencias de VTC, que actualmente dependen del Estado. «La Comunidad, con los adecuados mecanismos de delegación en su caso al Ayuntamiento, podría planificar los servicios de transporte discrecional de viajeros en su faceta de regulador y de ordenación, inspección y sanción de los servicios prestados por ambas modalidades de transporte», añadieron. El diputado podemita Alberto Oliver recalcó que su grupo apoya las demandas del sector del taxi, al tiempo que censuró el «incumplimiento de la Ley». «Es imprescindible que Fomento transfiera a la Comunidad las competencias para poder regular las VTC y permitir que los ayuntamientos, que son los realmente afectados, puedan actuar ejerciendo sus competencias en materia de movilidad urbana», concluyó.