Un espectacular altar de los muertos en pleno centro de Madrid

Vivir es soñar. Y soñar es sentir. Y si para eso es necesario cruzar fronteras como la que separa la vida de la muerte, aunque sea solo por un instante, bien vale la pena. Como Miguel, aquel chico de doce años que se transportó accidentalmente al mundo de los muertos en busca de su tatarabuelo músico fallecido hacía años. Quería que su familia levantara la prohibición de tocar música porque soñaba con ser músico. Esa historia que nos contó «Coco», la película animada que los estudios Disney lanzó hace unos años inspirada en una de la celebración tradicional mexicana conocida como Día de Muertos, nos abrió los ojos a un referente cultural. Otro modo de entender la muerte y una forma distinta de recordar y honrar a los seres queridos que ya fallecieron.

Pero no hace falta ir a México para tener un cachito de una de las tradiciones más emblemáticas de este país, donde las familias construyen altares en lo que supone una muestra del mestizaje de la religión católica y la prehispánica y que permite la convivencia entre vivos y muertos.

Casa México tiene abierto hasta el próximo 14 de noviembre su propio Altar, esta vez diseñado por Fátima Cabañas, decorado con papel picado, obra del taller Artesanías de México, que simboliza «el aliento vital el aire y la alegría de la festividad».

Tres elementos componen esta obra de arte: los arcos de la fachada, elaborados con más de 300 flores y que representan el paso del mundo de los vivos al de los muertos; un tapete de Huamantla, elaborado por artistas de la «tierra de los dioses», Oxaca, la ciudad colonial famosa por su elaboración de textiles; y la hilera de cráneos (tzonpantli) compuesta por 130 calaveras realizadas en barro negro que los mexicas construían para rendir culto al rey del sol y la guerra. Madrid se convierte este año, de nuevo, en una extensión de la cultura mexicana con una exposición que nos da la mano para ir de visita al otro mundo, aunque solo sea por un rato.