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Emergencias

Ignacio Gracia: «Con este calor, bastante es que los bomberos se tengan en pie»

El presidente de la Asociación de Trabajos Aéreos y de Emergencias pone el acento en que solo el 30% de los contratos que las comunidades autónomas ofertan a las entidades de extinción de incendios supera los cuatro meses de duración

Incendios España
Ignacio Gracia, presidente de ATAIREATAIRE

Los veranos cada vez son más largos y, por ende, las temporadas de riesgo de incendios también. «El problema viene cuando, en España, solo un 30% de los contratos que las comunidades autónomas ofertan a las empresas de extinción de incendios desde aviones y helicópteros superan los cuatro meses de duración», reprocha Ignacio Gracia, ingeniero forestal y presidente de Presidente de la Asociación de Trabajos Aéreos y de Emergencias (ATAIRE), la asociación que aglutina al 80% de las firmas del sector. «Estamos al borde del precipicio».

¿Cómo llega a presidente?

Fui funcionario del Estado, en el Instituto para la Conservación de la Naturaleza, hasta el 91. Aguanté muy poco. Me entró el veneno.

¿El veneno?

Me pilló a una edad en la que tenía inquietudes. Cuando me di cuenta había fundado mi propia empresa (Rotorsun), me había metido en el charco de los trabajos aéreos y no había marcha atrás. Nuestro sector es complejo. Primero el Covid, ahora el combustible de los helicópteros se ha disparado. Los veranos se alargan. Esto, sumado a la temporalidad del servicio... es complicado.

¿Cuál es la consecuencia de la parcialidad?

Que si tu contrato con los medios aéreos de emergencia empieza en julio, te puede venir una ola de calor en junio, se producen incendios y no tienes suficientes recursos. Este verano, esto ya ha pasado. Las administraciones deben comprender que la medida primavera-verano-otoño ya no sirve. Las líneas se desdibujan. La temporada de incendios dura cada vez más y es evidente que tienen que haber cobertura todo el año. No se puede pretender tener gente de primer nivel ofreciendo contratos de cuatro meses.

¿Tenemos a los mejores?

España fue prácticamente el primer país de Europa que comenzó a tener medios aéreos contra incendios a finales de los 60. Hay escuela. Tenemos a gente muy buena; son los mejores. Ahora mismo hay empresas de nuestra asociación en servicio en Portugal, Grecia, Suecia o Chile. Somos exportadores. Hay cultura, mucha calidad. Lo que pasa es que los buenos se hacen mayores y a los jóvenes les cuesta entrar. La temporalidad les echa para atrás. Se está haciendo un roto generacional porque, en cuanto encuentran una alternativa estable, salen corriendo a otros países que ponen en más valor nuestro servicio.

¿Cuántos medios aéreos tiene el Gobierno de España?

El Estado medios propios tiene muy pocos. En verano la dotación es de unas 270 unidades entre helicópteros y aviones. Que sean propios de la administración hay unos 20; 200 y pico son nuestros.

Desde enero se han quemado casi 140.000 hectáreas. ¿Cómo valora la situación?

Es terrible. El problema es que se han dado dos factores a la vez. El primero ha sido la simultaneidad. Tenemos medios para evitar que uno o dos incendios se hagan más grandes, pero ha habido que distribuirlos. Estás en un incendio y, de repente, te enteras de que alguien ha provocado otro en el Valle del Jerte. Eso te mina. Además, en Galicia o Cataluña, ha habido desalojos. Y cuando se ve en peligro un núcleo urbano hay que cambiar el criterio de extinción. La parte forestal se deja en segundo plano.

¿Y el segundo factor?

Las temperaturas medias, que nos están machacando. El termómetro a 47 grados yo no lo había visto nunca. Este dato es importante porque los helicópteros se certifican para poder volar a 50 grados. Es decir, que estábamos volando al límite de lo que la resistencia de los materiales permite. Luego está el bombero forestal, que lleva un mono ignífugo, casco, botas y herramientas. Con este calor, su rendimiento no es el normal. Bastante es que tengan en pie. Es una heroicidad.

Incendios de ayer y de hoy, ¿en qué han cambiado?

En que las circunstancias meteorológicas son extremas. Las temperaturas medias nos están machacando y desde otoño sufrimos sequía. Tal como estamos, no es que sea normal que el monte arda, es que no arde de milagro. Cuando lo pisas y cruje, te da esa sensación. «No arde de milagro». Tenemos que prepararnos porque esto está cambiando mucho. La lección aprendida es que hay que cambiar la mentalidad. Nos están viniendo circunstancias que no teníamos catalogadas y este año nos va a dar lecciones.