Venta minorista

La venta ambulante, una odisea laboral: “Hoy comes, mañana no lo sabes”

Estos trabajadores viven en pésimas condiciones y cada vez les cuesta más salir adelante

Una encuesta de ATA revela que el 42,37% de los autónomos creen que su negocio irá a peor en este 2020, y solo uno de cada diez piensa en que mejorará
Una encuesta de ATA revela que el 42,37% de los autónomos creen que su negocio irá a peor en este 2020, y solo uno de cada diez piensa en que mejorarálarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@36cc45a3

José (nombre ficticio) se levanta todos los días a las 2:30 de la madrugada para ir a Mercamadrid y comprar su género de frutas y verduras. Monta su puesto en el mercadillo que le corresponda y allí pasa toda la mañana. Los lunes, por ejemplo, se encuentra en el mercadillo Camino de las Cruces, en el distrito de Carabanchel, y a su casa no llega hasta las cuatro de la tarde. "Esto no es vivir, es una vida muy mala, muy sufrida", comenta este vendedor ambulante que prefiere estar en el anonimato, tras lamentarse: “No puedes descansar, hay que trabajar para salir adelante”.

La venta ambulante se emplea para designar a aquellos comerciantes que se dedican a la venta fuera de un establecimiento comercial, según la Ley 7/1996, de 15 de enero. En España hay en torno a 3.500 mercadillos que se celebran cada semana y, detrás de ellos, 40.000 autónomos y sus familias viven de este oficio.

Haga frío o calor, esté lloviendo o nevando, haya niebla o viento y en cualquier estación del año, los trabajadores de la venta ambulante tienen que cumplir y trabajar día sí y día también. “El clima es lo que peor llevamos. Haga el tiempo que haga, hay que venir igual, es lo que hay”, asegura Pedro, que vende ropa en mercadillos casi todos los días, excepcionando los jueves y los domingos. Entre los lugares donde va a vender está Alcorcón, donde acude los martes.

El pasado mes de diciembre, el 82% de los autónomos tiene jornadas laborales de hasta diez horas y un 14% trabaja aún más, según una encuesta de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA). Al ser autónomos, no tienen salario fijo. Sus ganancias son directamente proporcionales a lo que vendan, y por ello, incluso enfermos tienen que acudir a vender, ya que nadie les asegura el dinero para poder vivir. “Hoy comes, mañana no lo sabes. Si quieres comer ya sabes lo que tienes que hacer: trabajar, trabajar y trabajar”. Así lo define Luis, vendedor de verduras y hortalizas, que asiste todos los lunes a Carabanchel, sea o no festivo, “por si acaso”.

El problema de la venta ilegal

Los ayuntamientos de cada municipio son los que regulan esta práctica. Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Madrid se encuentra reglamentada en el artículo 39 de la Ordenanza Municipal Reguladora de la Venta Ambulante. Pero cada uno de ellos tiene su límite de puestos y, según Pedro, el que quiera no siempre va a poder trabajar: “Son difíciles de conseguir, pero también va según les interese a las autoridades tener más o menos puestos”.

Cada año, estos mercaderes tienen que renovar la solicitud, además de pagar todos los meses la cuota de autónomos e impuestos de los Ayuntamientos, así como pagos a Hacienda, seguros del puesto, etc. Y a todo esto hay que sumarle también otros gastos externos a su trabajo como viene siendo el transporte.

En los últimos años se ha incrementado la práctica de la venta ilegal a precios muy bajos, otro hándicap para los vendedores, ya que les hace perder clientes. Los ilegales venden sin emitir facturas y no liquidan el IVA. Pero el público ignora su calidad o si es robado, por lo que a estos mercaderes ilegales nunca les falta clientela.

Según un estudio del CEIM, la Confederación Empresarial de Madrid que representa los intereses de los empresarios de la capital, en torno al 65% de los madrileños opina que la venta ambulante ilegal es un problema social importante, y que perjudica a la economía local, así como a la imagen de Madrid y al orden y la seguridad en las calles. Tampoco están de acuerdo en que comprar a estos vendedores ilegales sea una forma de ayudar a quienes realizan este tipo de venta.

Pendientes del nuevo gobierno

La crisis política también les preocupa. Hace unos días se confirmó el primer gobierno de coalición de España con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tras ocho meses con un gobierno en funciones socialista. Está por ver cómo afectarán las nuevas medidas económicas a estos autónomos. “Sin gobierno, o cuando está en funciones o cambia constantemente, nos desconcierta porque no sabemos por dónde van a salir los impuestos. A veces bajan, pero por lo general, siempre suben”, critica Pedro.

Una encuesta de ATA, la Asociación de Trabajadores Autónomos, revela que el 42,37% de los autónomos creen que su negocio irá a peor en este 2020, y solo uno de cada diez piensa en que mejorará. El presidente de ATA, Lorenzo Amor, resume que el sector transmite “falta de confianza en el futuro inmediato y ya nota la caída de la actividad y el consumo”, por ende, las expectativas laborales “son muy pesimistas”.

Los mercadillos se ven en peligro de extinción. Las grandes empresas o centros comerciales se adueñan de la mayor parte de las ventas y la demanda ambulante es cada vez inferior. Pedro destaca que es esta situación la que provoca que vayan, poco a poco, a peor: “Vivimos de lo que le sobra a la gente, de cuándo compran su comida, ropa y demás en las grandes tiendas. Cada vez que abren una, nos quitan mucho a nosotros”, lamenta Pedro.