Abusos a menores

El padre de una presunta víctima del profesor de piano: «Creo en mi hija. En quien no creo es en él»

Comienza el juicio contra Andrés Díez, profesor del colegio Valdeluz y de la academia Melodía Siglo XXI. La Fiscalía pide para él 69 años de cárcel.

El abogado del colegio Valdeluz, Jesús Mandri/Foto: J. Fdez.-Largo
El abogado del colegio Valdeluz, Jesús Mandri/Foto: J. Fdez.-Largolarazon

Comienza el juicio contra Andrés Díez, profesor del colegio Valdeluz y de la academia Melodía Siglo XXI. La Fiscalía pide para él 69 años de cárcel por los abusos sexuales continuados sobre 14 jóvenes, menores cuando sucedieron los hechos.

Comienza el juicio contra Andrés Díez, profesor del colegio Valdeluz y de la academia Melodía Siglo XXI. La Fiscalía pide para él 69 años de cárcel por los abusos sexuales continuados sobre 14 jóvenes, menores cuando sucedieron los hechos. Los hechos, juzgados en la sección 23 de la Audiencia Provincial de Madrid, se habrían producido entre 2004 y 2014, aunque hay casos que se remontan a la década de los 90.

El caso se juzga a puerta cerrada con el objetivo de preservar la identidad de las víctimas. El acusado llegó puntual, a las 10:00 horas, aunque entró por el garaje del edificio para evitar ser captado por las cámaras.

«Creo en mi hija, en quien no creo es en él», afirmó Javier Rodriguez, padre de una de las víctimas que declaró en la mañana hoy. La joven, de 28 años, tenía 14 cuando sucedieron los hechos que hoy se juzgan. Según el escrito del fiscal, «sufrió una serie de tocamientos» cuando recibió clases de Andrés Díez, en la academia Melodía Siglo XXI. «Me lo contó mi hija durante unas Navidades en casa. Pero pensamos que presentarnos solos ante un tribunal podía ser devastador para ella. Por eso, entonces optamos por el silencio», afirmó este padre. Sí se pusieron en contacto posteriormente con el tutor del Colegio Valdeluz y también con algunos padres, ante la sospecha de que podían haberse producido más casos. Al hablar con otra alumna y ver que el modus operandi se había repetido, optaron por denunciar. «Cuando se lo conté a la tutora se quedó atónita. Este hombre era la persona más querida del centro. Era el alma del colegio», relata.

Esta joven «tuvo serios problemas. Empezamos a tener noticias de que algo le pasaba no por los tocamientos, sino por los trastornos alimenticios que sufría y que luego vimos que podían estar relacionados con los hechos».

Por todo ello, este padre quiere que el acusado «cumpla los años que pesan sobre él. Lo malo es que nadie pueda decir si después está rehabilitado o no».