Opinión

Turberas

Hoy aquí en Cataluña, para conmemorar el desastroso patinazo del primero de octubre de 2017, saldrán algunos grupos de gente a la calle para manifestarse. Lo más engorroso del asunto es que el público que gusta de este tipo de concentraciones suele disfrutar acompañándolas de toda esa estética con tendencia al cataclismo que complace a las turbas. Hay personas que se molestan mucho porque hable de «turbas» para describir este tipo de acciones. Prefieren que use la palabra «muchedumbre» o, sobre todo, la palabra «masa» que queda más fina, sociológica e intelectual. Pero como nos movemos en el terreno del delirio y el irracionalismo la palabra más ceñida a hecho es «turbas». Qué le vamos a hacer.

Porque cuando las turbas activan el protocolo de indignación y escándalo no hay quien les pare. No les gusta abandonar así a las primeras de cambio el lamento aullador y el rasgado de vestiduras sólo porque les plantes delante una de esas objeciones mesuradas, llenas de lógica razonable, que pueden contemporizar y ayudar a resolver los problemas. Para las turbas, el inconveniente de los argumentos lógicos y razonables es que, por muy coherentes y creíbles que sean, nunca tendrán la grandeza fantasiosa de melodrama hiperbólico que deleita a las muchedumbres; una veta inagotable.

Esa tendencia a la fantasía heroica y al melodrama boquiabierto es una inclinación, hay que reconocerlo, un poco cateta. Las mismas personas que se molestan porque hable de turbas suelen irritarse también cuando digo esto. Pero en ningún caso estoy diciendo que sea malo hacer un poco el cateto de vez en cuando. Me encanta la música popular que, de hecho, es la más cateta de todas las músicas y a ella he dedicado gran parte de mi vida. Te permite ser directo, breve, naif y muy expresivo. Un buen eslogan siempre ha de ser un poco cateto, del mismo modo que un buen estribillo pop también.

El problema que tenemos los humanos como muchedumbre es que queremos andar gritando simplificaciones primarias debajo de una pancarta para emocionarnos y simultáneamente pretender pasar por finos y sutiles. Y me parece que todo a la vez no va a poder ser. Habrá que elegir. O lo uno, o lo otro.