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Asalto en Usera: «O atraco un banco para que me maten o me mato yo»

Antonio, el hombre de 55 años que ayer irrumpió armado en un banco de Usera y tomó a seis rehenes, tenía problemas de alcoholismo, no tenía relación con su mujer e hijas y había amenazado en varias ocasiones con quitarse la vida.

El atracador se entregó sin violencia tras una hora de negociación con la Policía /Ep
El atracador se entregó sin violencia tras una hora de negociación con la Policía /Eplarazon

Antonio, el hombre de 55 años que ayer irrumpió armado en un banco de Usera y tomó a seis rehenes, tenía problemas de alcoholismo, no tenía relación con su mujer e hijas y había amenazado en varias ocasiones con quitarse la vida.

Eran las 9:50 horas de la mañana cuando un hombre ataviado con una chaqueta de camuflaje, gorra negra, gafas de sol y vaqueros hacía su entrada en la sucursal de Bankia que hay en la avenida Rafaela Ybarra, 39 de Usera. Llevaba un arma de fuego modificada para disparar munición real e intenciones para que la cosa no acabara bien, sobre todo, para él. «Toma las llaves de mi casa, quédatelas, porque mañana, o atraco un banco para que me maten o me mato yo», le dijo horas antes a Nubia, propietaria del bar Bukanas, situado al lado de su casa y de la sucursal elegida para dar el golpe. Porque Antonio, como se llama el protagonista de esta historia, no tuvo reparos ayer en asaltar el banco del barrio donde, hasta sus propios rehenes, le conocen de vista. Ni pasamontañas ni nada. Porque, en realidad, Antonio no quería dinero.

Quizás por eso, dentro pedía cosas sin sentido: una pizza, un helicóptero para huir, tabaco... También 50.000 euros, pero casi más por justificar su acción que por tener la aspiración de conseguirlo. Todo esto, lógicamente, no impidió que se aplicase el protocolo policial pertinente. Enseguida se dirigieron al lugar, entre otros, los agentes del Grupo XII de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid, expertos en atracos a bancos, y un especialista que consiguió ponerle un final lo más feliz posible a esta historia.

«Si me cabreáis, volamos todos», llegó a decir mientras mostraba un paquete con cables haciendo ver que portaba un artefacto explosivo, según explicó ayer una portavoz de la Jefatura Superior de Policía. Las mismas fuentes aseguran que en el interior había, entre empleados y clientes, seis personas y que mantuvieron las persianas bajadas.

A lo largo de la hora y media que duró el atraco, fue dejándolos salir gracias a la negociación vía telefónica que consiguieron entablar los especialistas policiales. Al final se quedó con el director de la sucursal, a quien amenazó nada más entrar al local. Tras la intervención de un agente, que se acercó a la entrada probablemente a darle tabaco, Antonio salió con el responsable bancario encañonado y tapándole la boca. A los pocos segundos accedió a las peticiones policiales, apuntó hacia otro lado y, finalmente, dejó su arma en el suelo, que fue custodiada hasta que los agentes del Devi (Delitos Violentos) de la Policía Científica la tomaron y comprobaron que estaba trucada.

Una vez que el delincuente (que ya tenía antecedentes policiales) abandonó su plan, los agentes le redujeron y fue detenido. Como en el interior del banco había dejado el supuesto paquete bomba, siguiendo el protocolo establecido, los Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos (Tedax) acordonaron el lugar y procedieron a inspeccionar la caja. Comprobaron que sólo tenía un cargador de móvil y cables sueltos y verificaron que se trataba de una falsa alarma.

Así, Antonio fue conducido a los calabozos de la comisaría de Tetuán, donde suelen ser trasladados los detenidos por grupos de la Jefatura. A lo largo del día de hoy, los agentes encargados de la operación le tomarán declaración policial y, posteriormente, quizás ya mañana será puesto a disposición de la autoridad judicial en función de guardia de detenidos.

Y así termina la triste historia de Antonio que, por un rato, mantuvo en tensión a todos los vecinos y comerciantes del barrio. Porque la zona también se llenó de «geos» que, según explicaron los comerciantes a la agencia Efe, les invitaron a confinarse en sus locales mientras duraba el atraco. «Ciérrate, apaga las luces y no salgas, porque va armado», le dijeron a una empleada de una tienda de colchones cercana. El dependiente de la tienda de alimentación situada a su lado ni pudo abrir su local y tuvo que refugiarse en el comercio de esta vecina durante una hora en la que, dicen, pasaron miedo, sobre todo al oír «cuatro o cinco disparos», aseguraron a Efe.

Pero, además de la tensión vivida mientras se desconocía el desenlace, muchos vecinos se llevaron una sorpresa al ver salir al atracador del banco. Era Antonio, un vecino de toda la vida, conocido por su mala vida y sus problemas psicológicos y de alcohol. Porque, además de resultar evidentes, él no tenía reparo en airearlos. Esa misma mañana, poco antes de asaltar la sucursal, este ex vigilante de seguridad de 55 años había entrado en el bar Bukanas. Pidió un «sol y sombra» pero se lo negaron dado su embriaguez, según explica la propietaria, Nubia Taborta. Trataron de convencerle incluso para dejara ya de beber: «Te ponemos un desayuno mejor. Venga, Antonio, déjalo ya, anda». No le dieron más importancia porque era un comportamiento habitual en él. Según lo que el propio Antonio contaba a su «confidente» del bar Bukanas, sus problemas no se reducían al alcohol. Asegura que se sentía «muy solo» desde que falleció su madre, la única que, decía le hacía la comida y le cuidaba. Al parecer, Antonio tiene dos hijas que no le «hacen mucho caso» y que viven, junto a su ex mujer, en Vallecas.

Además de anunciar la noche anterior de que iba a atracar un banco para que le matasen, Antonio ya había advertido en anteriores ocasiones de sus intenciones de suicidarse. La semana pasada, según este testimonio, el ahora detenido le contó que estuvo en el Rastro, que había comprado una cuerda y quería enseñársela para ver «si el lazo estaba bien hecho» porque quería colgarse. Hasta ayer, no le daban mucho valor a sus palabras pero sabían que no estaba bien. Al parecer, también tenía serios problemas de salud y le había diagnosticado recientemente un cáncer de piel que no parecía tener buen pronóstico.

Pero el hombre que pudo haberse llevado por delante no sólo su vida, sino la de quienes se encontraban la mañana de ayer en este Bankia de Usera, no sólo se desahogaba con la camarera del bar de al lado de su casa y sus vecinos también sabían de sus problemas. Quienes le trataron, suelen coincidir en el relato. «Yo siempre le veía solo y bebido, muchas veces ni se tenía en pie, iba tambaleándose, pero nunca se ha metido con nadie», contaba ayer una señora a las puertas del bar Perla de Pacífico, a escasos metros de la sucursal dónde Antonio «perdió la cabeza». Otra vecina del barrio aseguró haberle visto más de una vez dando vueltas solo por un parque cercano a la zona del atraco. «Aquí siempre se ponen unos cuantos a vender droga, yo alguna vez le he visto pillarles algo». Otro vecino que pasaba por la zona y que conocía a Antonio «de vista» reconocía no sorprenderle mucho la noticia. «Nunca ha estado bien de la cabeza; sólo pasaba los días enteros en los bares».