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Consumo

“Los cigarrillos deben estar en los museos”

La frase podría haber sido dicha por cualquier profesional sanitario. Y no llamaría la atención. Podría ser una afirmación de quienes mantienen un estilo de vida saludable y hasta por quienes se preocupan por el gasto en salud. Y tampoco sería ilógica. Lo que suena contraintuitivo es que sea parte de un discurso pronunciado por Jacek Olzcak, CEO de Philip Morris International (PMI), uno de los principales fabricantes de cigarrillos del planeta. Pero si profundizamos un poco más, tiene todo el sentido

“Los cigarrillos deben estar en los museos”
“Los cigarrillos deben estar en los museos”PMS

Contenido por PMS

Tanto la Universidad de Harvard como centros oncológicos de todo el planeta, o el Centro Nacional de Salud británico (NIH) y hasta gobiernos, señalan la oportunidad que representan las alternativas libres de humo a la hora de dejar por completo el consumo de cigarrillo.

¿De dónde partimos?

“Partimos de la base de que los cigarrillos deben estar en los museos y que lo mejor que cualquier persona puede hacer es dejar de fumar o no haber consumido nunca ningún producto de tabaco o nicotina” – señala Olzcak -. Pero la realidad es que hoy en día, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 1.000 millones de personas, fuman en el mundo.

Uno de los problemas es que las políticas dedicadas a la prevención de este hábito o a su abandono llevan años sin conseguir resultados realmente relevantes, como podemos ver en base a estas cifras. Paralelamente, compañías como PMI decidieron hace años escuchar las demandas de la sociedad y mirar a la ciencia para poder abordar los efectos negativos de sus productos.

Así, desde 2008, Morris International ha invertido más de 10.700 millones de dólares en investigación científica y desarrollo de producto, así como la conversión de la capacidad productiva (incluyendo la reconversión de plantas dedicadas a la fabricación de cigarrillos tradicionales) en relación con diferentes productos libres de humo.

hoy en día, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 1.000 millones de personas, fuman en el mundo.
hoy en día, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 1.000 millones de personas, fuman en el mundo.Philip Morris

Como consecuencia de estos avances en I+D y las innovaciones relacionadas, a finales de 2022, las cinco mayores oficinas de propiedad intelectual en el mundo (IP5) ya habían concedido 2.500 patentes sobre tecnologías libres de humo a PMI. Un número sorprendente teniendo en cuenta que es la misma cantidad de patentes que registró Apple, una compañía dedicada a la tecnología, en 2022.

Las bases sobre las que se sustentan estos avances en materia de reducción del daño asociado al hábito de fumar se encuentra en la combustión. Y es que, cuando se enciende un cigarrillo, éste se quema y alcanza temperaturas superiores a los 600ºC con cada calada. Esto genera el humo, que contiene unos niveles de sustancias tóxicas muy elevado, y que es la principal causa de enfermedades relacionadas con fumar.

Por el contrario, y gracias a esta inversión en I+D, las alternativas libres de humo, al no quemar sino que solamente calentar tabaco o un compuesto líquido, reducen de manera significativa los niveles medios de sustancias tóxicas, y generan un vapor o aerosol esencialmente diferente al humo de un cigarrillo.

¿Qué más podemos hacer?

A pesar de estos avances, nos encontramos inmersos en un debate ideológico que está poniendo obstáculos a la ciencia. El debate no debería ser si estos productos proceden de una empresa u otra, sino si realmente son mejores que el cigarrillo y si, en aquellos países en los que hay un apoyo por parte del gobierno hacia estas alternativas, se han conseguido resultados visibles.

Aunque los productos libres de humo están sujetos a fuertes restricciones en algunos países, un número creciente de gobiernos comienzan a reconocer que pueden ser una mejor alternativa al tabaco de combustión para los fumadores que no van a dejar el hábito. En este sentido, estos gobiernos están complementando sus políticas tradicionales de control del tabaquismo con un enfoque de reducción del daño: dando a los fumadores adultos, que de otro modo continuarían fumando, información -y acceso- a alternativas sin humo científicamente validadas para que dejen atrás el cigarrillo. De esta forma, se trabaja no solo en disminuir la cifra de fumadores, sino también en reducir el riesgo de daño de los mismos.

Morris International ha invertido más de 10.700 millones de dólares en investigación científica y desarrollo de producto.
Morris International ha invertido más de 10.700 millones de dólares en investigación científica y desarrollo de producto.Philip Morris

Los ejemplos son numerosos: Reino Unido, Estados Unidos o Nueva Zelanda, están entre ellos. Pero también está el ejemplo de Suecia, un país que hoy en día cuenta con una de las tasas de tabaquismo más bajas del mundo, un poco más del 5%. Datos de la Unión Europea , por ejemplo, señalan que, mientras en España (novenos en cuanto a consumo europeo) los fumadores llegan a los 20 cigarrillos, Suecia (en el último lugar) no alcanza los cinco. ¿A qué se debe esto? El país escandinavo lleva décadas apostando por el snus, una forma no combustible de tabaco húmedo que se coloca entre el labio y las encías. Esto hace que las tasas de mortalidad por consumo de tabaco en Suecia sean mucho, mucho más bajas que en los países de la UE donde el snus está prohibido: menos de la mitad, por ejemplo que Dinamarca y tres veces menos que países como España, Francia o Hungría.

“Permítanme repetir esta hipótesis – concluye Olzcak -. Basándonos en los propios datos de la OMS, vemos el potencial real de una reducción de diez veces en las muertes atribuibles al tabaquismo si los fumadores cambiaran completamente a los productos sin humo. Y este impacto positivo podría ser aún mayor si se combinara con medidas tradicionales para desincentivar la iniciación y fomentar el abandono”.

Sí, existe la posibilidad de ayudar a combatir el impacto que genera el tabaquismo en la salud pública, pero no es algo que se consiga de la noche a la mañana ni de manera individual, sino que es necesaria la colaboración del resto de partes interesadas, como las autoridades públicas y las comunidades médica y científica.

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