Opinión
Contadas
¿No les ha pasado alguna vez que van a acostarse y se dan cuenta de que no han hecho otra cosa que cagarla durante el día? ¿No les ha pasado que, antes de dormirse y cuando van a rezar el Cuatro Esquinitas Tiene Mi Cama, les sobreviene un «Dios mío, ¿yo no seré gilipollas?». ¿No ha tenido ninguno de Vds una época mala malísima, de esas en las que no se da pie con bola, que no se acierta, que vienen todas malas, que es imposible atinar a pesar de que las cosas las siguen haciendo Vds igual, como siempre, como si tal cosa? ¿No les ha ocurrido que, a pesar de la experiencia acumulada, hay momentos en los que parecemos pipiolos, novatos, nuevos, atenazados por los nervios cuando somos una valeriana andante?
¿No han notado de golpe un aliento en la nuca, un murmullo constante de desaprobación? No se a Vds, pero a mí sí, y varias veces en la vida. A mí David de Gea no me cae especialmente bien, no me entusiasma. Siendo como es una radical de los colores de mi Atleti de Madrid, a los que, en vez de marcharse como señores, huyen como roedores, no les guardamos mucho cariño pero, hoy estoy con él. Salga o no, pare o no, falle o no, líe una gordísima o nos deje como gárgolas maravillados, estoy con él. Porque yo también he tenido días en los que me tragaba goles laborales como Lacasitos.
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