Fiestas de Madrid
San Isidro con pradera alternativa
Las ex alcaldesas critican la confrontación política en los actos de celebración de Cibeles
Fue una celebración austera, con distancias, limitaciones de aforo y mascarillas castizas en la Galería de Cristales del Palacio de Cibeles en la que la Banda Sinfónica animó con un chotis y con el himno de España los actos institucionales por la festividad de San Isidro a los que, si hubiera que buscar un calificativo común, sería el de la «concordia». O al menos es lo que trataron de escenificar el alcalde, José Luis Martínez-Almeida y las ex alcaldesas Manuela Carmena y Ana Botella, a las que se concedía la Medalla de la capital que días antes había sido motivo de rifirrafes y discordia entre los grupos políticos por discrepancias cuando hubo que decidir si se concedía a las ex regidoras.
Pero Carmena quiso poner cordialidad y avenencia en su discurso cuando llegó la hora de recoger su galardón: «¿Cómo no voy a aceptar algo que no puede ser más que un gesto de encuentro, de reconocimiento, de acuerdo? Sobre todo en este momento en el que vivimos en una inútil y desaprovechada confrontación en el debate político». Así empezó para luego dejar claro que lo de la medalla era «un gesto esencialmente institucional», por si a los de Abascal, que se abstuvieron a la hora de votar que se la galardonara, no les había quedado claro. Pero el portavoz de Vox en el Consistorio, Javier Ortega Smith, prefirió no aplaudir a la entrega de la distinción con el argumento de que «ha sido la alcaldesa que creó enfrentamiento y división al ofender al Jefe del Estado (...) fomentó la okupación y los chiringuitos políticos de su ideología».
Manuela Carmena, atea declarada, aunque siempre ha acudido a los actos religiosos, acabó encomendándose al patrón de los madrileños para pedir el «milagro civil» de dejar en política el «insulto y la descalificación. Su discurso quedó apuntalado por Rita Maestre, la portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento, que coincidió con la ex regidora en la idea de acabar con la política del «zasca y twitter» y «con la confrontación, los insultos, las bromas, los chistes, las descalificaciones que no sirven para nada más que para hacer daño a la política, la convivencia y España».
En esa misma línea se pronunció la vicealcaldesa de Madrid y portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento, Begoña Villacís, quien tras el acto protocolario de la entrega de medallas reprobó la crispación y confrontación. «Si algo nos ha enseñado la pandemia es que el sectarismo tiene que quedar a un lado en momentos como éste», sentenció.
Sí que se retractaron fueron los socialistas, que habían criticado la concesión de la Medalla de Oro al escritor Andrés Trapiello al considerarlo revisionista. Ayer, Pepu Hernández admitió que «fue un error».
Quien estuvo especialmente atenta con la ex alcaldesa de Más Madrid fue la ex presidenta madrileña Cristina Cifuentes, ausente en los corrillos de personalidades del PP y acompañada por el ex presidente Ángel Garrido, ahora ya fuera de la política. Sin embargo, estuvo muy cariñosa con Carmena a la que abrazó y aseguró que había acudido al acto protocolario «para verte a ti».
El actual alcalde, José Luis Martínez Almeida, centró su discurso en alabar la valentía de los madrileños en la festividad de San Isidro y quiso hacer hincapié en la idea que la capital cuenta «con las mayores cotas de libertad del mundo occidental». Su intervención llegó tras conceder las medallas de Plata, Oro y Honor de la capital en una ceremonia a la que también acudieron otros ex alcaldes del PP como Alberto Ruiz Gallardón y Ana Botella, ésta última una de las galardonadas. Almeida recordó en su intervención a las víctimas de la pandemia porque «nuestra obligación es honrarles y convertir esta crisis en una oportunidad para ser una sociedad mejor», señaló. Pero también admitió que éste había sido un año «difícil», aunque «ya se atisba el final de la pesadilla de la pandemia».
La ex alcaldesa Ana Botella puso en valor su gestión al frente del Consistorio cuando llegó el momento de recibir la Medalla de Honor de la ciudad, un cargo que desempeñó en momentos de crisis y del que salió dejando un Ayuntamiento «mejor y más preparado», dijo. Recordó, de paso, que ella fue la creadora del Samur Social.
A los actos de celebración en el Palacio de Cibeles no faltaron el líder del PP, Pablo Casado, ni la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, o Álvarez del Manzano.
Otros galardonados, además de la ex alcaldesas, fueron el cantante Ramoncín, la Fundación José María Llanos y el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, la futbolista del Atlético de Madrid Virginia Torrecilla, la Plataforma del Tercer Sector, las Hijas de la Caridad, el taxista Matías Martínez y, a título póstumo, al financiero Jaime Carvajal y Hoyos.
Los madrileños vivieron el sábado su segundo San Isidro marcado por la pandemia, y aunque la situación sanitaria ha dado el respiro suficiente como para recuperar algunas señas de identidad de la fiesta, todos el mundo se mostraba confiado en que el siguiente será el de la total normalidad. No obstante, los madrileños no pudieron resistir la tentación de acudir a la pradera con sus mejores galas de chulapo para bailar el chotis o la feria alternativa que se ha celebrado en el recinto de Ifema. Hubo colas en la ermita del santo, para ver su imagen y para acceder a las restringidas misas en su honor.
Al menos 2.240 agentes policiales de refuerzo estarán hasta hoy controlando las áreas de la Pradera, Parque de San Isidro, y en Las Vistillas, durante todo el día, para que no se produzca la venta ambulante y los botellones.
Sí se ha recuperado la agenda institucional de la fiesta, que empezó con el izado de la bandera de España en la plaza de Colón y la ofrenda floral a las víctimas de la covid en el pebetero de la plaza de Cibeles.
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