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Ayuntamiento de Madrid

La Casa Grande, para los más pequeños.

El Ayuntamiento de Madrid abre cuatro en la capital, situadas en Carabanchel, Villa de Vallecas, Ciudad Lineal y Tetuán.

Imagen de la Casa Grande (Fotos, Rubén Mondelo) larazon

Ya existe un lugar para que los más pequeños correteen, juegen, interaccionen con otros niños y con su familia de forma segura. Además, este espacio también concierne a los padres, que están invitados a colaborar activamente y a compartir entre ellos.

Todo esto es posible en Casa Grande, y es que, como dice la ya asidua Marta, “no es un espacio completo, es completísimo”.

A principios de este mes se han inaugurado las cuatro Casas Grandes que existen hoy en Madrid; situadas en los barrios de Carabanchel, Villa de Vallecas, Ciudad Lineal y Tetuán.

LA RAZÓN visitó ayer la que se encuentra en el número 21 de la calle Numancia, donde nos explicaron, y pudimos ver, todo aquello que ofrece el proyecto. Al llegar, enseguida percibimos un ambiente muy positivo. Los tres trabajadores del centro, Ruth, María (psicólogas) y Pablo (educador social) nos acogieron con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.

De manera general, es un espacio “de vinculación para las familias a través del juego” según explica Ruth a este diario, coordinadora del centro. Lo que ofrece Casa Grande es un espacio comunitario, donde los niños de 0 a 4 años puedan jugar sin ningún peligro, interaccionando con otros pequeños, de diversas edades, con sus padres y otras familias. “En definitiva, queremos que este espacio sea su segunda casa”, relata María, psicóloga del centro. “Casa Grande es un lugar donde jugar y descubrir, donde compartir inquietudes y experiencias y donde, en definitiva, hacer comunidad”, añade. Casa Grande no es una ludoteca o una guardería, este espacio alberga mucho más que eso. Abierto de martes a domingo de 16:00 horas a 20:00 horas y los martes y jueves también por la mañana, este espacio ofrece un lugar para que los más pequeños, que no siempre pueden estar corriendo en un parque, “puedan explorar y jugar sin complicaciones ni peligros” cuenta Ruth. La coordinadora explica que este proyecto tiene efectos a largo plazo “porque un desarrollo correcto en esas edades y un contacto continuado entre diferentes familias del barrio, hace que tengamos mejores relaciones en el futuro”. Gracias al acompañamiento ofrecido por María, Ruth y Pablo, se trabajan las relaciones entre madres, padres e hijos. Así como el desarrollo de la pequeña o del pequeño. “Es importante que se sientan bien con sus familias” continúa Ruth. “Buscamos trabajar el apego sano entre padres e hijos” añade María, “que las familias del barrio se conozcan, que los niños y niñas jueguen entre ellos, sean de la misma edad o no, con todo lo que eso aporta. Ofrecemos talleres sobre aquello que las familias deseen aprender, y queremos que aprendan simplemente compartiendo experiencias”.

Casa Grande nace de una necesidad. El plan de Infancia y adolescencia del Ayuntamiento ya tuvo la inquietud por crear un proyecto así desde hace unos años. “Sacaron a concurso público la iniciativa y ganó nuestra entidad, Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD)”. Además, paralelamente, a través de los presupuestos participativos, “un nutrido grupo de personas también lo pedía, lo que hizo que dos sinergias confluyesen y dieran resultado a las cuatro Casas Grandes que hay hoy en Madrid”. Quizás de ahí deriva, entre otras cosas, la estupenda acogida que están teniendo entre la gente.

El espacio de Casa Grande está distribuido en diferentes zonas. Hay cuatro zonas de juego: la primera que ofrece un popurrí de juegos que cuenta con la gran estrella, “la casita”. A continuación están la zona de psicomotricidad, la zona de juego simbólico y la zona del bebé. También hay una exclusivamente para los padres, donde tomar té o café, que técnicamente llaman de “separamiento”. Sirve para que puedan compartir entre ellos, sin los pequeños, y para que además sus hijos “trabajen el apego sano”, nos cuenta María. Es importante que los niños sepan estar jugando sin que sus cuidadores estén todo el rato encima, “que aprendan a tener autonomía y a volver a la zona de apego”. En Casa Grande, aunque todas las interacciones que ahí se desarrollan lo hacen de una manera muy natural, está todo muy pensado. Todas las zonas de juego son abiertas, para fomentar que los pequeños vayan a cualquier zona que les apetezca, y no haya obstáculo alguno para descubrir y divertirse. Además, por ejemplo, la zona de juego simbólico, que es para los niños más mayores, está justo en el lado opuesto de la zona del bebé, para que los más jóvenes puedan observar a los más mayores y tomarlos como modelo.

Las familias con niños más pequeños, “venían contando que se les ha hecho muy largo el invierno” relata Pablo. “Cuando llueve, hace frío o incluso hace demasiado claro para estar en la calle, tienes al niño todo el día en casa, que empieza a colapsar, tu empiezas a colapsar con él y hay que hacer algo” explica Marta, a la que se le escapa una risa final. Por eso, dice, “este espacio es tan necesario”. “Además de que en el parque, a mi hija de año y medio no la puedo dejar correr y jugar como quiera”. Marta explica que Casa Grande “ofrece espacios de juego libre y talleres, que ayudan a estimular al niño y apoya a los padres”. Todo esto es lo que a ella le ha convencido desde el principio. Mariel, viene con su hija Lorena, de 13 meses. Cuenta a este diario que “está encantada, vinimos el martes a probar y no nos hemos perdido ni un sólo día desde que empezamos”. Lorena, un personita intrépida y sonriente, no deja de correr de lado a lado, cogiendo los juguetes que a ella se presentan, y enseñándoselos a su madre para que juegue también.

Aunque aún no han empezado los talleres, estos pueden abordar temas como la alimentación de los niños, las pesadillas nocturnas, las rabietas, el paso de la papilla a la comida sólida... Pablo explica, entre otras muchas cosas, que los talleres dependerán de los deseos de las familias, y serán construidos entre todos, aunque él, como trabajador social, y María y Ruth como psicólogas, guíen un poco las sesiones.

Casa Grande quiere ser un espacio inclusivo, donde la comunidad de vecinos pueda interaccionar y conocerse, y así “se cree una red de apoyo, que es fundamental ahora que la familia extensa no está tan presente, por ejemplo”. Este planteamiento favorece la cohesión social dentro del barrio, además de, por supuesto, añadir a la agenda de los pequeños, nuevos amigos que viven muy cerca.

Pablo ha querido recalcar que estos espacios están muy popularizados en países europeos como Francia (país de origen de este tipo de proyectos), Suiza, Noruega.. Y que aunque acaban de llegar a Madrid, en Barcelona el primer espacio de este tipo se abrió en 1996. Cuenta que la oferta de juego para los niños de entre 0 y 4 años es bastante reducida, y que sin embargo, es esencial. Los estudios dicen que el cerebro de un niño se multiplica por tres en esta etapa. Pasa de pesar medio kilo a kilo y medio desde que nace hasta los tres años. En ese momento, el cerebro “es una esponja” y tiene que desarrollar funciones básicas que si no, más tarde “no serán recuperables”. “Si no estimulas a un crío durante esos años, luego esas discapacidades cognitivas son irrecuperables. La infancia y la adolescencia ya no son iguales en cuanto a estimulación y aprendizaje” aclara. “Al ser una etapa tan importante y esencial, es normal que las culturas más avanzadas se preocupen también de ofertar educación de 0 a 4, es un pequeño privilegio que nos podemos permitir los países del primer mundo”.

Casa Grande ofrece tantas cosas que es difícil llegar a contarlas todas. Por ello, si tienes un pequeño de entre 0 y 4 años es mejor que vayas a descubrirlo.

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