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Cómo reciclar tus envases para cumplir el deseo de un niño enfermo

El anhelo de Lucas y el de cientos de menores con enfermedades graves se ha cumplido gracias a la colaboración de los usuarios de la app RECICLOS de Ecoembes

Lucas y Mateo, en su visita a la comisaría de Policía Nacional en Alcobendas Fundación Pequeño Deseo

A veces, el mundo se detiene para un niño. En enero de 2024, a Lucas (6 años) le diagnosticaron un meduloblastoma en la parte posterior del cerebro. Dos días después había ingresado en quirófano. Su madre, Teresa Haro, recuerda cada etapa del tratamiento con una mezcla de asombro y entereza: «Estuvo todo el año en el hospital. En noviembre terminó el tratamiento y pensábamos que iba a ser definitivo, pero en febrero nos confirmaron que había recaído. El tumor no se entera de que no le queremos aquí».

A la espera de concluir con la segunda fase del tratamiento, Lucas continúa siendo un niño lleno de energía y curiosidad: «Es muy alegre, le encanta gastar bromas a los médicos y a las enfermeras, se gana el cariño de todo el mundo. Le gusta ir al cole, jugar con su hermano Mateo (4 años), ir a la piscina...». Desde que tiene memoria, Lucas siempre ha soñado con ser bombero o policía. Sin embargo, pasar parte de su existencia entre hospitales le ha impedido ir al colegio con normalidad, correr o jugar a «pillar a los malos» con sus amigos.

Pero llegó el día en que Lucas pudo dejar de ser paciente, aunque fuera por un rato. La Fundación Pequeño Deseo –que lleva 25 años cumpliendo los sueños de menores con enfermedades graves o crónicas– hizo realidad su anhelo de pertenecer a un cuerpo policial, en colaboración con Ecoembes. Gracias a las donaciones de personas anónimas que reciclaron sus envases con la app RECICLOS, creada por la organización, Lucas pudo ser agente por un día. «Fuimos a la comisaría de la Policía Nacional en Alcobendas, el municipio donde residimos. Allí estuvo en el área de investigación, en el briefing donde les asignan las tareas, hizo DNIs, exploró el calabozo... hasta subió al coche patrulla y pusieron la sirena», cuenta su madre. «Desde entonces, nos pregunta si podemos ir a la comisaría todos los días», añade.

Detrás de esa experiencia inolvidable hay una cadena de acciones cotidianas que, al unirse, logran lo extraordinario. La app permite a los usuarios acumular puntos por depositar latas y botellas de plástico vacías en los contenedores amarillos o las máquinas RECICLOS ubicadas en algunos municipios de todas las comunidades autónomas. A cambio, pueden destinarlos a causas como la Fundación Aladina y Juegaterapia (que colaboran para mejorar la vida de niños con cáncer) o la Fundación Pequeño Deseo, que ayudó a Lucas.

«Hasta que no estás metido en una enfermedad grave, no te das cuenta de que, a veces, con nada, ayudas muchísimo a un niño que lo está pasando muy mal», reflexiona Haro. «Lo mejor de todo es que los niños no viven esa ayuda como si les regalaran algo por estar malitos, sino porque se preocupan por ellos y porque se lo merecen. Es un chute de autoestima, es alegría y es un motor para seguir adelante».

Nieves Rey, directora de Comunicación y Marketing de Ecoembes, explica que «RECICLOS fue concebida con el propósito de utilizar la tecnología para transformar el reciclaje en un agente de cambio social. La app promueve la separación eficaz de latas y botellas de plástico, pero también amplía nuestra misión, al reflexionar sobre cómo este gesto cotidiano puede beneficiar a aquellos que más lo requieren, abordando desafíos que afectan a toda la comunidad».

Pequeño Deseo está presente en más de 35 hospitales en España, la mayoría públicos, y cumple una media de 500 deseos al año. «Ayudamos a niños y adolescentes, entre 4 y 18 años, en tratamiento por cualquier enfermedad grave o crónica, aunque el cáncer supone un 65% de los casos», explica Cristina Cuadrado, su directora general. En el caso de Lucas, fue el personal médico de la Clínica de Navarra –donde recibió protonterapia– quien contactó con la entidad.

«El día en que se cumple el deseo es muy especial para el niño, para los padres y para los sanitarios. Ellos se encargan siempre de autorizar el deseo, de elegir el mejor momento o de permitir la salida del hospital. Nos consideran parte del tratamiento», señala Cuadrado. «Porque cumplir sus deseos tiene una incidencia muy directa en su bienestar y en cómo afrontan la enfermedad –prosigue–. Además, muchos padres nos dicen: ‘"Por fin le veo sonreír" y qué mejor regalo que ese para seguir con nuestra labor».

El reciclaje como herramienta social

Terapia canina de la Fundación AladinaFUNDACION ALADINA

Lo que en apariencia es un simple acto de responsabilidad ambiental —reciclar un envase—, se transforma, gracias a RECICLOS, en una palanca de cambio social. En total, la app ha canalizado el compromiso ciudadano en más de 600 proyectos sociales y ambientales. Fundación Aladina ha podido llevar terapias asistidas con perros a niños en cuidados paliativos, impulsar programas de psicooncología pediátrica en hospitales o realizar mejoras en centros públicos como el Virgen de la Arrixaca, en Murcia.

«Uno de nuestros programas allí incluye ejercicio físico adaptado, con un entrenador que ayuda a los peques a recuperar fuerza y autoestima durante el tratamiento», afirma Ana Dávila, dircom de la ONG. «Tiene mucho efecto: el primero, que les saca una sonrisa, y luego todos los demás», señala, entre los que se encuentra la recuperación de tejido muscular y óseo o la eliminación de toxinas.

La Fundación Aladina está en 22 hospitales públicos de España e impacta en más de 2.000 pacientes pediátricos al año. Algunos de sus programas en 2024 estuvieron financiados con los 27.000 euros que recaudaron a través de RECICLOS. «Nos hemos beneficiado mucho de esta colaboración con Ecoembes, primero por la visibilidad que nos proporciona, y segundo porque necesitamos recursos para ayudar a estos niños y niñas, y a muchísimos más. Nuestra premisa es que allí donde haya un niño con cáncer estará Aladina», asevera Dávila.

Quienes donan sus puntos quizá no sean del todo conscientes, pero su gesto llega más lejos de lo que imaginan. «El reciclador ya es alguien especial de por sí, que tiene una generosidad implícita», considera Cuadrado. «Son personas concienciadas con la salud pública y que quieren ayudar. No es de extrañar que en las dos ocasiones en las que hemos colaborado con Ecoembes, la acogida haya sido enorme», destaca. De hecho, más de 100 deseos se han hecho realidad gracias al reciclaje a través de la app.

Historias como la de Anhelina, una adolescente ucraniana de 16 años que huyó del conflicto armado en su país y que sueña con ser modelo. «Tiene un problema neurológico y, cuando contactamos con ella, se trataba en el Niño Jesús. Gracias a esas donaciones, pudimos hacerle una sesión de fotos profesional en una azotea, con una peluca y ropa de moda... Fue increíble. Alejarla del hospital por unas horas fue como abrirle una ventana al mundo», recuerda Cuadrado.

En cuanto a Lucas, volvió al colegio después de su aventura como policía. Llevó las fotos a clase, se las enseñó a sus amigos y continuó mostrando esa sonrisa que ningún tratamiento médico ha logrado borrar. Y todo empezó con una lata. Con una botella. Con alguien que decidió que su reciclaje podía valer más.