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Medio Ambiente
Fernando Valladares, divulgador científico: «El cambio climático ya está aquí»
Biólogo e investigador del cambio climático y la biodiversidad en el CSIC, Fernando Valladares se muestra amable, activo y convencido. No se atisba un ápice de fragilidad en él, a pesar de haber superado una grave enfermedad. Nadie podría haberlo adivinado jamás, porque no ha parado de divulgar ni un día (ha participado en multitud de proyectos propios o para medios de comunicación), y porque no se ha debilitado su implicación en la lucha por preservar la naturaleza, lo que le ha valido en el mes prestigiosos galardones como el de la revista Muy Interesante o el premio Rey Jaume I de Protección del Medio Ambiente.
–¿Quién es Valladares?
–Soy científico en el Museo de Ciencias Naturales, profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y, cada vez más, divulgador. A veces me presentan más por la última faceta y los de la universidad me tiran de la oreja y me dicen que diga que soy científico antes que divulgador.
–¿Y lo es?
–Para mí, publicar artículos es como picar piedra [ríe]. Por eso, siempre me ha atraído no el «qué», sino el «cómo» lo cuentas, cómo hacer atractiva la Ciencia. Plantearme, por ejemplo, cómo puedo explicar el blanqueamiento de los corales en dos frases y a través de Twitter. Me encantan los desafíos.
–¿El divulgador nace o se hace?
–Ambas. Con unos 15 años escribí un libro sobre flora y fauna. Con 8 o 9 ordenaba los caracoles que encontraba por color y forma. Después, en la universidad, era «el de los resúmenes». Todo el mundo me los pedía. Creo que resumir es la prueba del algodón y eso es, en parte, lo que hago en la actualidad. Contar procesos complejos en dos minutos.
–Amando la naturaleza como lo hace, ¿qué siente cuando ve que desaparece?
–Dos niveles de sufrimiento: uno es la melancolía más madura, la de entender cómo funciona el ecosistema, la de ver con un ojo más científico cómo se han ido empobreciendo en especies y árboles. Y luego, hay otra más de «piel», de persona que ve pasa por una loma (que antes albergaba flora y fauna) y descubre que ahora es un aparcamiento... me da pena y es galopante.
–¿Qué parte de culpa tiene el ser humano?
–El ser humano enreda las cosas a propósito y sin querer. Por ejemplo, la extinción de especies. Directamente nos cargamos pocas; el resto se extinguen por alteraciones secundarias, como el poco espacio que las dejamos para vivir. Con el clima, pasa lo mismo. Emitimos muchos gases contaminantes y cambiamos un montón de cosas sin ser conscientes. Hasta estamos cambiando el eje de inclinación de la Tierra por fundir las masas de hielo del Ártico y, como resultado, el planeta gira con otro ángulo. Ese es el calibre de nuestra incidencia. Nadie lo buscaba, pero esto tiene consecuencias en la entrada de naves espaciales e incluso en nuestros GPS. Esos disparates los causa el ser humano, pero de algunos somos inconscientes.
–O lo somos y lo negamos...
–La gente que dice «yo no me lo creo», está en contra de la evidencia científica. No sé hasta qué punto podemos respetar esta actitud, porque tiene consecuencias en terceras personas. Yo intento respetar, pero a veces la tolerancia no es una opción. Cuando estás actuando en contra de la salud de millones de personas no cabe la frivolidad. Al único negacionista que puedo entender es al ignorante, pero la negación a sabiendas tiene mucho delito. Es un acto de tremendo egoísmo negar la evidencia para seguir con tu chiringuito, porque la Ciencia te está hablando con absoluta seguridad, y lo sabes. El cambio climático ya está aquí y avanza más rápido de lo que predijimos. Ignorarlo porque a ti no te va bien es egoísta. O como dijo aquel famoso diputado de Vox: que el frío mata más que el calor. Hacer esas ridiculizaciones demuestra crueldad y que no nos importa que mueran personas.
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