Escrito en la pared
17-A Barcelona y Cambrils
Me sorprende es que nadie en la Cámara legislativa haya reclamado estudiar la actuación de los Mossos d’Esquadra en aquél aciago día
Seis años después de su trágico resultado, los atentados de Barcelona y Cambrils han entrado en el chalaneo político como moneda de cambio para la elección de la mesa del Congreso de los Diputados, pues Junts ha exigido la constitución de una comisión para investigar la conexión de la célula de Ripoll con el CNI y dar satisfacción así a sus bases más radicales. No creo que se llegue muy lejos en esto después del exhaustivo trabajo de Fernando Reinares y Carola García Calvo sobre el asunto que publicó el Real Instituto Elcano. Pero lo que me sorprende es que nadie en la Cámara legislativa haya reclamado estudiar la actuación de los Mossos d’Esquadra en aquél aciago día del mes de agosto de 2017.
Tres son los hechos relevantes al respecto. El primero es que los atentados fueron fruto de una acción improvisada por los miembros de la célula yihadista una vez que se frustraron sus planes al estallar el depósito de explosivos de Alcanar. El segundo se refiere a la circunstancia de que entre ambos acontecimientos –la deflagración del triperóxido de triacetona (la «madre de Satán») y el atentado en las Ramblas– transcurrieron 18 horas en las que la policía catalana fue incapaz de identificar el origen terrorista del bombazo a pesar de que había recibido avisos previos de la policía belga y de la NCTC norteamericana sobre una posible acción terrorista en Barcelona, perdiéndose así un tiempo imprescindible. Por cierto que, debido al empecinamiento de la alcaldesa Colau, esta ciudad había desoído las sugerencias que, en el año anterior, hizo del Ministerio del Interior para aumentar la seguridad pasiva de sus zonas más sensibles y prevenir así acciones yihadistas como las que habían tenido lugar en varios países europeos, al lanzarse vehículos contra los paseantes, y que inspiraron a la célula de Ripoll. Y el tercer hecho es que, cuando reaccionaron ante los atentados, los Mossos no dejaron vivo a ningún testigo entre sus perpetradores, pues los abatieron a todos, seguramente sin necesidad de ello, impidiéndose así su detención y dificultando la ulterior investigación judicial. Tengo para mí que los atentados del 17-A podrían haberse evitado si no hubiese mediado tanta incompetencia policial. Las víctimas merecen saberlo.
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