El Madrid de

Anna Padilla: «A veces se frivoliza mucho con mi trabajo y es muy injusto»

La influencer y empresaria que dirige la marca de moda «No Ni Ná» y «Papaya», su propia agencia de comunicación y representación

Entrevista a Anna Padilla. © Jesús G. Feria.
Entrevista a Anna Padilla.© Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Desde pequeña supo lo que son las grabaciones, los escenarios, o lo que significaba ser famosa. Igual de temprano aprendió lo que es el trabajo y el esfuerzo detrás de lo que puede verse en las pantallas. Anna Padilla tuvo claro que no se le iba a definir como la «hija de» y que sería ella la autora de su propio destino.

Con solo seis años llegó a Madrid y, como su entorno, se siente en casa: «Desde que vine supe que este era mi lugar. Mis amigos y la gente que he conocido también son, en su mayoría, de fuera, pero todos tenemos en común lo que queremos y disfrutamos esta ciudad. El ritmo frenético, el ambiente de las calles, la cantidad de planes, de exposiciones… nos engancha. Ninguna otra ciudad acoge igual».

Entrevista a Anna Padilla. © Jesús G. Feria.
Entrevista a Anna Padilla. © Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

«Siempre he sentido que tenía que hacer muchas cosas», confiesa. Completó su grado en Economía, simultáneamente abrió su propio canal de YouTube, y trabajó en producción televisiva. «Lo viví con mi madre y cuando estuve trabajando: la cantidad de gente que es necesaria para que todo salga bien y de un resultado, lo duro que son los rodajes o el dedicarse a la actuación. Es un trabajo muy sacrificado». Con el tiempo, las marcas comenzaron a llamarla. Su autenticidad y pasión por lo que hace se han traducido en logros en su carrera. «Yo no tenía planeado ser influencer, cuando empecé no estaba tan asentado como ahora, no se sabía que se podía ganar mucho dinero. Lo hacía porque me encantaba compartir mi vida con mis seguidoras. Si se hace solamente por fama o dinero, difícilmente se podrá ser feliz». Y sin entrar al ya caduco debate sobre la nominación de influencer, celebridad, o creadora de contenido, a Anna Padilla no le faltan tablas para lo que se dedica, no se cansa de aprender y se ha ganado el cariño de casi 900.000 personas que a día de hoy la siguen en redes sociales. Compartió su experiencia en la universidad, su erasmus a Londres, habló de salud mental cuando todavía era un tabú, y ahora enseña su evolución como empresaria.

Entre No Ni Ná y Papaya

Su madre y ella querían hacer algo juntas, y no dudaron que la esencia tenía que nacer en Zahara de los Atunes, su refugio de paz. Eso, junto a su gusto por la moda y una larga pandemia para pensar, dieron como resultado a No Ni Ná; lo que empezó siendo una tienda multimarca y luego, por petición popular, acabó teniendo su propia idiosincrasia. «Tradición, artesanía y buen humor», un negocio que empezó con la demanda de 25 camisetas por talla y abarca, a día de hoy, a todo un equipo profesionalizado. Anna es quien está detrás de todo, desde la web y fotografía hasta los diseños o el alquiler de platós. «Es muy difícil delegar porque nadie lo hace como tú quieres, tuve que aprender que cargar con todo no era posible si quieres que la marca evolucione». Entre tanto, hizo un máster en Creación y Dirección de Marcas de Moda porque «si quiero hacerlo yo, más me vale aprender», se decía. El siguiente paso lo tiene claro: abrir una tienda física en la calle Fuencarral, donde sus recuerdos la llevan a su infancia, a ir de compras con su madre y, de paso, se trata de un lugar donde lucir su marca por todo lo alto.

Después llegó Papaya, la agencia de comunicación y representación que dirige junto a su madre, Paz Padilla, y sus socios y amigos, Ana de Miguel y Álvaro Sánchez-Lozano. «Buscábamos algo diferente, otra forma de comunicar y conseguir objetivos. Yo llevo trabajando con las mismas marcas desde que empezamos, es lo que creo que tiene sentido y da confianza. Son las firmas con las que yo soñaba y no iba a vender algo que no consumía. Mi propósito nunca ha sido trabajar por dinero, a mí esto me da la vida», expresa. Su visión en el funcionamiento de la agencia se aleja de un contrato puntual y va mucho más allá: atendiendo a la familiaridad, el respeto y entendiendo los valores. «A veces se frivoliza mucho con mi trabajo y es muy injusto», considera. Sin embargo, el tiempo ha recogido frutos y hoy podemos ver que gente en México lleva sudaderas de No Ni Ná; y eso, entre otras cosas, hace que valga la pena.

Y sentada desde el clásico Café Comercial de la glorieta de Bilbao, recomienda comer en Lakasa, unas copas en Salitre, pasear por el Retiro y, como no, la tortilla de Gran Café Santander, lo que más echa de menos cuando pasa tiempo fuera de Madrid.