Opinión
Luego dirán
Luego dirán. Luego hablarán del femi matriarcado. Luego «un tío blanco hetero» dará una entrevista sin tener los huevos de enseñar su cara. Luego todo eso se irá haciendo más grande y volverá el mantra de las denuncias falsas y de los pobres chicos que van a ser engañados por las lagartas que salen a trincarse a un bombón y a señalarle como a un violador. En Torrevieja, el 24 de agosto de 2008, tres hijos de puta violaron a una chica. La convencieron para salir y en un coche se turnaron para penetrarla sin preservativo. Estaba inconsciente y a ellos les pareció que aquello tenía su gracia.
Es más, invitaban a todos los que se pasaban a la barra libre que proporcionaba la circunstancia de que la chica no podía reaccionar. «Miradla, si se está quedando dormida con la polla en la boca». A que les gusta la escena, a que sí. Pues bien, esos tres detritus humanos han sido condenados a cuatro años de cárcel y a otras fruslerías que les van a permitir volver a cualquier discoteca a joderle la vida a una chica. Por qué. Porque es abuso, no es agresión. Qué maravilla. Luego dirán. Luego dirán que el efecto llamada es que vengan negros en una patera y les demos la oportunidad de quedarse aunque con una vida de mierda. Luego dirán que ese es el problema y otro más que crece: que las mujeres nos estamos poniendo muy subiditas y que usamos argumentos falsos para sostener nuestras teorías.
Luego dirán que hay que ponernos en nuestro sitio y que el lenguaje de género es un problemón y que hay que ver con las feminazis, cuánto vinagre desayunan. Al próximo que me diga que tiembla por sus hijos, por esos niños angelicales que serán engañados por una furcia menor de edad, le voy a recomendar la lectura de la sentencia de Torrevieja. Y que se haga mirar lo de su niño si eso es lo que teme. Pero, aún así, dirán.
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