Literatura

Finlandia

Guadarrama, cumbre cultural

A lo largo de la historia los encantos de la sierra madrileña han servido de inspiración a grandes autores como Aleixandre, Baroja o Hemingway

Ese patrimonio artístico pasaa ahora a formar parte del legado del nuevo Parque Nacional
Ese patrimonio artístico pasaa ahora a formar parte del legado del nuevo Parque Nacionallarazon

«Oh sí, llevad amigos, su cuerpo a la montaña, a los azules montes, del ancho Guadarrama». Se trata de unos versos del mismísimo Antonio Machado inscritos en una roca que yace en la serranía de Guadarrama, concretamente en el Parque Natural de Peñalara. Es un claro ejemplo de la otra cara de la moneda del futuro Parque Nacional de las Cumbres de Guadarrama, que más pronto que tarde, presumiblemente a principios de verano, será proclamado oficialmente como tal. Es por ello que se puede decir que es un objetivo cumplido tras casi un siglo de esfuerzo, teniendo en cuenta que, en 1920, la Sociedad de Alpinismo Peñalara propuso que la sierra de Guadarrama fuese declarada Parque Nacional, aunque no tuvo éxito y hubo que esperar hasta principios del s. XXI para impulsar este reconocimiento.

Se han leído muchas informaciones sobre las cuestiones técnicas que rodean a este paraje natural de Madrid–parte de él también se encuentra ubicado en Segovia–: 800 kilómetros de sendas y rutas, cuatro centros de atención turística, un total de 33.664 hectáreas, etc. Sin embargo, posiblemente uno de los mayores atractivos que tiene este espacio es, además de los propios paisajes, su valor cultural. «Será el único parque de la Red de Parques Nacionales que tenga rutas y senderos vinculados con las letras y las artes de nuestro país», explicó Borja Sarasola, consejero de Medio Ambiente de la Comunidad. En primer lugar, y por poner un ejemplo, la sierra de Guadarrama tiene presencia en los textos más importantes de nuestra literatura desde el «Libro de Buen Amor», de Juan Ruiz (Arcipestre de Hita), hasta llegar a las obras de autores como los nobel de Literatura Camilo José Cela y Vicente Aleixandre, y otros como Pío Baroja y el estadounidense Ernest Hemingway.

Entre sus bosques y valles aguardan numerosas anécdotas y lugares que de una manera u otra han llegado hasta millones de personas. El Puente del Perdón, ubicado justo enfrente del Monasterio de Santa María de El Paular (Rascafría), es el punto de origen desde el que se puede llegar hasta el molino de papel de Los Batanes, «donde se imprimió la primera parte de "El Quijote", vendido en Madrid por primera vez en 1606», apuntó Juan Vielva, director de conservación del Parque Natural de Peñalara. El camino entre un punto y el otro es el camino del Bosque de Finlandia, un extenso espacio natural arbolado con abedules y píceas, propios del país nórdico. Tanto el Puente del Perdón como el Monasterio de El Paular (como es conocido coloquialmente) tienen mucha historia detrás. El primero, que data de 1302 –aunque fue reconstruido en el siglo XVIII– debe su nombre a que «era donde se juzgaba a los presos. Había cuatro votos y con tres en contra, el detenido no tendría salvación», indicó Sarasola. A los malafortunados les esperaba un recorrido de unos dos kilómetros hasta llegar a la Casa de la Horca, ubicada en el Mirador de Robledos, desde donde hay unas vistas impresionantes que albergan todo el valle de El Paular. Por su parte, el monasterio tuvo una relación directa con el Molino de Papel, ya que, desde su fundación en 1390 –fue el rey Juan I de Castilla quien lo construyó, pero fue planeado por su padre, Enrique II– hasta 450 años después, en 1835 (debido a la desamortización de Mendizábal), fue un monasterio cartujo, y eran estos monjes quienes se ocupaban de la imprenta de obras.

Otros signos de la importancia cultural que tiene el Parque son, por ejemplo, los que se encuentran en el Mirador de Rosales (en honor al escritor Luis Rosales) o el de Vicente Aleixandre, desde los que se puede divisar el Valle de la Fuenfría (Cercedilla). Hasta llegar a ellos, la literatura brota de las piedras del suelo. Y es literal, en las rocas que hay por los terrenos se pueden leer inscripciones como la que abre este reportaje u otras de García Nieto y Leopoldo Panero. Otro punto importante es la presencia de los paisajes en la pintura. «Velázquez utilizó estas serranías para algunos fondos de sus cuadros», argumentó Vielva.

Por estos campos, también se encuentra un reloj de sol, el Reloj de Cela (en la pradera de Navarrulaque), que fue inaugurado por el escritor. El visitante puede subirse a una placa de piedra principal, que contiene las diferentes épocas del año y, de pie con un palo en dirección al cielo, podrá obtener la hora del día. La sombra se dirigirá hacia las pequeñas piedras que contienen la hora.

También es muy curioso ver cómo, subiendo hasta el Mirador de Rosales, se puede disfrutar de una calzada romana del s. I d.C. (mantenida en bastante buen estado en algunos tramos) que en su día, según varios investigadores, tuvo un recorrido que iba desde la Casa de Campo, pasando por Las Rozas, Villalba, Guadarrama, Los Molinos, Cercedilla y Fuenfría, para atravesar la sierra y llegar hasta Segovia.

Definitivamente, este Parque Nacional aguarda en sus entrañas parte de la obra artística y literaria más importante de Madrid y de España.