Opinión

Boris

Hoy quisiera decirles que admiro mucho a Boris Izaguirre. No es nuevo, no es casual. A Boris le he parado por la calle mil veces para decirle que me encanta, que le admiro, que no encuentro a nadie tan elegante por la calle como a él, ni siquiera encuentro a alguien tan elegante como él en mi vida. Pero se me queda corto. Acaba de publicar una novela que no es una novela, sino un relato autobiográfico paralizante y feroz donde cuenta cómo su madre fue su gran aliada cuando se topa con un hijo distinto, diferente, amanerado, disléxico, popular, pero rechazado al mismo tiempo, un chiquillo cuya forma de ser no era bien vista. A Boris Izaguirre le violaron entre tres cuando tenía trece años. Y, sin embargo, no tiene ira. No odia. No creo que pueda admirar a nadie que, teniendo miles de motivos, decida no odiar. Es más, de Boris admiro mucho que haya creado otra necesidad imperiosa: cualquier situación adversa, fatal, crítica, dramática, puede mejorarse con algo de sentido del humor, incluso de humor. Tener enfrente a alguien que lo tuvo todo en contra, mil problemas, mil hostias, y que haya hecho de la sonrisa o del chiste una obligación, es tener enfrente a un ídolo. Y Boris lo es. Querido «vinotinto»: viva la pluma y viva ese «Tiempo de Tormentas». Larga vida y felicidad para devolverte tu valentía.