La especie humana
Se define eugenésica como el estudio de las posibilidades de mejorar la especie humana mediante procedimientos que influirán en las características hereditarias de las generaciones futuras. La palabra deriva del griego “Eugene”, que significa bien nacido.
La herencia ya forma parte del ideario intelectual desde la Grecia Clásica. Platón habló de herencia y mucho más adelante, durante el siglo XVIII, se hicieron estudios empíricos con plantas como el tabaco, e incluso estudiando personas, para confirmar que efectivamente había una contribución de ambos sexos a la descendencia.
En el siglo XIX, los frenólogos se preocuparon ampliamente de la herencia humana y los criadores de animales y plantas aplicaron normas empíricas y efectivas. Las gémulas formaban parte de la teoría darwiniana de la pangénesis, y eran unos elementos que circulaban por todo el organismo, se transmitían de padres a hijos y cambiaban por la incidencia del medio ambiente.
Francis Galton, padre de la teoría eugenésica y primo de Charles Darwin, intentó primero demostrar la teoría de la pangénesis, pero no lo consiguió. Lo que sí hizo es elaborar la teoría eugenésica. Galton define por primera vez eugenesia en 1883, pero sus bases se asientan en trabajos anteriores. “Inquiries into human faculty”, de 1907, es su obra cumbre.
Galton sostenía la idea de que personas excepcionalmente altas solían tener hijos de estatura menor a la de sus progenitores; mientras que personas muy bajas solían tener hijos más altos que sus padres. Galton lo enunció como la regresión a la mediocridad. Este principio se considera la primera falacia sobre la teoría de la regresión. La justificación que se da hoy día a este hecho es que los valores extremos de una distribución se deben en gran parte al azar.
Galton consiguió que se le considerara entre los individuos activos del Imperio Británico. Combinó sus estudios estadísticos y los de medicina para elaborar tablas de la evolución de las buenas familias inglesas e intenta hacer clasificaciones de enfermos o criminales, que era lo que le preocupaba dentro de lo que consideraba clases o estirpes inferiores. Sobre todo al final de su vida hablará abiertamente de la clasificación de las personas por estirpes o razas, incluso dentro de una misma sociedad y no concederá a la educación o al ambiente la única capacidad de mejorar una persona, pero siempre dentro de su mismo nivel.
Pensaba que si se fomentaba el matrimonio entre los mejores de cada clase y se concedían ayudas para que los mejores tuvieran hijos, se mejoraría la sociedad. También teorizó que las mujeres de clases superiores sufrían más durante el parto. Trató de hacer estudios biométricos en colegios e instituciones para averiguar las diferencias entre los escolares del campo y los de la ciudad. Sus intentos resultaron inútiles y hubo de financiarse aparatos biométricos y su ubicación para hacer sus propias mediciones aprovechando eventos científicos.
En 1911 consiguió incluir sus tablas estadísticas sobre familias notables inglesas en el Laboratorio de Biometría creado por su discípulo Karl Pearson en la Universidad de Londres. En ellas demostraba que el genio o la inteligencia se heredan, basándose en que los estudiantes de universidad y que luego ocuparán puestos de responsabilidad son a su vez hijos de notables.
Las teorías eugenésicas de Galton se difundieron con fuerza después de su muerte. Sobre todo en los años treinta y cuarenta del siglo XX. Después del nazismo se dejó de hablar de la eugenésica. La aplicación de estas ideas no solo exterminó personas, sino que también se hicieron experimentos de crianza, seleccionando mujeres para soldados o ejemplares masculinos de raza pura. La doctora Cecilia Castañera, en “Un derecho privado”, afirma:
“Las esterilizaciones forzadas comenzaron en Estados Unidos ya en 1907, desde que se aprobó la primera ley a favor de la eugenesia en el Estado de Indiana. A partir de ese momento se inició una dramática carrera de cifras contadas por millares en todo el país, que competirían con las otras tristísimas cifras operadas por el nazismo alemán. Así lo ha confirmado un estudio realizado en la Universidad de Yale y publicado en la prestigiosa revista médica ‘Annals of Internal Medicine’, que ha escandalizado todavía más a la democrática sociedad americana al afirmar que dichas prácticas no pertenecen a un pasado tan lejano, porque se aplicaron hasta bien entrados los 60, y con una intencionalidad claramente eugenésica: eliminar de la sociedad a deficientes físicos y mentales o a personas inclinadas ‘naturalmente’ al delito.
Nunca Charles Darwin pensó que su teoría sobre la selección natural de las especies animales fuera a tener tan fervientes adeptos, y mucho menos que semejante teoría inspirase la práctica eugenésica entre los seres humanos: una selección de seres humanos obrada indiscriminadamente por los más fuertes sobre los más débiles”.
La doctora Cecilia Castañera continúa diciendo: “La esterilización involuntaria de inspiración eugenésica, para lograr una sociedad más ‘humana’ para unos cuantos, despoja a la persona de parte de su sexualidad, es decir, paradójicamente, de parte de su ‘humanidad’; sexualidad que, no lo olvidemos, no es un simple añadido, sino un componente esencial de la persona. Y habría que preguntarse si es posible humanizar una sociedad mediante métodos esencialmente ‘inhumanos’; es decir métodos que expolian a parte de la sociedad de una propiedad ahora sí ‘privada’, irrumpiendo brutalmente en sus cuerpos sin su consentimiento”.
Las teorías de Galton gozaron de un cierto prestigio en España y, en concreto, en Cataluña. El introductor de estas teorías fue el doctor Félix Martí (1911-1972). Martí Ibáñez, médico y sexólogo afiliado a la CNT, fue pionero al abordar la sexología en la década de los años 30, del siglo pasado, desde su consultorio en el barrio de Gracia de Barcelona. Director general de Sanidad y Asistencia Social de la Generalitat de Cataluña, impulsó una tarea de reorganización de los servicios sanitarios, poniendo en marcha un nuevo sistema de medicina social y preventiva. Entre sus proyectos, destaca la creación de liberatorios para prostitutas, de centros de información sexual para jóvenes y un Instituto de Ciencias Sexuales. En 1937 fue nombrado subsecretario de Sanidad del Gobierno de la República. Escribía Martí Ibáñez:
“La nueva ética sexual revolucionaria no asentará jamás normas de conducta colectiva, sino que forjará en la fragua de cada pensamiento individual el anhelo de resolver integral y sinceramente los problemas erótico-sentimentales que a cada persona se le plantean. Toda nuestra tarea futura es la de crear una propaganda eugénica constructiva, una firme cultura del amor”.
La II República española, a pesar de su sectarismo religioso, mantuvo tipificado el aborto como delito. No así el gobierno de la Generalitat de Cataluña que aprobó, por decreto, el 25 de diciembre de 1936, la ley de Reforma Eugenésica del Aborto. Esto es, la Generalitat se desmarcó de los postulados de la II República y permitió que, en Cataluña, las mujeres pudieran abortar. El autor de la primera ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo fue el doctor Félix Martí Ibáñez.
El decreto no fue un mero accidente revolucionario, puesto que años antes hubo médicos y juristas que abogaron por su implantación. La razón era controlar la calidad futura de la raza. Esto mismo lo aplicó Hitler, años más tarde, en Alemania. La ley fue firmada por Josep Tarradellas, conseller en cap del Govern de la Generalitat, Pedro Herrera, conseller de Sanitat i Assistència Social y Rafael Vidiella, conseller de Justicia.
Establecía cuatro supuestos para autorizar el aborto hasta los tres meses:
- Las causas terapéuticas (enfermedad física o mental de la madre que contraindica el parto);
- El motivo eugénico (incesto paterno o taras que podrían propagarse en el futuro ser);
- Los factores neomalthusianos (deseo consciente de la limitación voluntaria de la natalidad);
- Sentimental o ético (maternidad indeseada para la madre por causas de orden amoroso o emotivo).
La nueva legislación reconocía el derecho de la mujer al aborto voluntario e incorporó la interrupción artificial del embarazo en el Servicio Sanitario de la Generalitat.
Pues bien, los legisladores de la Generalitat, como la intelectualidad de los países socialmente más avanzados -ya fueran socialdemócratas suecos o republicanos en Estados Unidos- creía en las virtudes de esa rama de la medicina encaminada a controlar la calidad racial de las generaciones futuras.