Opinión
A pique
Ha dicho James Cameron, el director de cine, que desde hace seis años se hizo vegano y que eso es la purga Benito. No solo ha dicho que es buenísimo, es que asegura que desde que dejó la carne y los lácteos, su vida sexual es mucho mejor. Lo dice, ojo, junto a su quinta mujer, que también se ha convertido en vegana. El hombre que nos mostró un mundo azul como el azul petróleo en Avatar, llega más allá: aconseja dejar la pastilla azul, qué cosas tiene la vida. Y por si eso fuera poco, afirma a través de los testimonios que ha recopilado para su documental The Game Changers (con el que nos intenta convencer a todos de los beneficios de su dieta) que desde que se volvió vegano son mejores sus erecciones.
Cameron, en el palo sobre la cabra de la promoción de su documental que, en un experimento llevado a cabo por un urólogo prestigioso de los Estados Unidos, jura que tres hombres habrían aumentado de longitud y circunferencia en sus penes comiendo pasto. Albricias, lo verde es cosa de machos. Con todos mis respetos a los veganos, habría que decirle a James Cameron que se tome un poco más en serio a sus partidarios. Venir a hablar de poderío testicular, de potencia sexual y de tamaños no le pega cuando ha dirigido «Titanic», la película más ñoña y más floja que una recuerda. Tome jamón, oiga.
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