Opinión

Mont@ro

Voy a decirle a la nueva Ministra de Hacienda una cosa: Mire Vd, María Jesús, hermosa mía, no espere jamás mi cariño, ni mi comprensión, ni mi cercanía. Será siempre una extraña, una individua, una enemiga. Nunca la veré como alguien que podría ser de mi familia (aunque no se preocupe porque tampoco mi familia quiere ser familia mía) ni podrá venir a pedirme perejil a horas intempestivas. Ni aunque me venga muy bien podrá tocarme el timbre. He odiado y odiaré a todos los ministros de Hacienda que en el mundo son y será y, especialmente, a los españoles. Estoy a punto de pagar una millonada que no me compensa, que ingreso en las arcas del Estado convencida de que es mi deber.

Lo hago sabiendo que hay carreteras y baches que no podrían vivir sin mí, y jubilados que necesitan de mi contribución, y enfermos que no tendrían acceso a los medicamentos que son imprescindibles para su curación, mucho más si son paliativos. Hago todo ello con una alegría que me deberían dar un premio, eh, pero creo que ya estoy a punto de no poder pagar a Hacienda o de tener que pedir un préstamo para pagar a Hacienda. Y le digo: si Vd supiera lo que cobro yo le daría un poco de pena. Pero le digo más, Sra. Montero: solo hay una cosa que me alegra. Y es que Montoro, al menos esta vez, no va lucir sonrisita a finales de junio. No me la ponga Vd que estoy canina.