El otro Vía Crucis
Congregación de la Soledad: así es la ayuda al hermano necesitado
Nacida del acompañamiento a los moribundos, presta asistencia hoy a sus hermanos en los momentos más difíciles
Matías prefiere que no demos su nombre real, ya que la situación por la que ha pasado durante los últimos años ha precisado ayuda en todos los sentidos. Lo que ha sucedido realmente lo saben muy pocas personas de la Congregación de La Soledad, hermandad a la que pertenece desde hace años, entre ellos, el hermano mayor, Luís López. «He estado dos años en los que no podía pagar el alquiler ni los gastos de casa, y si no hubiera sido por la congregación, como se suele decir, me habría tenido que ir debajo de un puente», explica Matías, quien señala que los hermanos, aún sin que la mayoría de ellos lo sepan, le han ayudado también con la comida». «Gracias a Dios, y a ellos, eso me ha permitido salir adelante», asegura.
La situación por la que ha atravesado Matías vino, como a tantos otros, a raíz de la pandemia y la crisis económica que ha surgido después. «No tenía trabajo», relata, «vivía con mi padre y cobraba un subsidio». Sin embargo, su padre, la persona gracias a la que estaba saliendo adelante por aquel entonces, falleció. «Fue uno de los primeros que falleció por Covid en marzo de 2020, y yo me quedé absolutamente solo», dice. A partir de ahí todo se fue desatando. «El administrador de la casa me dijo que en un año me tenía que ir, pero no tenía adónde».
Sin embargo, la labor de la congregación no solo le ayudó a nivel económico, sino, sobre todo, por saber que esa soledad que a priori pudiera sentir, no era real. «Si no hubiera sido por ellos, que me han estado apoyando, ayudando, a saber qué habría sido de mí y de mi salud mental», dice. A su vez, asegura que el hecho sentirse parte de la hermandad ha sido vital para él. «Te sientes acompañado, y eso refuerza el sentimiento de fe y te da mucha capacidad de seguir adelante, porque es como tener otra familia que vela por ti, que te están apoyando, ayudando, aconsejando, yendo contigo a todos los sitios a los que tengas que ir y atentos a lo que te hace falta», subraya.
Pero el caso de Matías no es el único. Tal como explica el hermano mayor, la obra social que se hace desde la congregación es ayudar con alimentos y lo que puedan necesitar a familias a las que les hace falta, principalmente de la congregación, aunque hay veces en las que, si es necesario, también se presta asistencia a personas ajenas a la misma. «También se han pagado facturas de luz, por ejemplo», apunta López.
Parece un sentimiento común que, desde la pandemia se ha hecho más esa labor que anteriormente. «Antes de que llegase ese momento eran casos esporádicos, pero ahora se han multiplicado porque la situación es muy complicada», dice López, «sobre todo con como está ahora el precio de todo con la inflación, las familias no han levantado cabeza». Y esto es algo que no solo les ha afectado a ellos. «Sé de buena tinta que ha habido muchos cofrades que se han dado de baja de su hermandad porque no podían costear la cuota», asegura. «Pero, en nuestra hermandad, no podemos ni vamos a dejar que nadie se vaya por no poder costear una cuota de 20 euros», dice. «Si no puedes pagar eso, es que tienes necesidades muy grandes, y a esas personas no se las puede dejar solas».
Esa vocación a no abandonar a nadie es algo que, desde sus inicios, ha acompañado a estos cofrades. «Antiguamente, la Congregación de la soledad, cuando fallecía un hermano, era quien le acompañaba en esos últimos momentos de su vida e, incluso, después de la muerte, quienes estaban ahí cuando iban a ser enterrados», explica López. Esta costumbre, que nació junto con la hermandad en el siglo XVIII, la hizo estar desde sus inicios muy ligada a los decesos. «Después se instituyó como congregación, y ya no se acompaña de forma tan asidua como antiguamente, pero si hay algún fallecimiento o es necesaria alguna labor en este sentido, lo hacemos», explica López, apuntando, a su vez, que cuentan también con un grupo de jóvenes voluntarios cuya labor es la de acompañar a los enfermos en su domicilio, y otro grupo que se dedica de forma voluntaria a llevar a otros al médico o a acompañarles en lo que necesitan.
De la soledad a la alegría de la tamborrada
Ha sido la única procesión que ha salido a las calles este Sábado Santo. Junto al Cristo Yacente, María, Nuestra Señora de la Soledad y el Desamparo, vestida de luto, llora. La imagen de la Virgen sale hoy de la iglesia de la Concepción Real de Calatrava, en la calle Alcalá, 25, para encontrarse con su hijo en la Plaza de la Villa. Todo ello, acompañados por la agrupación musical La Soledad de Madrid y la agrupación Musical El Maestro. Sin embargo, a esta dolorosa escena le sigue hoy la de la alegría del Domingo de Resurrección, ya que esta hermandad ha preparado, junto al Ayuntamiento de Madrid, la tradicional tamborrada que tiene hoy lugar en la Plaza Mayor, poniendo fin a la Semana Santa.
✕
Accede a tu cuenta para comentar