Opinión

Despedidas

Hoy, justo hace unos cuantos años, se iba al tercer anfiteatro del Estadio Vicente Calderón un niño al que íbamos a dedicar un vídeo marcador con la leyenda «Nico campeón». Hoy, también después de unos cuantos años, se va además El Niño. Nico fue un bebé que en los pocos meses que estuvo entre nosotros se nos clavó tan dentro que parece mentira. Nada más nacer, su mamá le puso un gorrito rojo y blanco para que el padre, orgulloso indio con pedigrí, fuera todavía más ancho que largo por el hospital. Hay pocos días en los que no le tengamos en nuestros corazones.

El mérito es de sus padres, deseosos de amar a Nico tanto que han decidido mantener su memoria a diario. A Nico le hubiera encantando conocer a Fernando Torres, como a su papá o a mí nos gustó tener un día delante a figuras como Gárate, el gran José Eulogio, ídolo de nuestros padres y, de alguna manera, culpable de que nos conociéramos. Porque es verdad que ser de un equipo te hace familia, pero mucho más si ese equipo las ha pasado canutas en bastantes ocasiones. Ese vínculo no se va a romper. Nico, ese niño del Atleti al que no le dio tiempo a darse cuenta de lo grande que es Fernando Torres, vendrá esta tarde a sentarse entre nosotros, a los que vamos a ir a decirle al Niño que las despedidas se pueden escenificar pero que son mentira. Hay personas que siempre permanecen.