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Lotería de Navidad 2025

Ni por un trébol de cuatro hojas ni por la cabeza de un calvo: el objeto por el que algunos juran que hay que pasar el décimo

Este año, un gesto sencillo con un objeto muy concreto está ganando fuerza entre quienes no quieren dejar la suerte al azar… al menos en lo simbólico

Ni por la cabeza de un calvo ni por la chepa de un jorobado: este es el objeto por el que debes pasar tu décimo para que te toque Unsplash

En cada casa hay una manera distinta de tentar a la fortuna cuando se acerca el Sorteo de Navidad. Hay quien guarda su número en un cajón "especial", quien lo deja a la vista como recordatorio optimista y quien, directamente, recurre a pequeños rituales de toda la vida. No cambian las probabilidades, pero sí da esa sensación de que estamos haciendo algo para que el premio nos mire con mejores ojos.

La Lotería de Navidad no solo es un sorteo, es una tradición que se vive con emoción colectiva y con supersticiones heredadas. En ese clima, los décimos se transforman en objetos casi simbólicos: los tocamos, los movemos, los "protegemos" y los colocamos en sitios que, por creencia o por costumbre familiar, parecen más propicios para que la suerte se instale.

Más allá de los clásicos de siempre, hay quien opta por un amuleto concreto que gana protagonismo cada diciembre: el gato chino de la suerte. La idea es sencilla: acercar o pasar el décimo por este símbolo de prosperidad antes de guardarlo, como si el ritual "activara" la fortuna.

Otros gestos para "cargar" de fortuna un décimo

Más allá del gato chino de la suerte, muchas personas han popularizado otros gestos sencillos: pasar el décimo por un objeto que representa prosperidad, protección o buena energía. La lógica es casi universal en el imaginario popular: si algo tiene "buena vibra", el boleto puede impregnarse de ella.

A partir de ahí, proliferan variantes muy comentadas:

  • Dejar el décimo cerca de símbolos de prosperidad. Algunas personas lo colocan al lado de figuras o imágenes asociadas a la suerte y la protección, como santos venerados en casa o elementos tradicionales que transmiten calma y confianza.
  • Guardarlo junto a un amuleto personal. Hay quien no confía tanto en los talismanes clásicos como en los suyos propios: una pieza heredada, un objeto de un viaje especial o cualquier detalle al que se le atribuya un valor emocional que "atrae lo bueno".
  • Acompañarlo de dinero. Siguiendo esa idea popular de que la abundancia llama a la abundancia, se guarda en un sobre con billetes o en el lugar donde se conservan los ahorros.
  • Usar la superstición al revés. Algunos optan por la versión más irónica: rozar el décimo con símbolos asociados a la mala suerte o dejarlo cerca de ellos como estrategia de "psicología inversa".
  • Ponerlo junto a un boleto ya premiado. Si alguien consigue uno antiguo que haya tenido premio en otra edición, puede convertirlo en un pequeño "imán" simbólico para el nuevo número.

En el fondo, estas prácticas responden a lo mismo: la necesidad humana de reducir la incertidumbre cuando algo importante depende del azar. Ningún ritual garantiza un premio, pero sí puede funcionar como un gesto de ilusión compartida, especialmente en una época del año donde la emoción colectiva pesa tanto como los números.

Y si algo deja claro esta tradición es que, aunque el azar mande, la Navidad siempre encuentra la forma de colarse en los detalles. Incluso en la manera en la que cuidamos un décimo como si fuera un pequeño talismán doméstico.