Sección patrocinada por sección patrocinada

Medio Ambiente

Suráfrica, la cloaca de la industria de la moda europea

El informe «Regalos envenenados» revela que las exportaciones de ropa usada se utilizan también para que Europa se deshaga de los restos textiles que no puede gestionar

Un gran porcentaje de los excedentes textiles europeos acaba en vertederos surafricanos
Un gran porcentaje de los excedentes textiles europeos acaba en vertederos surafricanosKevin McElvaneyGreenpeace

En Suráfrica hay un monstruo que envenena ríos, que habita en los vertederos y contamina el aire. Se llama «Mitumba», una palabra en suajili que, en castellano, podría traducirse como «fardos de ropa de segunda mano do nada por los consumidores de los países occidentales ». El término Mi tumba también incluye a los excedentes: ropa nueva que ha sido sobreproducida por las marcas de moda europeas, pero que no se pudo vender. ¿Los motivos? Los cada vez más rápidos cambios en las tendencias (no se compra lo que «ya no está de moda») y el impacto que la Covid tuvo en la industria. No había mercado suficiente como para vender todas las prendas que se producían, lo que ocasionó que se enviaran contenedores llenos de ropa a países del Sur Global durante la pandemia.

En principio, esto podría parecer positivo. Si en Occidente sobra ropa, se dona o se traslada a una persona encargada de donar o vender Mitumba a precios accesibles para la ciudadanía de países más desfavorecidos. De la misma manera, cuando las personas europeas donan su ropa usada a una organización benéfica, la llevan a una caja de devolución en la tienda de una marca o a una estación de reciclaje municipal, lo común es presuponer que se venderá por una buena causa en una tienda de segunda mano de caridad, que se donará o se reciclará. En cualquier caso, se confía en que se gestione de forma correcta. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de las prendas no tienen una vida «circular», sino lineal. Es decir, que solo se están moviendo de un lugar a otro. En concreto, de Europa a Suráfrica, la cloaca de la «fast-fashion» o moda rápida, donde los excedentes textiles forman ya montañas de basura cada vez más grandes.

Estas conclusiones son el resultado de una intensa investigación de Greenpeace Alemania. El informe «Regalos envenenados» (Poison gifts, en inglés) revela cómo las exportaciones de ropa usada se utilizan también para que Europa se deshaga de los restos textiles que es incapaz de gestionar. Impactantes fotos y vídeos documentan las devastadoras consecuencias para las personas y el medioambiente que la Mitumba tiene en países como Kenia y Tanzania, donde sus habitantes conviven con enormes páramos de basura; restos de zapatillas, bolsos o prendas flotan por los ríos hasta llegar a al mar o se queman en vertederos.

«La industria de la moda rápida ha convertido la ropa en artículos desechables. Al igual que nos acostumbramos a los plásticos de un solo uso, nos hemos acostumbrado a la moda de un solo uso», señala Celia Ojeda-Martínez, responsable de Biodiversidad y Consumo de Greenpeace. «Con esta investigación, hemos evidenciado cómo los países y las empresas del Norte Global están evadiendo su responsabilidad a la hora de gestionar las enormes cantidades de ropa que no se venden o se desechan, muchas de ellas con compuestos peligrosos. Dejan a la gente de África Oriental sola ante los desechos plásticos y textiles exportados, sin ninguna infraestructura para su eliminación», apunta.

Solo en Alemania se recogen, cada año, más de un millón de toneladas de ropa vieja. Pero menos de un tercio se revende como artículos de segunda mano. El estudio de Greenpeace indica que la mayoría de ropa usada se exporta a Europa del Este y África. Sin embargo, muchas de estas prendas de vestir ya no tienen valor de mercado porque están defectuosas, sucias o no son adecuadas para el clima local. Y así, las investigaciones han demostrado que entre un 30 y unl 40% de las importaciones ya no se puede vender ni usar. Por lo tanto, la ropa vieja y la sobreproducción de la fast-fashion no acaban acaban en las tiendas, sino en el medio ambiente surafricano o europeo del este. Las cifras son escalofriantes: un camión por segundo de ropa usada termina en vertederos, ríos o incineradoras en el mundo.

España solo recicla el 12%

Según el estudio, desde mediados de los años 90 el volumen de ropa recogida crece un 20% cada año, y las cifras siguen aumentando al mismo ritmo que aumenta la producción de la fast-fashion. Pero solo un pequeño porcentaje de estas prendesa se revende en el mismo país en el que se recoge: entre un 10 y un 30% en Reino Unido, y tan solo un 8% en EE UU y Canadá. Se estima que más del 70% de la ropa reutilizada de Reino Unido acaba en el extranjero. En el caso de España, cada año, en torno a 990.000 toneladas de productos textiles van a parar a los vertederos. Además, nuestras tasas de reciclaje textil siguen siendo bajas: solo entre el 10 y el 12% de los residuos post-consumo se recogen por separado para su reutilización o reciclado, y menos del 1% de la producción total se recicla en ciclo cerrado, es decir, con el mismo uso o similar.

«No basta con escribir la palabra “sostenible” en los textiles o basarse en falsas soluciones como solo el reciclaje, hay que cambiar el modelo de negocio», declara Ojeda-Martínez. «Al igual que con el clima, necesitamos un acuerdo internacional que prohíba la exportación de desechos textiles, que regule los diseños para que sean verdaderamente reciclables y que fomente una economía circular, así como un impuesto global que incluya el principio de “quien contamina, paga”. Eso significa que la industria textil es financieramente responsable del coste de limpiar el daño ambiental y a la salud generado a lo largo de la cadena de suministro, es decir, en toda la vida útil del producto».

Es necesario un cambio en el sector textil y fomentar alternativas como la slow fashion, todo lo contrario a la fast fashion. En este sentido, mañana concluye la agenda de la Circular Sustainable Fashion Week en Madrid, que en estos días ha demostrado cómo el sector textil puede existir de manera sostenible y socialmente justa, bajo el lema «Fuimos parte del problema, hoy somos parte de la solución». Con sus pasarelas, pretenden crear una nueva industria de la moda que «no viva de espaldas al mundo».