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Así es "el truco del peluquín", la nueva forma para engañar a la DGT

La Dirección General de Tráfico alerta de esta práctica y de la sanción que supone

Las nuevas tecnologías han provocado novedosas técnicas para copiar en un examen
Las nuevas tecnologías han provocado novedosas técnicas para copiar en un examenDreamstime

Sacarse el carnet de conducir puede ser complicado para algunas personas. Ya no solo por la parte práctica en la que hay que demostrar que se está capacitado para llevar un vehículo, sino también por la parte teórica, normalmente subestimada, que es primordial de aprobar para hacer el examen práctico. Por ello, el llamado "truco del peluquín" es la última acción viral para engañar a la DGT.

Hay muchas formas de intentar copiar al aprovechar las nuevas tecnologías, como utilizar un smartwatch. También están otras técnicas que son más tradicionales, como el típex o mirar hacia el lado de tu compañero para comprobar sus respuestas, así como utilizar tinta transparente o las respuestas en la mano o en la suela de las zapatillas, además de las famosas "chuletas" guardadas en alguna prenda. En cualquier caso, a lo largo de los años, siempre han surgido nuevas formas de copiar sin que te pillen los examinadores.

¿Cómo es la nueva forma de copiar en un examen de la DGT?

El mero hecho de copiar en un examen no está considerado como delito, pero es una práctica que puede suponer una infracción. Más allá de estas técnicas más conocidas, existe la de ponerse un peluquín, en el que viene integrado una cámara y un auricular. Aunque los pinganillos son más típicos, lo de incluir una cámara era algo más complicado.

El mecanismo se basa en la utilización de una diminuta cámara de grabación y de pinganillo mediante el cual el alumno puede hacer llegar las preguntas hasta el exterior el edificio y le hacen llegar las respuestas a través del auricular.

La Dirección General de Tráfico ya ha advertido que está al tanto de esta nueva trampa. Generalmente, lo utilizan personas sin pelo, que utilizan esta peluca para simular el tener cuero cabelludo. Y es que el protagonista de este invento fue un ciudadano chino calvo de veinticuatro años, que se presentó a un examen con este peluquín en Guadalajara. Las dificultades para hablar español de esta persona levantaron las sospechas de los examinadores, ya que apenas podía tener una conversación sencilla y fluida. Para más inri, terminó el examen antes que el resto de los alumnos. En este caso, el aspirante no fue juzgado por un delito, pero se le prohibió volver a presentarse al examen durante los próximos seis meses.