Cargando...

Opinión

Janucá o la fiesta de la luz

Fiesta Janucá en Madrid Gonzalo Pérez MataLa Razón

La fiesta de Janucá es probablemente la más conocida de las fiestas judías. El cine de Hollywood y el hecho de salir a celebrar a la calle facilitan su difusión.

Para el pueblo judío Janucá es el recuerdo de la resistencia, de la identidad.

Nos remontamos hasta el siglo II antes de la Era Común, cuando la invasión de los seleúcidas, herederos de la cultura griega de Alejandro Magno, hizo lo que ninguna invasión anterior había hecho: atentar contra el único lugar sagrado de la religión judía: el Templo de Salomón.

Este hecho supuso tal ofensa para los judíos que provocó la rebelión de los Macabeos, familia que dio origen a un movimiento judío de liberación.

Contra todo pronóstico, los Macabeos salieron victoriosos y tras expulsar a los invasores entraron en el Templo para purificarlo. Sólo encontraron una pequeña cantidad de aceite puro que apenas alcanzaba para mantener la llama del candelabro encendida un día. Pero se produjo el milagro: esa pequeña cantidad de aceite mantuvo el candelabro del Templo alumbrando durante ocho días.

De ahí que el centro de la celebración sea encender una vela cada día durante una semana, en un candelabro especial para esta festividad: la janukiá. Al cabo de la semana, el candelabro quedará completo. El aceite también es un símbolo de esta tradición. Por eso se cocinan sufganiot, buñuelos fritos, y se recuerda el milagro del Templo.

Janucá es una fiesta que celebra la luz, en un momento del año en el que en el hemisferio norte, los días son más cortos y la oscuridad reina durante más horas. Janucá es alegría. Los niños reciben regalos y se sale a la calle a celebrar y compartir con los vecinos y amigos. La luz de Janucá contribuirá a alumbrar aún más nuestras ciudades, ya engalanadas con el encendido navideño y difundirá un milagro que simboliza la recuperación de la identidad.

Cargando...