Opinión

Da cosica

No sé si saben a la sensación que me refiero. No sé si la han experimentado alguna vez. Es esa que te impide incluso mirar o comentar. Es ese sentimiento de profunda vergüenza ajena, tanta, que eres incapaz de calificar lo que estás viendo. Es ese mal rollo interno, chungo, ese mal cuerpo que te deja contemplar a alguien que, tras muchos días manteniendo una mentira, ahora trata de defender sus pequeñas mezquindades. Las últimas comparecencias de Cristina Cifuentes han sido uno de los espectáculos más bochornosos a los que se puede enfrentar un ser humano, en este caso ella, que ha tenido que dimitir ante dos cutreces clamorosas.

Si Cristina Cifuentes hubiera aparecido un día y nos hubiera contado que un día en un supermercado cometió un error de principiante del que se siente profundamente avergonzada y que se arrepentirá toda a vida y hubiera obviado ese máster inexistente, si nos hubiera contado su verdad, se hubiera ahorrado dos de los papelones más innecesarios que se van a recordar en la política nacional. Vds me dirán, y con razón, que los ha habido peores. Tipos que se han enriquecido, que han robado descaradamente, que han malversado y es obvio que tendrán la razón, pero este caso es tan mezquino y tan de ponerte la cara colorada que cuesta trabajo pensar que no haya alguien, concretamente en un palacete, frotándose las manos después de haber rebuscado en la basura.