Opinión

Vo-ca-li-zar

¿Han visto el anuncio del Eurojackpot de la Once? ¿El de la amiga que hace un favor a su colega en prácticas de peluquería? Qué cosa tan pequeña y tan salada. Qué dos actrices. Qué naturalidad y qué arte, por favor. Les cuento esto porque el otro día fui a ver al cine «El fotógrafo de Mauthausen» y créanme si les digo que me arrepentí y que hubiera preferido ver en bucle la escena de desaguisado capilar. Miren, la historia está muy bien, el guión muy logrado y trata de ser profunda, seria, comprometida.

La dirige una mujer, española, y yo ya estoy por ir al cine si lo dirige una mujer y es española. He ido por muchas gilipolleces al cine y a ver gilipolleces, así que ya va siendo hora a mis casi cincuenta y dos de entrar en la madurez mental e ir a retratarme en una taquilla por un argumento que merezca la pena. Mario Casas, el protagonista, puede ser muchas cosas. Puede ser un chico atractivo, puede ser un buen chico, puede ser un actor capaz de adelgazar mucho para entrar en un papel, puede estar de moda, puede que dentro de un tiempo sea una bestia interpretativa pero, de momento, hay algo que tiene pendiente: vocalizar.

Ojo, no es fácil, no vayan a pensar que no valoro la dificultad de conseguirlo, pero para tomar a un actor en serio tiene que vocalizar. Nadie le pide exageraciones, muecas, nadie le va a exigir una dicción plena y completa al estilo BBC, así que solo rogamos poder entender todo lo que dice, solo captar toda la extensión de un personaje tan complejo. Estoy convencida que de Mario Casas aprenderá. Por eso me arrepiento. Prefiero ir a verle cuando sea y esté redondo, cuando no tenga que escribir esto que escribo, cuando él me pueda dar en la cara con un rodaballo y yo me tenga que callar. Ánimo, Mario. Te espero en la pescadería.