Opinión

El acabose

Ya les he dicho alguna vez que, en materia de toros, hubo años en los que fui muy aficionada y asistí a algunos festejos magníficos, con magníficos toreros y toros y con lidias detallistas y orfebres. Lo pasé muy bien, me emocioné en muchas ocasiones, disfruté de segundos inolvidables y después me retiré, me corté la coleta pero como ya no se estila entre los diestros: para siempre. No me van a ver a las puertas de una plaza con una camiseta ensangrentada pero, si acaban por inanición, por el signo de los tiempos o porque Andrés Calamaro deja de encontrar adecuado que el buen español sea taurino y/o deja de encontrar cómodos los callejones, lo celebraré. Sin aspavientos, pero lo celebraré. Tengo para mí que no tendremos que ser los de esta opinión los que acabemos con la fiesta nacional, sino que van a ser los propios los que se la van a cargar. En una de los videos que colgó el viernes una persona a la que sigo en una red social pude ver el final de una de las faenas de Juan José Padilla en El Puerto. Vaya por delante que le he deseado, le deseo y le desearé lo mejor a Padilla, que no soy de las que me pongo de parte del toro y que respeto su decisión de seguir a pesar de todas las dificultades que le han provocado las dos terribles cogidas que hemos visto en repetidas ocasiones, pero me provoca cierta ternura su empeño en apelar a los tendidos con argumentos tangenciales al toreo. No creo que beneficie a ninguna de las partes pero, insisto, mi respeto a Padilla. Para el resto, para los que creemos que el final está más cerca, siempre nos quedará Jesulín. Reaparece en Cuenca, amiguitos. Ay, Señor, si es que al final, vamos a tener que esperar poquito.