Hostelería

Más de 50 multas a los bares de Ventas

La Policía, aseguran, ha levantado acta casi todos los días de la feria y en horarios distintos a los que suelen hacerlo: entre las tres y las cinco de la tarde. Se ven obligados a «lidiar» con los clientes para evitar que beban en la calle.

El Capote es uno de los bares que se han visto afectados por la decisión del concejal-presidente de la Junta de denegarles declarar la zona como recinto ferial. Foto: Gonzalo Pérez
El Capote es uno de los bares que se han visto afectados por la decisión del concejal-presidente de la Junta de denegarles declarar la zona como recinto ferial. Foto: Gonzalo Pérezlarazon

La Policía, aseguran, ha levantado acta casi todos los días de la feria y en horarios distintos a los que suelen hacerlo: entre las tres y las cinco de la tarde. Se ven obligados a «lidiar» con los clientes para evitar que beban en la calle.

La Feria de San Isidro toca a su fin mañana. Unos festejos marcados por la lluvia y el cielo gris. La doble puerta grande de Talavante y López Simón, épica tras una tarde tormentosa; el récord del rejoneador Diego Ventura, que tras cortar dos orejas salió igualmente a hombros por decimoquinta vez... Son algunos de los momentos irrepetibles que nos ha dejado la cita taurina madrileña más esperada. Sin embargo, otras situaciones sí que se repiten edición tras edición. Es el caso de los bares de la zona de Ventas. De nuevo, el bullicio que se crea en torno a los locales, antes y después de las corridas, va a salirles caro. «Han levantado a varios locales cinco o seis actas. Podemos hablar tranquilamente de alrededor de cincuenta multas», explica a este diario César Molero, propietario de La Tienta, uno de los bares afectados, directivo de La Viña-Asociación Empresarial de Hostelería de Madrid y portavoz de una asociación que engloba a cerca de 25 locales en la zona.

Tal como adelantó LA RAZÓN el pasado 9 de mayo, los bares de Ventas que se encuentran dentro del distrito de Salamanca habían solicitado permiso a la Junta de Distrito para que este área fuera considerada «recinto ferial» el tiempo que durara la feria: del 8 de mayo al 10 de junio. No era algo excepcional. Se trata de una solicitud que se concede en celebraciones puntuales como las fiestas de la Paloma, la celebración de partidos de fútbol –«ahí jamás multan a nadie», puntualiza Molero– o el día del Orgullo Gay. Con esta petición, los hosteleros pretendían que la Junta les permitiera servir bebidas en los aledaños de los locales. Concretamente, desde las 17:00 hasta las 00:00, de domingo a jueves, y de 17:00 a 1:00 los viernes y sábados. Con ello, querían evitar la riada de multas por parte de la Policía Municipal, entre otros motivos, por beber en la calle.

Fue el PP el que llevó la propuesta de los hosteleros a la Junta de Distrito de Salamanca. El resultado fue holgado: 3-1 a favor de la petición de los bares, con los votos favorables de los concejales de PP, PSOE y Ciudadanos. Sólo Ahora Madrid votó en contra. Sin embargo, Pablo César Carmona, concejal-presidente de la Junta, hizo oídos sordos. ¿El problema? Que no había tiempo suficiente para declarar la zona como recinto ferial.

«El año que viene, antes de marzo, se lo volveremos a pedir. Lo haremos mucho antes, para que no tenga excusa. Sabemos que está en nuestra contra y va a ser muy complicado. Pero si se aprobó tiene que valer de algo. Si no, ¿para qué vale tener una mayoría en el pleno?», se pregunta César Molero. No en vano, sobrevuela la idea de que la desafección de Ahora Madrid al mundo taurino está detrás de la falta de apoyo por parte del concejal.

El Capote, en pleno corazón de Ventas, es otro de los puntos de reunión indiscutibles dentro del mundo del toro. «Hay muchísimos sitios que atraen a los turistas en los que se cierran las calles, como ocurre el día del Orgullo Gay. Cuentan con todas las facilidades, se les pone un plazo y horas adecuadas para poder trabajar... Sin embargo, en una fiesta de los toros no nos dan ninguna ayuda», explica José Llallico, propietario de El Capote. ¿El resultado? «Prácticamente la Policía nos ha levantado acta casi todos los días», asegura. Algunas de ellas pueden acabar materializándose en multas «de 3.500 euros para arriba».

Llalico habla de levantar acta porque, en principio, la Policía Municipal no pone la multa de forma instantánea. Vendría a ser su antesala. La mayoría de ocasiones en las que se presentan las autoridades a estos bares se debe a las llamadas de los vecinos. Como explican los hosteleros, si por algo se caracteriza esta zona es por la quietud. Los vecinos están acostumbrados a vivir 11 meses muy tranquilos hasta que empieza la feria: una vez comenzado mayo, les cuesta pasar por las calles y aparcar, la gente en las puertas de los bares comienza a hacer demasiado ruido... y, al final, terminan llamando a la Policía. Eso sí, se han dado algunas situaciones inéditas. Lo habitual es que los agentes se presentaran de noche, que es cuando más quejas se reciben. En esta edición «están viniendo en horarios que nunca habíamos visto: entre las tres y las cinco de la tarde», dice Llallico. Una vez allí, los hosteleros tienen que rendir cuentas no ya sólo por el ruido o por el hecho de que la gente beba en la calle. «Miran los aforos, los extintores...», señala Molero. «Piden el carné a los clientes para saber si son menores de edad, les preguntan lo que han bebido, dónde lo han comprado...», relata Llallico.

Miguel Ángel Martín Losada es dueño del bar-restaurante Puerta Grande, que cumple 18 años en la zona de Ventas. Ha sido afortunado. En lo que va de feria no ha recibido ninguna multa. Sí se le impuso una en Navidades por valor de 5.000 euros. ¿El motivo? «Volumen de actividad». Es decir, gente bebiendo en la puerta. También es cierto que este año ha tomado medidas. Hace 10 días, un agente se presentó en su local. «Sabe que esta zona se va a poner de gente hasta arriba por los toros», le dijo. «Que sepa que los vecinos nos llaman y que podríamos vernos obligados a denunciarles. Si hay una segunda denuncia, puede conllevar una multa de 50.000 a 300.000 euros», añadió al dueño. «Yo no puedo controlar a la gente que sale en la calle. Esto es un espectáculo de masas. Me sugirieron que pusiera a un guardia jurado. Por eso, tomo más precauciones que ningún otro año», afirma el propietario del Puerta Grande. Así, se ha visto obligado a «lidiar» con los clientes y explicarles que deben permanecer dentro del local, algo «que no todo el mundo entiende».

La opinión generalizada es que «la permisividad que hay con otros espectáculos de masas no la hay con el mundo del toro. No sé si será acoso. Dicen que van a por nosotros. Meten una presión que no meten en otros espectáculos». Algo, por cierto, que no sólo está ocurriendo ahora, sino que se remonta a otras legislaturas. Y les está perjudicando mucho: «El mes de mayo es nuestro mes de superviviencia», dice Martín, debido a la aglomeración de clientes durante la Feria de San Isidro. Además, hay otro sentimiento entre los comerciantes de la zona aún menos halagüeño: una campaña generalizada de «desprestigio contra el mundo de los toros». Este hostelero estaba involucrado en muchas actividades de ámbito taurino: exposiciones de arte, presentaciones de libros... Editaban una revista de 8.000 ejemplares. Poco a poco, los apoyos a la fiesta se han ido diluyendo.

El problema que afrontan los locales de Ventas parece cronificarse. Esta edición, además, no ha sido satisfactoria: el frío, cuando no la lluvia, ha provocado que muchos de los parroquianos habituales de San Isidro hayan preferido quedarse en casa.

Más de 9.000 denuncias a las terrazas en 2017

¿Qué sucederá este año con las terrazas de Madrid? Esta es la duda que se deben estar planteando los hosteleros de la capital tras el recuento de multas del pasado año. Como adelantó «20 Minutos», el año pasado, los agentes de la Policía Local impusieron 9.071 denuncias a bares y restaurantes de la capital por el incumplimiento de la vigente normativa municipal sobre terrazas. Si se compara con los registros de hace dos años, la cifra es ligeramente inferior a, cuando se impusieron 9.250 denuncias.

De todas las que interpusieron los agentes, cuatro de cada diez fueron de carácter grave. Y, por lo tanto, supusieron una sanción de hasta 1.500 euros. Y es que se considera como infracción grave la no presentación del seguro obligatorio, que supuso unas 1.982 denuncias, la instalación de mobiliario no autorizado, que se tradujo en otras 1.338 procedimientos. También se considera grave incumplir el horario establecido. Por este motivo se interpusieron 301 denuncias, 2030 establecimientos fueron sancionados por ocupar más superficie de la autorizada y casi un centenar recibieron una notificación de la Policía Local por apilar mobiliario en la vía pública. El resto de procedimientos sobre todo se abrieron por no tener la licencia visible.