Historia
Así volvió a nuestras vidas en Madrid la Puerta de San Vicente
Una construcción ornamental, que luego «molestó» al crecimiento de la ciudad, hasta que fue recuperada para mayor lustre de la capital
Madrid es una ciudad abierta. A todos. Sin embargo, como otras ciudades europeas, no siempre fue así. Estaba rodeada por una muralla que muchos, ante la pequeñez que tenía en algunos lienzos, llegaron a llamarla cerca. Unos cierres que aún son visibles hoy en día en distintos lugares de la moderna urbe.
Con todo, la ciudad, ya entrado el siglo XVIII, se adornó con numerosas puertas. Para marcar las lindes de la Villa y Corte pero también para controlar las entradas y salidas. Y también, cómo no, para adornar la capital del Reino, dando monumentalidad a las entradas en la ciudad. Ejemplos conocidos por todos han llegado a nuestros días, como la famosísima Puerta de Alcalá, o la Puerta de Toledo. Sin embargo hay otras menos conocidas. Incluso olvidadas en el imaginario popular, como esta que nos ocupa de San Vicente. Y no es para menos que no nos acordemos de ella, ya que en 1890 la puerta fue desmontada para mejorar el tráfico en la zona. Cosas de la «modernidad» de acabar con las murallas, algo que se replicó en toda Europa. De aquellas piedras ilustres poco se sabe lamentablemente. Se perdió la pista de esos restos, que permanecen en paradero desconocido. Algunos apuntan que, por aquello de la «economía circular» que se practicaba con entusiasmo en la época, como también por la pobreza de las arcas públicas, aseguran que con aquellas elegantes piedras se hicieron adoquines. Otros fabulan con que acabaron en los almacenes municipales de la Casa de Campo y que luego, ante el desinterés por ellos, fueron enterrados, pero nunca fueron encontrados a pesar de ser buscados en las décadas finales del siglo XX.
Unas fechas estas últimas que tienen una justificación, ya que en la década de 1990 el Ayuntamiento de Madrid decidió reponer la puerta en el mismo sitio en el que se encontraba. Para ello, se realizó una réplica bajo la dirección del ingeniero Juan A. de las Heras, siendo colocada, curiosamente, en posición inversa a la original. Eso es: mirando a la ciudad. La nueva puerta de San Vicente desplazó entonces a la fuente de Juan de Villanueva, que se encontraba en dicha ubicación, desde 1952, y que fue trasladada al parque del Oeste.
Para la nueva réplica puesta en pie, en hormigón chapado en granito gris y caliza, se aprovecharon las molduras de las cornisas superiores que todavía se conservaban de la original, además de la referencia de los planos originales y una fotografía de 1890 de Laurent. Entre los elementos reproducidos con dedicación destacan los ornamentos obra de José Luis Parés Parra.
Todo para revivir una Puerta de San Vicente de antigua historia. En 1726, el marqués de Vadillo, corregidor de la villa encargó a Pedro de Ribera que construyera una puerta monumental en la comentada cerca de la ciudad, para sustituir una puerta anterior, que se encontraba en estado ruinoso y se denominaba «del Parque». La puerta, que constaba de tres arcos, estaba adornada con una estatua de San Vicente, por lo que recibió dicho nombre, aunque también sería conocida más tarde como puerta de La Florida.
En esa viaja historia, la puerta original fue derribada en 1770, debido a la remodelación de la Cuesta de San Vicente, como parte de la reordenación de los accesos occidentales al Palacio Real y su conexión con el Camino de El Pardo, un espacio de recreo de los reyes. Poco después, Carlos III le encargó a Francisco Sabatini la construcción de una nueva puerta para sustituir a la anterior como entrada a la ciudad desde el nuevo paseo de La Florida. Las obras terminaron en 1775 y se colocó junto a ella una fuente ornamental, conocida como Fuente de los Mascarones. Esta fue desmontada en 1871 cuando se construyó el Asilo de Lavanderas. Pero esa es otra historia.
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