Opinión

La independencia de EE UU

El reciente intento de conseguir la independencia, no sólo de la Nación sino del régimen del Estado, ha dado ocasión a muchos comentarios y preguntas en ámbitos universitarios tratando de encontrar alguna justificación. Opiniones y ansias de localizar en el riquísimo campo de la historia otros fenómenos que argumentaran la idea del «derecho a decidir», que es evidente en el plano individual pero no en el comunitario. Ocurre así en el caso de la independencia de los colonos ingleses de América del Norte, que llevaron a cabo una brillante empresa respecto a los vínculos que decidieron romper con la Monarquía inglesa y el Parlamento británico, después de una revolución en el siglo XVII.

Los colonos y plantadores de las Trece Colonias inglesas de América del Norte se creyeron herederos de las libertades inglesas: derecho de propiedad, seguridad de las personas, libertad de expresión, libertades de petición, reunión y elección, equilibrio de poderes. En 1760, el reinado de Jorge III Hannover supuso una reacción autoritaria al apoyarse la monarquía en el partido «tory» y en el grupo parlamentario conocido con el expresivo nombre de «King’s Friends», con el propósito de redistribuir el gasto producido por la deuda exterior, originando una nueva política fiscal inglesa y la elaboración de una serie de medidas que los colonos denominaron «humillantes y restrictivas». La discusión fue larga y tiene varias fases.

Se promulgó en 1763 la Ley del Azúcar (Sugar Act), que aumentó los derechos de aduanas sobre géneros vitales como el azúcar, el vino, el café, la seda, con fuertes impactos en los precios de productos tan necesarios. En 1765 fue la Ley del Timbre (Stamp Act) la que transformó el problema en crisis muy seria y generó una postura espontánea en las colonias, con rechazo de un derecho de timbre sobre todos los actos jurídicos, notariales, documentales..., afectando a los grupos medios urbanos y profesionales. En esta oportunidad surge la pregunta de si puede legislar el Parlamento para las colonias en todos los terrenos. Las Asambleas provinciales se reunieron para plantear y adaptar puntos comunes de resistencia. En la Cámara de Burgueses de Virginia, Patrick Henry afirmó la exclusividad de la Asamblea General de la colonia para imponer tasas y tributos. A propuesta de Massachussets, en octubre de 1765, nueve colonias enviaron delegados a Nueva York para constituir el llamado Congreso del Stamp Act, adoptando tres acuerdos:

Se niega al Parlamento inglés el derecho a imponer tasas a las colonias.

Recomendación de ser boicoteados todos los productos ingleses.

Se establece el principio de que no podían considerarse libres si la propiedad de sus bienes no estaban garantizados.

El Parlamento inglés argumentó que no había falta de consentimiento porque los colonos estaban virtualmente representados en el Parlamento. Los colonos contestaron con energía esta interpretación.

La tercera crisis se planteó en 1767, cuando el Parlamento vota las Townshed Acts, que imponían tasas a la importación sobre el vidrio, plomo, papel, pinturas y té, y crea el Board of Customs Commisioner, con sede en Boston, que aseguraba la ejecución y cumplimiento de las leyes. Éstas ocasionaron una acción muy significativa de índole intelectual: un replanteamiento sobre la averiguación de estas mercancías en torno a los límites jurídicos del poder del Parlamento británico. John Dickinson, en sus «Letters from a Farmer in Pennsylvania», apunta que no pueden crearse derechos, ni siquiera externos, que tengan como objetivos crear rentas. La tesis de Dickinson produjo que el Parlamento aboliese las Townshed Acts, a excepción de la tasa del té (5 de marzo de 1770). Y ocurrió la «masacre de Boston», en el que un grupo de gentes insultaron y apedrearon a los centinelas británicos, los cuales abrieron fuego contra la multitud, provocando tres muertos y ocho heridos.

La cuarta crisis se produjo en 1773 como consecuencia de la Ley del Té, en virtud de la cual el gobierno inglés autorizó a la Compañía de las Indias Orientales su comercialización en América: clara manifestación de monopolio sobre el mercado americano. La repulsa se generalizó en Boston, donde colonos disfrazados de indios tiraron al mar fardos de té. Al llegar la noticia a Inglaterra se dieron tres leyes que fueron consideradas «intolerables»: cierre del puerto de Boston; modificación del nombramiento del Consejo de los Gobernadores; y una nueva ley sobre administración de la Justicia. Massachussets comenzó a reclutar milicias; el 6 de junio se proclamó la «Declaración de las razones y necesidad de tomar las armas». Jorge III declaró a los colonos en rebeldía y comenzaron los preparativos militares. Se reunieron tres Congresos Continentales, aprobándose la «Declaración de la Independencia», redactada por Jefferson en Virginia, originándose un riquísimo pensamiento que condujo a la creación del Estado de la Unión y la Constitución de 1787.