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Medio Ambiente

Agricultura aliada de la biodiversidad

La UPA desarrolla un proyecto para atraer polinizadores y otras especies de fauna a los márgenes de terrenos cultivados

Vista de un cultivo con flores en la franja de terreno que lo bordea
Vista de un cultivo con flores en la franja de terreno que lo bordeaDiego Juste ConesaDiego Juste Conesa

La biodiversidad es un bien natural muy amenazado y los esfuerzos para reducir su pérdida y los impactos que influyen en ella han de realizarse en todos los ámbitos posibles. La agricultura es uno de ellos, porque el cambio en las condiciones climáticas junto al declive de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos requiere actuaciones que hagan posible combinar la conservación y la producción.

De hecho, «los agricultores pueden aportar mucho en este sentido, y el mundo agrario y el conservacionista no tienen por qué ser antagónicos ni estar enfrentados». Con estas palabras Lorenzo Flores, secretario general de la UPA (Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos) concreta los objetivos y resultados del proyecto «Márgenes para la biodiversidad» desarrollado por la organización y con en el que han demostrado que sembrar bandas florales junto a los cultivos agrícolas favorece la aparición de insectos polinizadores, pequeña fauna y aves en ellos.

El proyecto ha servido, asimismo, para aprender y adquirir el conocimiento necesario para obtener obtener resultados positivos y, así, poder trasladarlo al resto del sector para que esas prácticas puedan ser realizadas por más agricultores. Porque la nueva PAC (Política Agraria Común), que entrará en vigor en 2023, promoverá las explotaciones que utilicen esta técnica de sostenibilidad y destinará ayudas a los agricultores que la practiquen. Y durante los cuatro años de desarrollo del proyecto «Márgenes para la biodiversidad» se han respondido la gran mayoría de las preguntas que sus impulsores se hacían al comenzarlo.

Resultados cuantificables

La primera, «si los agricultores y ganaderos pueden ayudar a revertir la situación de pérdida de biodiversidad sobre la base de conocimiento», en palabras de Javier Alexandre, coordinador del proyecto. Los resultados lo confirman: sembrar otras plantas junto a los cultivos incrementa las poblaciones de polinizadores, -como las abejas-, pequeña fauna, -como reptiles y microinvertebrados-, y atrae aves en busca de refugio y alimento. Además, mejora la producción de esos cultivos, al favorecer la polinización por parte esas poblaciones que se han incrementado, reduce la presencia de plagas, influye positivamente en la fijación y sujeción de suelo y en su humedad, los márgenes cultivados en zonas cercanas a ríos o canales protegen la calidad de sus aguas al formar una barrera natural y actuar como filtro verde que retiene los productos fertilizantes. De hecho, en algunas de esas aguas aparecieron libélulas, insectos que solo proliferan si están muy limpias.

Desde el punto de vista estrictamente de la biodiversidad, en uno de los márgenes multifuncionales, -como se denominan técnica mente-, se detectaron 68 polinizadores y 34 insectos de fauna auxiliar, así como diversas aves.

Claro, esta es la parte final. Previamente, se definieron terrenos representativos de diferentes cultivos de manera que los resultados fueran una extrapolables. Los elegidos fueron: una parcela de regadío, otra de secano y otra de frutales, situadas en Castilla y León, Madrid y Extremadura respectivamente. Y en todos los casos se dejaban zonas sin sembrar con estas mezclas de semillas para que crecieran hierbas silvestres y poder comparar los resultados. En ellas solo se encontraron 4 polinizadores y cuatro especies de insectos.

A la hora de sembrar, se optó por crisantemos, cilantro y girasol por ser especies que se mantienen bien por sí solas en el terreno y apenas dan trabajo al agricultor una vez sembradas. Además, y muy importante, tienen floraciones prolongadas, escalonadas, y coincidentes con las de los cultivos, lo que ha demostrado que mejora su floración y el cuajado.

El éxito del trabajo en equipo

El proyecto «Márgenes para la biodiversidad» tenía una notable complejidad: no era solo cuestión de sembrar y ver qué pasaba después. Se trataba de desarrollar toda una metodología que incluía desde la decisión sobre las especies a sembrar hasta la verificación científica de los resultados. Por eso, en la base de su éxito ha estado la cooperación entre agricultores, técnicos, empresas de tecnología agraria, científicos y conservacionistas.