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Alarma en Doñana: las aves acuáticas crían cada vez menos por la sequía

SEO/BirdLife reclama acciones urgentes para salvar a las especies reproductoras del parque nacional, que sufrió en 2022 su récord de temperatura máxima y de precipitación mínima

Laguna de Santa Olalla, en Doñana, seca en agosto de 2022.
Laguna de Santa Olalla, en Doñana, seca en agosto de 2022.BANCO DE IMÁGENES DE LA EBD/CSICBANCO DE IMÁGENES DE LA EBD/CSIC

El parque nacional de Doñana vive un momento crítico. La laguna de Santa Olalla, la más grande del espacio protegido más emblemático de España, quedó reducida a un charco en septiembre de 2022 a causa de la sequía. De hecho, el año pasado la reserva sufrió su récord de temperatura máxima y de escasez de precipitaciones. Si bien las lluvias del invierno le han dado un respiro a los humedales de agua dulce que colman la sed de miles de aves migratorias y mamíferos, los estragos llevan años afectando a las especies acuáticas más amenazadas en esta parte del planeta.

De hecho, la reproducción de las aves acuáticas habituales en ese espacio protegido sufre una regresión sin precedentes. Especies como la cerceta pardilla y la focha moruna se encuentran en peligro crítico de extinción. Otras, como el fumarel común y el porrón pardo suman cinco años sin reproducirse y se las considera desaparecidas en el Parque. Por su parte, la cerceta pardilla, el aguilucho lagunero occidental o la pagaza piconegra viven una situación dramática. Es por ello que la sociedad española de ornitología SEO/BirdLife reclama acciones urgentes para salvar Doñana.

El parque andaluz, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ha sido históricamente el refugio al que acudían a reproducirse unas 50 especies de aves acuáticas cuando la marisma alcanza sus niveles óptimos de inundación. Pero «las primaveras prolijas en nuevos pollos de flamencos, cercetas, porrones o aguiluchos laguneros iniciaron un marcado descenso hace diez años y, desde 2019, muestran una regresión sin precedentes conocidos», alerta SEO/BirdLife.

De las 22 especies reproductoras analizadas por la organización en un informe publicado por el Día Mundial de los Humedales (2 de febrero), solo dos muestran una tendencia de cría positiva entre 2004 y 2022. Pero además esa tendencia positiva es matizable si se entra en el detalle.

Es el caso del flamenco común, cuya población experimenta un crecimiento de su población interanual del 14%, aunque con tasas de reproducción muy alejadas de los excelentes datos de 2004; cuando llegaron a contarse 13.000 parejas y llegaron a volar 3.500 pollos. Además, esos datos, si se atiende a la serie 2004-2022, son un espejismo. Ninguna pareja de flamenco llegó a establecerse en 2019, 2020, 2021 y 2022, ni tampoco lo hicieron en 11 de los últimos 15 años.

Lo mismo sucede con la malvasía cabeciblanca, que presenta una tendencia positiva y, no obstante, también sufre una desaceleración, ya que de las 20 parejas censadas en 2019 se pasó a 9 en 2020 y en 2021, y por primera vez desde 2004, no se reprodujo.

La reina de la marisma

La serie histórica sobre la evolución de las poblaciones de aves entre 2004 y 2022, elaborada por los investigadores de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), refleja que la mayor parte de las aves acuáticas reproductoras se hallan en una situación preocupante. La cerceta pardilla, antaño conocida como la «reina de la marisma», sumaba hace años centenares de parejas en Doñana. En 2022 solo se contabilizaron 13 parejas reproductoras.

Por otro lado, la población de aguilucho lagunero occidental ha caído de forma dramática. En 2005 se llegaron a contar 36 parejas, pero no se ven pollos volantones (los que llegan a poder volar del nido) desde 2016. En cuanto a los adultos, en 2021 se vieron tres parejas; en 2022, ninguna. La pagaza piconegra era un ave habitual en la Península en época estival. Solía concentrarse en Doñana en la primera década de este siglo, superando el millar de parejas. En los últimos nueve años, solo se han visto dos parejas.

Una primavera silenciosa

Para la SEO/BirdLife la «primavera silenciosa» que amenaza Doñana se explica por varios motivos. Desde los más graves, como el calentamiento global, hasta otros también severos, como la alteración de los hábitats por el crecimiento desordenado de la agricultura de regadío, la mala gestión de los agroquímicos de la ganadería extensiva y la contaminación del agua. Otras circunstancias que también añaden presión sobre la fauna son la caza ilegal, el impacto de la depredación de nidos principalmente por jabalíes –pero también a causa de zorros, perros o ratas– y el turismo.

SEO/BirdLife apremia a todas las Administraciones públicas (Gobierno de España, comunidades autónomas y entidades locales), así como a todos los sectores productivos que viven de los humedales a actuar de forma conjunta, integral y urgente para salvar Doñana, el resto de las zonas húmedas de importancia internacional que acoge España y otros espacios en situación crítica, como es el caso del Mar Menor, las Tablas de Daimiel, el Delta del Ebro o La Albufera de Valencia. De hecho, del total de humedales en nuestro país, según los últimos datos de la ONG, el 85% se encuentra en mal estado de conservación.