Entrevista

Climabar: o cómo explicar la emergencia climática a la generación del meme

Entrevista con Belén Hinojar y Carmen Huidobro, creadoras de Climabar, la cuenta de Instagram que traduce «al cristiano» los complejos informes científicos del IPCC

Belén Hinojar y Carmen Huidobro, creadoras de Climabar
Belén Hinojar y Carmen Huidobro, creadoras de ClimabarClimabar

Poco parecen tener que ver los Pokémon con los compromisos de España en la reducción de su huella de carbono, el informe del IPCC con la revista SuperPop o los gases de efecto invernadero con Beyoncé. Sin embargo, así es como Climabar ha conseguido que la crisis climática llegue e interese cada vez más a la gente joven. A través de canales como YouTube, Instagram o Twitch, Carmen Huidrobo y Belén Hinojar (ambientóloga y creativa publicitaria), de 27 años, utilizan un tono distendido y analogías «millennials» para hablar «en cristiano» de un problema en ocasiones difícil de digerir y comunicar.

Las fundadoras de Climabar forman parte del panel de ponentes que intervienen en el encuentro «Madrid Emisiones Cero. Compromiso con el clima», que celebra La Casa Encendida coincidiendo con la celebración de la COP26. Porque hablar de soluciones a la crisis climática no tiene y no debe ser ni aburrido, ni desmoralizador.

Se dice por ahí que Climabar nace entre cervezas...

Belén: La gente está un poco obsesionada con eso [ríe]. Tenemos un montón de vídeos en los que bebemos agua, café, kombucha… Pero sí, lo de grabar en un bar como telón de fondo empezó porque teníamos que poner un elemento un poco «disruptor» a toda la movida. No queríamos que aparecieran dos personas hablando y ya está, porque eso es un rollo. Nos dimos cuenta de que todos los temas importantes se tratan en un bar con amigas. La gente de la calle no los habla en círculos elevados. Por tanto, queríamos bajar un tema que se debatía solo dentro de la «burbuja verde» a la calle, a una conversación entre dos colegas con una copa de vino en la mano. Aunque es verdad que hay veces que, leyendo lo que lees, más te vale tener una copita para pasar el mal trago.

¿Qué tiene que cambiar en la comunicación de la crisis climática?

Belén: Lo que creemos que es más importante es que se reviente esta «burbuja verde», poniendo a gente que no es normal ver hablando del cambio climático, hablando del cambio climático. Esta es una crisis totalmente transversal, afecta a absolutamente todo, con lo cual tiene el mismo sentido que lo hable alguien que ha estudiado ambientales que el panadero de la esquina. A todos nos incumbe, entonces, hay que quitarle un poco el velo a lo de que solo determinadas personas pueden hablar de esto. Por ejemplo, si a un amigo le dices que el precio del vino o el chocolate va a subir o que en unos años no vamos a tener café, ya le estás contando algo que sí que le incumbe y con lo que puede empatizar.

¿Cómo introducís la crisis climática en los jóvenes o entre vuestras amigas?

Belén: A nosotras nos fliparía que Beyoncé participara en nuestro canal, pero como no es posible, lo que hacemos es meterla en un vídeo para captar la atención. Intentamos contar la crisis climática con ejemplos que la gente entienda. A mí, por ejemplo, este tema ni me iba ni me venía. Conozco a Car desde los 3 años, pero no le empecé a preguntar cosas hasta que ella comenzó el máster de Política y Gestión Ambiental. Pero, cuando me las explicaba, me parecía que Car necesitaba alguien que se lo tradujera. Para ella eran obviedades: «Es que Belén, el suelo ha perdido todos sus nutrientes, y eso causa no sé qué...» Y yo: “¡Pero qué me estás contando, es que no he entendido absolutamente nada!». Entonces comenzamos con este «proceso de traducción». Si ella me decía que todo el mundo estaba obsesionado con el CO2 y no le prestaba atención a otros gases de efecto invernadero, yo lo comparaba con que todo el mundo conoce a Beyoncé, pero nadie piensa en el resto de las Destiny’s Childs. Si Beyoncé es el CO2, Kelly Rowland es el metano. Así creo que la gente lo entiende mucho mejor y, además, es más divertido. Porque nadie se lee un «paper» de estos que están sacando ahora del IPCC. Incluso a Car le cuesta leérselo, entonces, ya que ella se lo lee, vamos a intentar traducírselo a la población joven con referencias que entiendan. Como, por ejemplo, comparando las evoluciones de los Pokémon con los compromisos de España de reducción de emisiones. Y gracias a eso, me parece que está clarísimo: ahora sé que nos están pidiendo un Ivysaur y lo que les estamos dando es un Bulbasaur.

Vosotras que estáis a tope en redes, ¿cómo evitar que la gente se trague bulos climáticos?

Belén: Todos nuestros vídeos tienen un montón de fuentes. Separamos muy bien lo que es opinión de lo que está contrastado. Car tiene un montón de referencias y en su curro (la European Climate Foundation), de hecho, están creando un nuevo departamento que busca y analiza bulos sobre el cambio climático. Además, llamamos muchísimo al debate. Decimos: «Si tenéis fuentes que nos queráis compartir, por favor, decírnoslo». Tenemos mucha suerte, una comunidad muy guay en la que nadie va al «beef», y saben que nosotras no estamos sentando cátedra.

En general, tengo que decir que tenemos bastante suerte porque no nos llega «hate», quizá un poquito de «mansplaining» pero eso nos lo comemos todas, es lo normal. También ha habido gente más convencional a la hora de comunicar que nos han querido dar un toque. Nos dicen «es que así el tema está perdiendo seriedad». Bueno, pues en tu público quizá sí, pero con el mío ganamos bastante credibilidad, porque lo que no se lleva nada en redes sociales es la seriedad y la perfección. Lo que se lleva es ser natural, equivocarse y aprender. Nosotras no queremos dar para nada la imagen de activistas perfectas, que lo hacen todo genial. No somos periodistas, al final somos unas mamarrachas, si acaso «activistas de andar por casa» que lo que intentan es explicar las cosas lo mejor posible, de manera liviana y sencilla. Por favor, que nadie se crea que ahora somos The Guardian, porque no lo somos.

¿La comunicación tiene que reinventarse?

Belén: La comunicación tiene que reinventarse o jubilarse. Nos encantaría ver a científicos, a divulgadores y periodistas en Twitch. De verdad, que se metan todos porque es futuro.

¿Se tiende a culpabilizar al individuo en vez de responsabilizar a otros causantes?

Belén: A nosotras nos parece genial que a la gente le nazca hacer lo que pueda, pero depende del contexto. Que mi abuela haga un día sin carne… pero si le petó el cerebro cuando le dije que la loncha de pavo que desayuna por la mañana cuenta como carne, ¡casi me asesina! [Ríe]. Por lo tanto, cada uno puede hacer cosas a su nivel. Partiendo de eso, sí que creemos que hay una clarísima culpabilización hacia el individuo que tenemos que estudiar de dónde viene. Por ejemplo, el término «huella de carbono» se lo inventó una petrolera. Es una ironía que nos inviten a medir nuestra huella de carbono y es para decirles: «A que te mido yo la tuya, a ver quién gana». Entonces, la cosa no está entre ser Greta Thunberg y no hacer nada, hay niveles intermedios. No pasa nada por que un día compres una bolsa de plástico, no pasa nada por que un día te compres una hamburguesa. No hay que preocuparse tanto por lo que no estás haciendo, sino acordarse de que el 70% de las emisiones vienen de 100 petroleras que pertenecen a empresas con nombres y apellidos. Y votar, votar es muy importante. Nosotras preferimos que la peña vote a que recicle. Hombre, si puedes hacer las dos cosas, mejor. Y por supuesto que hay que mejorar en el día a día y contribuir con pequeñas acciones, pero que tampoco te vendan la moto de que la culpa es tuya. Piensa quién te está pidiendo que recicles la botellita y por qué.

Car: Es un poco parecido a lo que estoy viendo yo, aquí, en la Cumbre de Glasgow. Estoy viendo cómo los países ricos, las mayores potencias mundiales, están hablando mucho de qué se debería hacer, haciendo muchas promesas, pero luego no hablan de cómo van a hacer acciones concretas con las finanzas climáticas, cómo van repartir ese paquete de 11.000 millones de dólares y a qué países. Entonces, si tú eres un país en vías de desarrollo dices: «¿Por qué voy a hacer yo algo por el bien común si ni siquiera me estás dando la capacidad y además eres tú el responsable?».

Hay mucha negatividad en las informaciones que se reciben sobre lo que sucede en la COP26. ¿Tú que estás ahí, qué crees que se puede esperar?

Car: Hay mucha negatividad en torno a la cumbre porque, si bien es cierto que se están haciendo muchas promesas, se ve poca acción. El borrador que salió esta mañana he de decir que creo que tiene cosas muy positivas. Por primera vez se habla de dejar de dar dinero al combustible fósil, que esto ni siquiera en el Acuerdo de París se mencionaba, y eso es muy guay. También se habla de no aumentar la temperatura a más de 1,5ºC, ya no es eso de «vamos a intentar el 2», ahora es 1,5 sí o sí. Eso es muy positivo, pero falta mucho por concretar, y ese es un poco el problema.

Las finanzas sostenibles son algo clave para muchos países (insulares, en vías de desarrollo y demás). Las necesitan para sobrevivir. Es una cuestión de vida o muerte. Y en el borrador no se aclara tampoco qué políticas se van a seguir en los años que vengan. Solo se habla de metas a 2030, 2050, pero claro, hay países que no tienen ese tiempo… Lo que yo creo es que hay que darles un poco de paciencia.

No nos gusta que se tenga esa negatividad hacia la cumbre a nivel comunicativo para la sociedad civil, porque transmite un mensaje de desesperanza. Aún quedan días para que acabe, los que están aquí son simples seres humanos como todos y procrastinan como los que más, entonces están ahí hasta el último día, porque con la presión es como sacan las cosas, como todo el mundo. Esto es como los hacer un TFG, que hasta las últimas semanas no te pones a muerte.

Creo que la negatividad que se está transmitiendo en los medios lo que busca es la viralidad, cuando realmente no es todo tan horrible. Se están consiguiendo cosas y las cumbres son súper importantes para los países en vías de desarrollo. Para ellos es una cuestión de vida o muerte, y esta es la única oportunidad que tienen de ser escuchados. La narrativa de que las COPs no sirven para nada corresponde a la perspectiva de un país europeo. Nosotros podemos decir eso, pero para muchos esta es la única oportunidad.