Opinión
De eso
Acabo de regresar de Lorca, en Murcia. No la visitaba desde que el terremoto de 2011 sacudía la ciudad y se llevaba por delante nueve vidas y dejaba trescientos veinticinco heridos, algunos de ellos muy graves. De eso me sirve el periodismo. Fui entonces y antes ya la había visitado por su Semana Santa, un disparate fantástico que hay que ver alguna vez en la vida. Entonces ya me quedé prendada. De eso me sirve el periodismo. Pero acudí después del temblor, aquel latigazo que no fue tan brutal como sus consecuencias pero que abrió una herida enorme porque fue muy cerca de la superficie. Aquellas semanas y meses en Lorca fueron terribles y de eso me sirvió el periodismo.
Para visitar de nuevo la zona cero, el barrio La Viña, acercarme a ver si el bar de los padres de Raúl se había abierto de nuevo o continuaba aquella carpa que levantaron para atender de luto y en silencio. Para ver si aquellos bloques abombados que asomaban detrás de los hierros seguían habitados de viejitos sin otro lugar al que ir. De eso me sirve el periodismo. Y fue ahora y comprobé que casi todo está nuevo pero que aún le quedan grietas a Lorca, aún le quedan aquellas arrugas, aquellas señales que definían las casas que se caían, las casas que necesitaban ayuda, aquellas que se iban a mantener para siempre. De eso me sirve el periodismo. Para que crezcan lazos eternos en el sufrimiento.
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