Fiesta de Interés Turístico Internacional
Qué hacer en Caravaca de la Cruz durante la fiesta de los Caballos del Vino
Del 1 al 5 de mayo, la ciudad celebra una de las fiestas más espectaculares del calendario
Llega, como cada año, y cada vez con mayor fuerza, la fiesta de Los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz, fiesta declarada de Interés Turístico Internacional, que acoge a miles de personas en la explanada del Castillo en uno de los eventos más espectaculares del calendario de la Región de Murcia. Del 1 al 5 de mayo, la ciudad de Caravaca desborda vitalidad, energía y mucha fiesta para los visitantes y ciudadanos que buscan vivir una experiencia única. Las luchas entre moros y cristianos, las escaramuzas fronterizas con el Reino Nazarí de Granada y la gesta de un grupo de caballeros templarios son el guión de estos festejos.
En la mañana este 2 de mayo se celebran los Caballos del Vino, el día grande de las fiestas. Los únicos requisitos para no desentonar son ponerse un pañuelo rojo al cuello, llevar una camisa blanca y mentalizarse de que se va a asistir a una de las fiestas más atronadoras de España.
Cientos de miles de personas se reúnen para vivir en directo la mítica carrera. Todo sucede en un abrir y cerrar de ojos. Cuatro mozos corren junto a cada caballo en una intensa galopada que termina en la explanada del Castillo y en la que se rememora un hecho increíble que ocurrió hace 700 años. Cuenta la leyenda que en ese tiempo los musulmanes tenían sitiado el castillo de la ciudad santa. Entonces, un grupo de templarios consiguió romper el cerco, introducir con sus caballos alforjas repletas de vino y salvar al pueblo de morir por el agua envenenada con la que los enemigos habían contaminado los aljibes.
Algo único de estas fiestas es la cantidad de ambientes distintos que se despliegan según el acto y la hora del día. No parece la misma ciudad por la mañana que cuando cae la tarde, aunque eso sí, tanto la espectacularidad como la hospitalidad de los caravaqueños está asegurada en todo momento.
La convivencia entre las peñas caballistas y sus charangas y las kábilas moras y grupos cristianos, que toman las calles dispuestos a guerrear, a sacar sus espadas y mandobles y a ganar posiciones alrededor de sus reyes y sultanes.
El sabor de las migas ruleras, la tarter o postres como el alfajor o las famosísimas yemas, exquisiteces elaboradas a base de yema de huevo y azúcar, recubiertos de caramelo o chocolate. Para terminar con una buena digestión, es tradición probar las bebidas de elaboración casera, como la mistela y el licor café.
Moros y cristianos
De la misma manera, la fiesta no acaba con los Caballos del Vino. El día 3 de mayo es imprescindible no perderse la procesión que va por las calles del casco antiguo desde la Iglesia del Salvador hasta el Templete. Es uno de los momentos más bonitos de estas fiestas, así como el Parlamento entre los reyes moro y cristiano y el Baño de la Cruz en el Templete, un acto multitudinario y de mucha devoción.
Asimismo, el 4 de mayo tiene lugar el Gran Desfile, en el que moros y cristianos lucen sus mejores galas levantando al público de sus tribunas a ritmo de marchas moras y cristianas. El 5 de mayo la Procesión de Subida de la Sagrada Reliquia a la Basílica Santuario pone el mejor colofón posible a las fiestas.
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