
Entrevista
Paola Luzio: «Queríamos crear una historia de amor entre los artistas y Madrid»
La fundadora de The Madrileñer, nos cuenta cómo un proyecto editorial ha logrado reunir a ilustradores, arquitectos y creadores para retratar la ciudad desde la emoción y la belleza cotidiana

Desde hace casi cuatro años, Madrid cuenta con un rincón artístico muy especial que mezcla amor, ilustración y ciudad: se trata de The Madrileñer, un proyecto editorial inspirado en iniciativas similares en otras grandes capitales del mundo. Su nombre homenajea a The New Yorker, y su esencia está clara: convertir Madrid en protagonista a través de ilustraciones únicas, como si cada una fuese una portada que mezcla belleza y mirada crítica.
La idea nació cuando Paola Luzio —venezolana de origen, madrileña de adopción desde hace más de veinte años— y su socio y cuñado, Gautier, descubrieron un proyecto similar en Shanghái, The Shanghainer, que a su vez se había inspirado en The Parisinier, nacido en París. Decidieron trasladar la idea a Madrid, una ciudad que, aunque muchas veces se compara con otras grandes urbes como Londres o Nueva York, tiene una identidad propia que merece ser contada.
Gracias a la colaboración con la ilustradora y agente Sandra López, consiguieron tejer una red de artistas emergentes y consolidados, que interpretan su historia de amor con Madrid en una pieza gráfica. Desde entonces, The Madrileñer ha ido creciendo poco a poco, con ediciones limitadas, ilustraciones numeradas, y un enfoque más cercano al mundo editorial que al comercial.
¿Cómo empezó todo? ¿Por qué en Madrid?
La idea original no es nuestra. Todo empezó en París con The Parisinier, que reunía a ilustradores para celebrar la ciudad a través de portadas al estilo The New Yorker. Luego lo conocimos en Shanghái, donde mi socio y cuñado, Gautier, vivía. Fue allí cuando vimos el potencial del proyecto: era artístico, accesible, muy cuidado, y ofrecía una forma distinta de narrar la ciudad. Nos pusimos a investigar y descubrimos que en Madrid no existía nada parecido.
¿Cómo fue ese primer paso en Madrid?
Tuvimos mucha suerte. Conocimos con Sandra López, dueña de una agencia de ilustración que conoce a fondo el sector. Nos ayudó muchísimo, tanto para organizar el proyecto de forma justa para los artistas, como para poner en marcha la red de colaboradores. Queríamos tratarlo con la seriedad de un libro: contratos, número limitado de ejemplares, un enfoque editorial. Y, sobre todo, que sumara valor a la carrera del artista.
¿Cómo seleccionan a los artistas?
A veces nos contactan ellos, a veces los buscamos nosotros. Lo primero es que les apetezca, que conecten con la idea. No siempre es el momento adecuado. Nos ha pasado con artistas increíbles, pero que en ese momento tenían una relación más personal o complicada con la ciudad, y sus propuestas eran más oscuras. En esos casos preferimos esperar. Lo único que pedimos es que la obra tenga algo de ellos, que no se agote en una sola mirada, que cuente su historia de amor con Madrid.
¿Cuál es el espíritu del proyecto?
Celebrar Madrid, sin caer en el cliché. No es propaganda turística, ni tampoco una postal. Queremos mostrar la ciudad desde la mirada de quienes la viven. Siempre pedimos a los artistas: “¿Qué es Madrid para ti?” Y desde ahí crean. Puede haber crítica, por supuesto, pero buscamos que tenga un tono optimista, algo que te obligue a parar y pensar qué te gusta de esta ciudad. Que te deje un buen sabor de boca.
¿Qué tipo de artistas participan?
De todo tipo: ilustradores, arquitectos, artistas digitales, diseñadores… Cualquiera que quiera contar su historia. Por ejemplo, Polinho Trapalleiro, arquitecto, se hizo viral por un dibujo de su barrio inventado: una Latina en calma, donde se toma una cerveza al caer el sol con su chica. O Pablo García, que ha hecho los carteles de Navidad del Ayuntamiento de Madrid. También trabajamos con María Simavilla, que ilustró el cartel de la Feria del Libro del año pasado.
¿Cómo es el proceso de creación de cada obra?
Es muy cuidado. Tenemos un pequeño grupo de lectores cero —interioristas, arquitectos, artistas, creativos— que nos dan su opinión sobre los primeros bocetos. No se trata de cambiar el trabajo del artista, por supuesto, pero sí de ver qué estilo puede encajar mejor según la colección. Queremos que cada obra tenga una vida más larga: que pase de una lámina a otro soporte, que no se agote con el tiempo.
¿Dónde se pueden conseguir las ilustraciones?
Tenemos una tienda online donde se pueden ver todas las láminas, conocer la historia detrás de cada portada y la biografía de los artistas. También estamos en algunas tiendas físicas como Los Artistas del Barrio (Dos Hermanas, 24) y Creatitis Art Lab (Hernán Cortés, 9), que promueven el arte hecho por mujeres. Y desde hace poco tenemos dos ‘corners’ en las tiendas WOW de Gran Vía y Serrano, en la sección de HOME, donde compartimos espacio con otros proyectos creativos.
¿Quién compra estas obras? ¿Turistas o madrileños?
Curiosamente, pensábamos que atraería más a extranjeros, pero los madrileños son los más emocionados. Especialmente aquellos que se fueron y volvieron, o que llegaron y se quedaron. Muchos latinoamericanos también se sienten identificados. Yo soy venezolana, pero llevo más de veinte años aquí y me considero medio madrileña. Desde el primer día me sentí acogida. Eso también forma parte de la magia de esta ciudad: te hace sentir parte de ella enseguida.
¿Hay alguna historia que te haya marcado especialmente?
Sí, muchas. Una muy bonita fue con una ilustración de María Simavilla sobre el terraceo. Una mujer la vio y dijo: “¡Me ha pintado a mí! Este es mi marido, somos nosotros”. Cuando le pedimos que hiciese una continuación, representó el afterwork en una azotea de Gran Vía. La clienta nos llamó para pedirnos una lámina porque ese era exactamente su plan habitual. Eso es lo que más nos emociona: cuando alguien se ve reflejado, cuando una imagen conecta con tu historia personal en Madrid.
¿Qué planes tenéis para el futuro?
Queremos seguir creciendo con calma, como hasta ahora. Publicamos una obra al mes, descansamos en verano. La idea es mantener ese ritmo editorial, cuidando cada detalle. Nuestro objetivo ahora es llegar a la calle, que la gente pueda vernos e interactuar con las obras. Nos gustaría que The Madrileñer no se quedara en una colección de láminas, sino que se convirtiera en un referente del amor por Madrid a través del arte.
¿Qué crees que hace a Madrid especial para este tipo de proyecto?
Madrid tiene algo único: es capital, tiene historia, gastronomía, mezcla de culturas… pero sin perder su esencia. Es una ciudad grande, con ritmo, pero también cercana. Puedes llegar nuevo y sentirte parte de ella. Eso se nota en las obras, en cómo cada artista la interpreta según su etapa de vida, su relación con sus calles, sus barrios, su gente. Nos gusta pensar que hay muchas ciudades maravillosas, pero Madrid tiene una idiosincrasia muy suya, y merece ser celebrada así.
¿Cuál es el mayor logro del proyecto hasta ahora?
La comunidad que hemos creado. No solo los artistas, también quienes compran, comparten, se emocionan con las obras. Gente que se identifica, que conecta. Hay verdaderos fans de algunos artistas, y eso nos dice que vamos por buen camino. No es un proyecto puntual, queremos que dure, que crezca. Que siga contando historias que nos hagan ver Madrid con otros ojos.
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