Tabernarios

Casino de Alcalá: la sorpresa gastronómica complutense

Situado en la Plaza de Cervantes, este establecimiento alcalaíno destaca por su pulpo y la atención de los maîtres

Trabajador del restaurante del Casino de Alcalá de Henares
El maître y sommelier Alberto Sánchez Caerols.Restaurante Casino Alcalá de Henares

Si se lo permiten la huelga de camioneros, las lluvias torrenciales, la subida de los combustibles y este ambiente de plaga bíblica que nos asfixia alma y bolsillo, es buena cosa coger el coche o el transporte público y explorar horizontes culinarios más allá de la M-40. Alcalá de Henares, cargada de historia y tradición, es un destino perfecto para empaparse de belleza y comer excepcionalmente bien y sin la “ranciedad” que muchos sitios acusan.

Con este nivel de requerimientos un poquito elevado, lo confieso, añadí Alcalá de Henares al GPS no sin antes asesorarme sobre dónde comer como un señor. Como tengo buenos y sabios amigos, me informé, y tras un largo paseo monumental, acabamos en el Casino de Alcalá, sede del Círculo de Contribuyentes, en el corazon de la villa complutense. Y menuda sorpresa.

Maîtres como Alberto Sánchez Caerols merecen reconocimiento

Porque cuando los de la capital, prejuiciosos tantas veces, pensamos en el casino de un pueblo, automáticamente se nos viene a la cabeza un mausoleo marmóreo con señores jugando al dominó y un servicio gastronómico anclado en la salsa a la pimienta y en la galantina. Y qué diferente es este sitio a todo eso. En primer lugar, el interiorismo. Pese a que se ha recuperado la estructura original y los detalles de estilo neomudéjar, el grupo Monio confió la decoración al estudio Madrid in Love, que ha puesto bien guapos y actuales un montón de locales de la capital. Aquí han ideado tres ambientes diferentes y muy luminosos—un salón principal, un reservado y una sala acristalada con dos olivos hermosísimos— y dos terrazas exteriores que, cuando deje de diluviar, serán un must.

Además, la oferta gastronómica y su estupenda ejecución. Que no les engañe la primera impresión. Sí, hay croquetas, jamón Joselito –el perejil de todo lo ibérico—, rabas, huevos rotos… lo de siempre, pero ojo, cocinado como nunca. Aquí todo está tremendo y el mérito es de Ramón Cuesta, un cocinero de raza que se fija en recetas muy reconocibles y muy de ahora, pero las hace suyas con atrevimiento y pericia. ¿Un ejemplo? Se suman al carro de los torreznos, pero aquí los hacen soufflé (con su cortecita crujiente) y son una auténtica delicia y, por ende, uno de los platos estrella de la carta.

¿Más recomendaciones? Las rabitas de calamar de potera, las gambas al ajillo, las croquetas de carabinero, arroces muy notables, un cochinillo estupendo y el pulpo a la brasa con parmentier de patata.Otro motivo de regocijo inesperado es el servicio. En un mundo en el que la sala queda eclipsada por el brillo de los “cocineros sol”, maîtres tan notables como el joven Alberto Sánchez Caerols merecen todo el reconocimiento del mundo. Formado en Santceloni, dirige una bodega que es el sueño de cualquier aficionado al vino. Aunque mantiene sus referencias fetiche, cada tres meses cambia, más o menos, el 60 % de la carta, dando gran protagonismo a las referencias patrias y a los jereces. Esa es la i+d que me gusta a mí! Fíjense en el “baile” en sala de Alberto, fantásticamente escoltado por Rut de la Torre, la Sancho Panza de este Quijote del vino y el buen hacer. Salgan de Madrid, porque hay sitios tan increíbles como este a pocos kilómetros, en Pl. de Cervantes, 9, Alcalá de Henares.

No te pierdas... el pulpo a la brasa
Entre todas las propuestas culinarias del establecimiento, cabe destacar su exquisito pulpo a la brasa sobre una parmentier de patata, que es lo que a los gatos vagabundos entusiasma. Delicadeza y sabor a partes iguales. El legado de Cervantes en un plato viajero.