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«Al contrario que fumar, en los años 70 estaba mal visto destacar»

Entrevista Oché cortés /Cantante, músico y escritor del libro «Cuando éramos horteras»

Oche Cortes, autor de "Cuando éramos horteras"
Oche Cortes, autor de "Cuando éramos horteras"Torres, ÁngelesLa Razón

No es un libro de anécdotas, ni de datos. Es de muchos sentimientos. Así describe Oché Cortés, cantante, músico y autor del libro «Cuando éramos horteras» (Plaza&Janés,2019), su relato a través de la década de los 70. El exdirector de la televisión pública 7RM, presenta este viernes 29 a las ocho de la tarde en el Aula de Cultura Caja Murcia su obra, en la que explica cómo España pasó de ser en blanco y negro para resurgir y convertirse en un país lleno de color.

–¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

–Cualquier tiempo pasado fue lo que tuvo que ser. Yo no escribo con nostalgia, sino desde el punto de vista del niño, adolescente o joven al que le pilla una determinada época de una España que tenía tonos muy grises, pero que gracias al empuje de un montón de gente, empezó a verse en color.

–¿Qué es lo que más destacaría de aquellos 70?

–Es una época de grandes canciones, de grandes películas, donde se empieza a descubrir el paso de lo analógico a lo digital, en la que muere el silencio por obligación, y empieza a nacer la libertad sin ira. Es una época de acuerdos históricos y de la creación de una palabra que, desgraciadamente, hoy está tirada por los suelos y que se llama «consenso». Salimos de una dictadura y toda la gente se puso de acuerdo para que las generaciones venideras pudieran disfrutar de la libertad y no sufrir con el silencio.

–¿Y lo que menos?

–Afortunadamente, han pasado cosas que nuestros hijos ni siquiera recuerdan. Somos una sociedad viva gracias a que hubo gente dispuesta a poner la letra y la música del acuerdo. Y a partir de ahí, la libertad de opinión, de prensa, o de las mujeres para desarrollar su vida y no estar siempre postergadas, cuando no juzgadas o vejadas, por maridos y hombres en general, para mí han sido parte de los grandes logros de una década que, desgraciadamente creo que está muy poco valorada.

–¿Era hortera España?

–Mucho. El mundo de los 70 era hortera. Habíamos pasado de una época de tremendo glamur, con «Desayuno con diamantes», y las grandes películas como «Vacaciones en Roma», o el «Prêt-à-Porter», a una época donde había papel pintado hasta en la cocina, moqueta en las paredes, o coches horribles que solo podían ser de dos o tres colores, porque era una España muy en blanco y negro. Era un mundo muy extraño.

–¿Y ahora? La moda siempre vuelve...

–Curiosamente, 20 años después del nuevo siglo, mucho de lo que en los 70 eran hortera, ahora es tendencia (ríe). Es algo que me parece alucinante. Ahora a esto lo llaman «vintage», pero de eso nada, era hortera.

–¿Y la sociedad?

–Íbamos a discotecas donde había un tío que se llamaba Tony Manero, que llevaba un pantalón donde se ajustaba el paquete, el suyo y el del tabaco, y utilizaba el corte de campana, bigotes tremendos, pelos enloquecidos, se abría las camisas y salía el pelo en el pecho con un medallón en lo alto... ¿Tú crees que no éramos horteras? Cantábamos canciones de Georgie Dann que nos volvían locos. Nuestras reuniones eran en los coches de choque, porque era donde se escuchaba la música más fuerte. Nos daba igual ponernos un jersey de rombos con unos pantalones de rayas. ¡Claro que éramos horteras!. Pero no era de una forma peyorativa, sino porque ser hortera era un estilo de vida.

– La música también es muy distinta hoy en día. ¿Cómo era entonces?

–La música de los 70 es fabulosa. La británica y norteamericana de Supertramp, Pink Floyd, Genesis, Los Beatles, los Rolling Stones... ¡Joder! Fue increíble. En España teníamos lo que llamamos curiosamente canción melódica de los grandes cantantes al estilo italiano como Miguel Gallardo, Camilo Sesto o Pablo Abraira, que convivían tranquilamente con artistas como Víctor Manuel o Joan Manuel Serrat, y que cantaban en otras lenguas, como Andrés Do Barro que lo hacia en gallego, o Lluís Llach y María del Mar Bonet, que lo hacían en catalán o mallorquín.

-¿Y eso que representó en la sociedad?

-Fue muy importante. Yo no recuerdo a nadie de mi generación, de mis amigos, que tuviera ningún problema con que se cantara en otra lengua. Al contrario, a medida que iba avanzando la década, nosotros entendíamos, y sobre todo después de la muerte de Franco, que cantar en catalán, valenciano, gallego o mallorquín le daba riqueza a nuestra patria. Las lenguas, los idiomas de cada región eran muy importantes porque no desunían, sino todo lo contrario, unificaban porque nos sentíamos orgullosos de esa diversidad.

–¿Por qué ha elegido el formato vinilo para presentar el libro?

–Porque es un «single», y los capítulos están separados por canciones. Es como si fuera un LP, en el que se incluye un «Bonus track» que no tiene forma de canción, sino que es la historia del ‘indio de Cuatro Caminos’. Es una anécdota sobre el anuncio de Marlboro de un ‘cowboy’ fumándose unos ‘cigarracos’ en mitad del campo, y de cómo influyó el anuncio en la gente, que adoptó a veces la personalidad de indios o de vaqueros por las calles de Madrid.

–¿Cuál es su «single» favorito?

–Me gustan todos. No voy año por año en una década. Hay momentos en los que lo he pasado muy bien, hablando de cómo componer una canción italiana si quieres enamorar a una chica de los 70, y momentos en los que lo he pasado muy mal, con las muertes de compatriotas a manos de las bandas terroristas como ETA. También lo he pasado mal pensando en la gente que, unos meses antes de morir el dictador, fueron fusilados. Había mucho dolor, mucho miedo y, sobre todo, una frase que era terrible: no destaques. Al contrario que fumar, estaba mal visto destacar.