Fiesta del Orgullo Gay

Cincuenta decibelios en el salón de casa el Día del Orgullo

Los vecinos de Chueca llevarán a la Comisión Europea su experiencia con el ruido durante las fiestas. El nivel de decibelios alcanza entre los 80 y los 100: más de cien veces lo permitido

El próximo siete de julio será el «día grande» de las fiestas del Orgullo, con el barrio de Chueca como epicentro / Foto: C. Pastrano
El próximo siete de julio será el «día grande» de las fiestas del Orgullo, con el barrio de Chueca como epicentro / Foto: C. Pastranolarazon

Los vecinos de Chueca llevarán a la Comisión Europea su experiencia con el ruido durante las fiestas. El nivel de decibelios alcanza entre los 80 y los 100: más de cien veces lo permitido

El Día del Orgullo Gay y el aumento incontrolado de decibelios. Son las dos caras irreconciliables de una misma fiesta. Antaño de cuatro días de duración, desde que nuestra ciudad fuera nombrada capital del World Pride el pasado año, el evento parece haberse quedado anclado en 11 jornadas. Pocos vecinos quedan por Chueca durante los días que dure el MADO 2018. Los que se lo han podido permitir, han optado por «cogerse» los 11 días de forma forzosa. Otros, como Esteban Benito, lo harán en breve, pero ya ha sufrido las consecuencias incluso antes del día grande de los actos: la manifestación del próximo sábado. Presidente de la Asociación de Vecinos de Chueca, desde el pasado viernes tiene «que tomar cada noche una pastilla para dormir y ponerme tapones en el oídos» para poder conciliar el sueño. Su asociación es la única organización vecinal de Europa que está dentro de la Comisión Europea de Medio Ambiente de Bruselas. «La Comisión abrió un grupo de trabajo de expertos contra el ruido. Sin embargo, sólo acudían funcionarios de cada país. Por eso, decidió abrirla a otras asociaciones», explica Benito. Tras ser invitados en abril del año pasado para relatar sus vivencias, la experiencia de los vecinos de Chueca con el ruido durante las fiestas del Orgullo parece haber llamado la atención de la UE. Después de verano, contarán de primera mano en Bruselas «cómo ha gestionado este asunto el Ayuntamiento: la indefensión de los ciudadanos, las competencias del Consistorio a la hora de defender el derecho a la salud de los vecinos, cómo entregan la ciudad a los lobbies del alcohol...». Y es que los vecinos no se cansan de repetirlo: «Estas fiestas son un evento organizado por empresas del ocio nocturno. El trasfondo gay es sólo un pretexto».

Son ya años de lucha. A la hora de denunciar la situación, este colectivo ha contado con la ayuda de la Ingeniería Acústica García Calderón (IAG). Ya con Alberto Ruiz-Gallardón de alcalde, protestaron por el incumplimiento de la ordenanza municipal: había tres residencias de ancianos en un radio de 150 metros, lo que impedía la celebración de cualquier evento. El entonces primer edil sorteó la situación creando los «conciertos silenciosos»: un escenario con los músicos metidos en cabinas y el público escuchándolos a través de unos auriculares.

Sin embargo, y valga el juego de palabras, el Ayuntamiento de Manuela Carmena ha hecho oídos sordos a las protestas vecinales. El acuerdo del pasado 28 de junio de la Junta de Gobierno autorizaba la suspensión de los niveles máximos de emisión sonora en los eventos enmarcados en la celebración de la manifestación y las fiestas del Orgullo. El motivo es que, al ser una celebración de especial interés, puede quedar exenta de las normativas acústicas. Curiosamente, el Ayuntamiento presentó hace pocos días su Mapa Estratégico del Ruido (MER), en el que aseguraban que más de 60.000 madrileños habían dejado de estar expuestos a los límites reglamentarios de ruido. Hay que señalar que las multas de la Policía Municipal a locales nocturnos por exceso de decibelios alcanzan los 12.000 euros. Y si son reincidentes, pueden llegar a los 300.000.

¿Y cuáles son esos límites? Como explica a LA RAZÓN Eugenio García-Calderón, director de la consultoría IAG, la zona Centro está considerada como Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE) por el propio Consistorio. En la práctica quiere decir que, durante el día, no se pueden superar los 55 decibelios (dB) y los 45 dB por la noche. «El Ayuntamiento ha derogado para estas fiestas la ley de protección acústica. Sin embargo, su ordenanza no es más que una trasposición de la ley nacional. Podrán ser más restrictivos, pero no más permisivos», explica García-Calderón.

Y así es. Estos mismos límites vienen delimitados en el Real Decreto 1367/2007, aprobado por el Gobierno estatal, y que versa sobre la zonificación acústica, objetivos de calidad y emisiones acústicas. «El Ayuntamiento puede legislar todo lo que quiera en su municipio, salvo en lo referente a leyes estatales que no son su competencia. Ningún Consistorio tiene potestad para no cumplir los niveles de ruido: 55 dB, ése es el límite y no otro».

Sin embargo, durante el MADO se superan con creces. A través de los propios datos del Ayuntamiento y sus monitores encargados de medir el ruido
–hay unos 25 en toda la ciudad–, IAG ha constatado que en periodo nocturno se superan los 80 dB. Es decir, 35 dB más de lo permitido. En la práctica, esto no es el doble de ruido «legal». Es mucho más. «La evolución de los decibelios no es lineal, es logarítmica: pasar de 60 a 80 db implica alrededor de cien veces más del ruido permitido», explica García-Calderón. En los días en los que hay concierto, el nivel de decibelios puede superar incluso el centenar.

Así, las viviendas de Chueca se enfrentan a un problema imposible de evitar. «Una buena ventana con aislamiento acústico puede eliminar 30 dB. Sin embargo, eso significa que en la casa están entrando alrededor de 50. Es decir, cinco más de los permitidos en las calles durante la noche», argumenta el experto. La conclusión es que estos vecinos acaban «viviendo» un jolgorio sin salir de casa, cuando la inmensa mayoría sólo quiere descansar.

Esteban Benito describe así la situación a la que se enfrentan. «El ruido de la fiesta del botellón no es como el ruido del tráfico. Sí, el ruido de los coches tiene una onda muy alargada, pero el cerebro acaba acostumbrándose. El de la fiesta es completamente distinto. El cerebro es incapaz de habituarse. Te duermes, te despiertas, te duermes, te despiertas... Es muy difícil de sobrellevar».

Los afectados no comprenden tampoco que el mismo Ayuntamiento que sirve «barra libre de ruido y alcohol» haya abanderado campañas como «Salimos sin molestar», presentada a principios de junio, y que buscaba promover hábitos encaminados a minimizar el impacto del ocio nocturno en la capital a través de puntos de información, guías y mediadores. Y, entre todos los distritos, la campaña, liderada por la delegada del área de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés, tenía un área de especial actuación: Centro, donde, entre otros barrios, se encuentra el de Chueca.

El veto a Garrido se mantiene

Los organizadores del Orgullo mantienen el veto al presidente regional, Ángel Garrido, que ayer se reunió con representantes de Cogam. «No se puede cambiar lo no hecho durante los últimos dos años. Nunca ha habido veto a la participación, pero el escenario y la pancarta de cabecera son lugares políticos a los que invitamos a las instituciones que consideramos que lo merecen», dijeron los organizadores. Y eso pese a que la Comunidad anunció ayer el nombramiento de un coordinador parra el desarrollo de la ley contra la LGTBifobia.