Negocios centenarios

El «Arca de Noé», la mercería que navega desde 1908

Esta mercería situada en la calle López de Hoyos va ya por la cuarta generación de la familia Cortés

Pocos minutos antes de las 9.30 de la mañana, José Luis Cortés contempla cómo se levanta la persiana del «Arca de Noé», una mercería de las de «toda la vida» que aguanta insumergible entre una marabunta de nuevos negocios. Es temprano, pero la calle López de Hoyos ya está en plena ebullición. A punto de cumplir los 90 años, José Luis espera de pie a las puertas del local. Mientras, va saludando a los vecinos que pasan. Les conoce, también, «de toda la vida», porque el «Arca de Noé», fundada por su abuelo en 1908, es uno de esos negocios que llevan más de cien años abiertos en Madrid.

Pero, para José Luis, es mucho más que un negocio familiar al que se unió como trabajador a los 17 años. Es su casa. «Suelo decirle a la gente que nací en la calle, porque antes esto pertenecía a la casa que tenía mi abuelo, y ahí», dice, señalando a un coche al otro lado de la calle, «estaba la habitación donde yo nací». «También había un jardín donde pasé toda mi infancia», recuerda. Y su padre, al igual que él. La historia que alberga este escaparate con lencería, ropa para bebés y mercería comienza Hernán Cortés, abuelo de José Luis. Nacido en Villalón de Campos, un pequeño pueblo de Valladolid, fue uno de los muchos migrantes que, a finales de siglo XIX, dejaron sus hogares para buscar prosperidad en Madrid.

«Vino a Madrid a los 12 años, y empezó como aprendiz en un comercio», relata José Luis. «Afortunadamente tuvo muy buenos jefes que le enseñaron de todo. Pero, lo más importante, moralidad y atención al cliente». Después de muchos años de duro trabajo, el «Arca de Noé» llegó a López de Hoyos en1908, «pero mi abuelo ya venía de tener otro negocio en la calle Toledo, en la esquina con la calle Colegiata y la sacramental de San Isidro. Después estuvo en la Corredera Baja de San Pablo y después, aquí, ya casado y con hijos, que luego heredarían la tienda».

Esta familia ha pasado por todos los acontecimientos importantes del último siglo, aunque, según señala José Luis, «este fue un barrio que, durante la Guerra Civil, no tuvo muchos daños, aunque sí hubo la escasez lógica de productos». A pesar de todo, al «Arca de Noé» llegaban clientes también de Hortaleza, de Ciudad Lineal... «Eso se ha ido manteniendo, pero claro, ahora con los nuevos tiempos la cosa es distinta», afirma. Aunque, en realidad, en esta tienda no deja de entrar gente. «El barrio ha cambiado, porque se han ido construyendo edificios, pero todavía quedan muchos resquicios de lo que era entre 1930 y 1940. Lo que sí es cierto es que el público es totalmente distinto, y, aunque tenemos muchos clientes jóvenes, también los hay muy mayores», asegura José Luis. «Hay un matrimonio que él tiene 104 años y ella 103. Y el señor viene, compra y está de maravilla». Seguramente este matrimonio conociera esta mercería incluso como era antes de que, en 1967, se construyera el edificio actual. «Antes era una casita de dos plantas, en la que en una estaba el local y en la de arriba la vivienda de mis abuelos», dice José Luis.

«Después de que se construyera el edificio, la tienda ocupaba también el local de al lado, que ahora está dividido. Teníamos ferretería, curtidos, coches y cunas para los bebés...», recuerda. Ahora se han especializado en mercería, ropa infantil y ropa interior de señora y caballero. Y es que el «Arca de Noé» no solo ha sido testigo del paso del tiempo, sino que también ha ido cambiando con él a través de la cuarta generación de esta familia, encarnada en los hijos de José Luis, David y Patricia.

«Antes, había momentos en los que, esperando a que abriéramos, teníamos cinco y seis aprendizas de talleres que venían a cosas para el día. Pero claro, ahora la gente ya no hace ropa», recuerda José Luis. Ahora, sin embargo, «viene gente a la que hemos visto crecer y que viene con sus hijos», dice David. «Lo que hemos intentado siempre, y ahora más todavía, es dar la máxima calidad y que la gente se lleve lo que de verdad necesita», explica. «Vivimos en un mundo con un consumismo exagerado, en el que preferimos tener 20 camisetas baratas que una de buena calidad y que nos dure, y eso es lo que queremos ofrecer aquí», confirma Patricia. Y ese es, precisamente, el secreto para durar más de cien años. «Simplemente es tener una buena atención al público, cercana, y tratar de solucionar lo que lo que necesitan».